Chile, sí se puede: Boric deja atrás el pasado y aborda desde la izquierda un "cambio de ciclo"

Chile, sí se puede: Boric deja atrás el pasado y aborda desde la izquierda un "cambio de ciclo"

Ha ganado la segunda vuelta tras perder la primera, se ha convertido en el presidente más votado del país y será el más joven. Todo es nuevo, porque tiene que serlo.

Los chilenos han votado este domingo y han demostrado que sí, se puede. Se puede mirar al futuro y no al pasado dictatorial. Se puede apostar por el fin del neoliberalismo, de ese “milagro” económico que se deja a demasiados por el camino. Se pueden pelear mejoras sociales en las calles y que esa ola llegue al Ejecutivo y fuerce cambios. Se puede romper con el bipartidismo clásico y hacer cuajar una opción de Gobierno firme y con amplia base electoral.

La victoria del izquierdista Gabriel Boric, al frente de Apruebo Dignidad -una alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista-, abre un tiempo nuevo que, hace un mes, no se veía tan factible. En la primera vuelta del sistema electoral chileno, el exlíder estudiantil fue sólo segundo, superado por el ultraderechista José Antonio Kast. Anoche, el escrutinio no podía ser más claro: 55,87% de los votos para Boric (casi diez puntos más que en noviembre) y 44,13 para Kast. El perdedor no pudo más que asumir el “gran triunfo” de su adversario, que ha sabido reconducir hacia el centro su discurso, alejando fantasmas de esos que lo alineaban hasta con el chavismo.

Boric llega haciendo historia, se mire por donde se mire: tenía el mínimo de años, 35, para presentarse como candidato presidencial y tomará finalmente el cargo de manos de Sebastián Piñera con 36 recién cumplidos, en febrero. Será el mandatario más joven del país. Con su sprint del último mes, se ha convertido además en el presidente más votado de Chile, un aval impresionante para abordar los cambios por venir. También es insólito ir a una segunda vuelta electoral habiendo perdido la primera y salir vencedor. Todo el cansancio de lo pasado y la esperanza en lo nuevo, como destacó en sus mensajes de victoria en redes sociales, ha cristalizado en esta legitimación sin precedentes. “Estamos ante un cambio de ciclo histórico”, defiende Boric.

El éxito de Boric, que ya está en el club de los nuevos mandatarios millennials, es el de una generación cansada de pasado. Vivió sus primeros cuatro años en la dictadura de Augusto Pinochet, pero su crianza ha sido en democracia, en libertad, y su juventud militante se forjó en protestas sociales como las de 2011 y 2019, cuando los chilenos salieron a la calle reclamando un reparto más equitativo del dinero de este país que es envidia y ejemplo en toda América Latina pero donde no escapan de las salvajes desigualdades del capitalismo.

Boric deja atrás el lastre ideológico de la dictadura, que su contrincante Kast tan claramente defendía, y evidencia el paso de página, la necesidad de abordar las exigencias sociales por encima de cualquier otro programa. Eso ha sido clave para unir voluntades, hasta el punto de que ha edulcorado su mensaje más radical de izquierdas y ha trocado hasta el lenguaje para acercarse a posiciones más templadas y, al fin, ganar.

Al principio, su pacto con los comunistas asustó y lo pagó en la primera vuelta, pero esos pasos centrados le han dado el apoyo de la Concertación, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista y líderes como la expresidenta Michelle Bachelet. Promete “manos limpias, corazón caliente y cabeza fría al servicio de todos”, porque por encima de cualquier propuesta concreta de gestión, ese es su mayor reto: coser el país, acabar con la división, la ideológica, la social, la del campo y las ciudades, y devolverle impulso.

Estado, feminismo y ecologismo: sus tres pilares

Boric tiene un doble reto: la transición hacia el modelo de país que consagre la futura Constitución y abordar los anhelos de cambio social que le han aupado al mandato y que tienen tres pilares en su programa electoral: más Estado, feminismo y ecologismo.

Sus propuestas son vistas por una parte de Chile como una respuesta natural a las demandas de las masivas protestas por la igualdad de 2019. Con sus buenos números en la jornada electoral de ayer ha quedado para los agoreros más conservadores el miedo a que aborde un cambio drástico que desequilibre el país, no hay alineamiento con Venezuela o Cuba, por ejemplo, pero es cierto que Boric arranca con las bolsas aún asustadas.

El presidente más izquierdista desde Salvador Allende, aspira a transitar hacia un Estado de bienestar que cubra ciertos derechos sociales, como ha explicado a la Agencia Efe la politóloga de la Universidad de Chile María Cristina Escudero.

Busca terminar con la privatización de servicios básicos y acabar con el modelo marcadamente neoliberal que se heredó de la dictadura de Pinochet y que llevó a Chile a ser el país con más renta per cápita de Suramérica pero el más desigual, según la base de datos independiente World Inequality Database (WID).

Un sistema de salud público de contribución universal (no como el actual, al que solo aportan quienes no se atienden en el sistema privado) y un modelo de pensiones que no esté gestionado por las actuales entidades lucrativas son varias de sus propuestas.

Una de las dudas es cómo financiar todas estas inversiones. La respuesta está en los impuestos: Boric propone aumentar la recaudación un 8% del PIB en ocho años, algo que “genera gran desconfianza en los mercados” y que podría espantar la inversión, añade Francisco Castañeda, director de la Escuela de Negocios de la Universidad Mayor.

Su plan, que muchos han tildado de “bucólico” o “naif”, pasa por mejorar la progresividad impositiva, reduciendo algunas exenciones tributarias y aumentando impuestos a cerca de un 1,5 % del total de contribuyentes, los que obtienen más de 4,5 millones de pesos mensuales (sobre 5.300 dólares).

Broric también pretende imponer un gravamen especial a los superricos, crear impuestos verdes e imponer una polémica regalía por la extracción de cobre —del que Chile es principal productor del mundo—, una iniciativa que ya se discute en el Parlamento.

Estos cambios buscan, según el presidente electo, “un régimen parecido al que tiene la mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)”, donde el promedio de recaudación tributaria como porcentaje del PIB es del 22,9 %, frente al 20,7 % de Chile.

El ambientalismo ha pertenecido desde el inicio a su hoja de ruta: es un crítico acérrimo del modelo extractivista que ha imperado en las últimas décadas en Chile y defiende tajantemente la firma del Acuerdo de Escazú, el primer pacto ambiental de la región, que el actual Gobierno rechazó suscribir.

Una de sus grandes luchas ha sido reivindicar la crisis hídrica que asola Chile y que tiene a cientos de personas sin agua corriente, en parte por una gran sequía pero también por el régimen de agua, que no está garantizada como derecho humano y se encuentra en gran medida en manos de grandes empresas agrícolas y ganaderas. “Esperamos ser el primer Gobierno ecologista en la historia de Chile”, solía decir cuando era candidato.

Siempre menciona en sus discursos a su tierra natal, la sureña región de Magallanes, y hace guiños constantes a la descentralización.

EFE también cita a Valentina Rosas, politóloga de la Universidad Católica, quien sostiene Boric tiene un compromiso sólido con el movimiento feminista que recoge en su programa transversalmente. “Le preocupa la reintegración laboral de las mujeres tras la pandemia, promete paridad y propone medidas para ayudar a las mujeres cuidadoras”, señala.

También incluyó en su programa el apoyo al aborto legal, libre y gratuito, una demanda histórica del colectivo feminista en Chile, donde solo se puede interrumpir el embarazado en tres circunstancias (inviabilidad fetal, riesgo de muerte o violación).

Con respecto a las masivas protestas de la crisis social de 2019, donde según diversos organismos internacionales las fuerzas de seguridad cometieron graves violaciones a los derechos humanos, Boric busca reforzar las investigaciones y mejorar los programas de reparación para las víctimas.

En un interrogante está la amnistía a los manifestantes que fueron detenidos durante esas marchas, una idea que inicialmente defendió fervientemente pero sobre la que recientemente ha reculado: “No es aceptable pensar en un indulto para todos”, dijo en campañas, con miras a sumar apoyos del electorado del centro.

Un impulso a la izquierda

Por más que se haya templado en aras de lograr más votos, el pragmatismo de Boric no oculta su declarado impulso izquierdista. Es su base ideológica y no renuncia a ella. Esto supone un viraje en Chile, desde el conservador Piñera, y cuando la primera vuelta la ganó un señor de extrema derecha como Kast, lo cual da cuenta de lo variada que es la ciudadanía chilena.

Así, estamos ante una oportunidad local para la izquierda más pura, no recordada con esta profundidad desde Allende, pero también para la de América Latina, que en 2022 tiene por ejemplo dos citas esenciales con las urnas: en Brasil, donde Luis Inazio Lula da Silva tratará de derrocar a Jair Bolsonaro, y en Colombia, donde Gustavo Petro quiere hacer lo propio con Iván Duque. De ahí que la izquierda latinoamericana haya celebrado el triunfo “democrático” de Boric con un cargamento de mensajes.

“Felicito al compañero Gabriel Boric por su elección como presidente de Chile”, escribió en sus redes sociales Lula. “Estoy feliz por la victoria de un candidato democrático y progresista en nuestra América Latina, para la construcción de un futuro mejor para todos”, añadió. el presidente de Perú, Pedro Castillo, aseguró que la victoria de Boric “es la del pueblo chileno”. En su cuenta de Twitter, el también izquierdista Castillo, que asumió la presidencia de ese país en julio pasado en representación del partido marxista Perú Libre, agregó que ese es un triunfo compartido por “los pueblos latinoamericanos” que quieren “vivir con libertad, paz, justicia y dignidad”.

El presidente de Perú, Pedro Castillo, aseguró que la victoria de Boric “es la del pueblo chileno”. En su cuenta de Twitter, agregó que ese es un triunfo compartido por “los pueblos latinoamericanos” que quieren “vivir con libertad, paz, justicia y dignidad”.

El presidente argentino, Alberto Fernández, felicitó por teléfono al próximo presidente chileno, a quién le manifestó estar “muy feliz” y le dijo que la región necesita que “trabajemos juntos”. “Te deseo lo mejor para vos y para Chile. Acá tenés a un amigo y estás invitado a venir a la Argentina cuando quieras y ojalá tu primer viaje sea a nuestro país”, agregó Fernández.

Y el presidente de Bolivia, Luis Arce, se sumó a la lista de mandatarios de izquierda que expresaron su beneplácito con la elección de Boric y consideró que con ello “se fortalece la democracia latinoamericana”. “Saludamos el triunfo electoral de @gabrielboric, que es el triunfo del pueblo chileno. La democracia latinoamericana se fortalece con base en la unidad, el respeto y, sobre todo, la voluntad de nuestros pueblos”, escribió Arce en Twitter.

También desde España, el presidente Pedro Sánchez, al frente de una de las pocas socialdemocracias en el Gobierno en Europa, ha felicitado a Boric. “El pueblo chileno avanza con esperanza hacia un futuro más justo, feminista y ecologista. Nuestros países seguirán reforzando sus relaciones, fortaleciendo los lazos entre Latinoamérica y la UE”, escribe.