Boris Johnson acepta dimitir tras una oleada de renuncias que le ha puesto contra las cuerdas

Boris Johnson acepta dimitir tras una oleada de renuncias que le ha puesto contra las cuerdas

El 'premier' renunciará como líder del Partido Conservador, pero tiene previsto seguir como primer ministro hasta otoño con un Gobierno renovado. Todos los ojos están puestos en el 10 de Downing Street, donde se espera un discurso de Johnson a la nación.

A punto de caer, pero solo cuando la cuerda ya no aguantaba más. El ‘borexit’ está a punto de consumarse. El primer ministro británico, Boris Johnson, habría aceptado dimitir tras el aluvión de renuncias en su Ejecutivo, en una conversación con el líder del grupo de diputados conservadores sin cartera, Graham Brady, según informa la BBC y otros medios ingleses como Sky News. Y lo hará a lo largo de hoy, es decir, menos de 24 horas después de haber afirmado que seguiría adelante.

Según la BBC, Johnson ha cedido, pero su intención es la de seguir en el cargo de primer ministro hasta el otoño, aunque dimita como líder de los conservadores británicos. Se trataría de una salida digna o una difícil transición para alguien que carece del respaldo de buena parte de su formación y el rechazo frontal de la oposición. Las cifras hablan por sí solas. 57 miembros del Gobierno han dimitido: seis miembros del Consejo de Ministros, 22 secretarios de Estado, 22 secretarios parlamentarios, cuatro enviados de comercio y tres vicepresidentes del Partido Conservador.

Nuevo Gobierno

Johnson ha nombrado un nuevo Gobierno, un renovado gabinete con las múltiples plazas que han quedado vacantes y que entronca con su objetivo de continuar a las riendas del Ejecutivo de forma interina. Según EFE, citando al despacho del premier, entre estos nombramientos figura el de Greg Clark como nuevo ministro de Cohesión Territorial tras el despido de Michael Gove, el de James Cleverly como titular de Educación y el de Kit Malthouse como responsable del ministerio del Gabinete.

El laborismo amenaza con una moción de censura

Una portavoz del Downing Street ha anunciado que el premier se dirigirá al país en una declaración. La expectación mediática en torno al número 10 de la icónica calle es absoluta. Y, según la BBC, desde el Palacio de Buckingham se niegan a confirmar si la reina Isabel II ha conversado con Johnson esta mañana, pero hay medios como ITV que lo confirman.

Precisamente, esa pretensión de aguantar un último verano ya ha obtenido respuesta por parte del líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, que ha calificado de “buena noticia” que haya aceptado dimitir, algo que “debería haber ocurrido hace mucho tiempo”, pero ha dado pistas de cuál será la estrategia. Ha sido claro, Reino Unido “no necesita cambiar al tory en el poder”, sino un “cambio de gobierno completo”. Asimismo, Starmer ha amenazado con una moción de censura si no renuncia también como primer ministro.

La carrera por suceder a Johnson

Con esta información, la gran incógnita que se abre ahora es quién tomará las riendas de un Partido Conservador que obtuvo mayoría absoluta en 2019, pero que acusa el desgaste de un líder que se ha enrocado en disculpas, excusas, remodelaciones de su gabinete y la política exterior, tratando de llevar el foco de la atención mediática, tanto a la guerra de Ucrania como a lo que le impulsó a Downing Street en 2019, el Brexit.

Suenan en las quinielas figuras como la de la titular de Exteriores, Lizz Truss, pero también la de Nadhim Zahawi, el mismo hombre que Johnson puso a las riendas de Economía hace dos días y esta mañana le ha pedido que se marche. El ministro con el que Johnson ultimó una gran rebaja fiscal con la que calmar los ánimos y que aún presentó triunfal en la sesión de control de ayer. Lo único que está claro es que la carrera por ocupar el lugar de Johnson ya ha comenzado.

Del ‘partygate’ a la moción de censura y la guinda del ‘caso Pincher’

Este sería el punto y final a una suerte de tragicomedia que comenzó con los escándalos de las fiestas del Gobierno en pandemia, el Partygate, y ha tenido su puntilla en el caso Pincher. Todo apunta a los últimos compases de la crónica de una muerte política anunciada y retratada en las cerca de 50 dimisiones de cargos de su Ejecutivo en los últimos dos días. La brecha que causó la moción de censura (votación de confianza) de sus propios compañeros de filas hace ahora mismo un mes se había ido evidenciando hasta hacer insostenible la situación.

Insostenible para quien no consideró pertinente dimitir tras un goteo incesante de publicaciones que le implicaban en celebraciones y festejos cuando la población se veía obligada a cumplir con el confinamiento (lockdown) y los muertos por coronavirus se contaban por centenares al día. A pesar del demoledor informe de la funcionaria Sue Gray y haber sido multado por la mismísima Scotland Yard, la policía metropolitana.

No obstante, es más que representativo que lo que haya hecho caer definitivamente a Johnson ha sido un escándalo en las filas conservadores. Detrás de él se encuentra Chris Pincher, el conservador que fue suspendido recientemente tras ser acusado de acosar y manosear a dos hombres en el prestigioso Carlton Club, emblemático club de caballeros londinense donde se reúnen numerosos tories y que llegó a ser sede de la formación.

No obstante, las voces que exigían la cabeza de Johnson se habían multiplicado después de conocer que Pincher había sido investigado por conducta sexual inapropiada por el propio Ministerio de Exteriores británico. Y que, a pesar de ello, el premier le recuperó como número 2 del grupo parlamentario conservador, un cargo que se conoce como ‘segundo látigo’ y se encarga de dirigir la disciplina de voto de los conservadores. Cruelmente poético.

Prueba de que el límite de los tories había sido sobrepasado fue la declaración de ayer del diputado conservador Gary Sambrook. Acusó a Johnson de criticar en privado a varios políticos conservadores por no haber frenado a Pincher.  Aseguró que Johnson había comentado que hubo 7 diputados presentes en el Carlton Club que debieron haber intervenido para que Pincher no se emborrachase tanto deslizando un descargo o desvío de responsabilidad.

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Soy redactor de actualidad en El HuffPost, donde cada día realizo un seguimiento de todo lo que está pasando y marcando la jornada, con el único objetivo y árdua tarea de trasmitírselo a nuestros lectores de una forma en la que conozcan el contexto y el trasfondo más allá de un mero titular. Es decir, para que tu cuñado no pueda colártela otra vez.

 

Sobre qué temas escribo

Aunque en el día a día acabe escribiendo de cualquier cosa que suceda en el mundo, “puede que me recuerdes” de algunas temáticas que suelen quitarme el sueño con especial frecuencia. Me gusta escribir de política internacional, sobre todo cuando esta es eufemismo de atroces injusticias contra los derechos humanos o el medio ambiente, así como para acercar causas sociales que pasarían inadvertidas (la siguiente podría ser la tuya, así que escríbeme). La morriña también me devuelve en ocasiones a Galicia, sobre todo para que sus historias no se pierdan en el camino a la meseta.

 

Mi trayectoria

Antes de llegar a El HuffPost en 2021, fui periodista en La Voz de Galicia durante cinco años. En aquella etapa también pasé por los micrófonos de ‘Radio Voz’, en distintos programas radiofónicos. Y, aunque parezca poco probable, bebía más café que en la actualidad.


Soy de Ribeira, una bella localidad coruñesa que probablemente recuerdes del marisco, las páginas de sucesos o de personalidades de las que solemos presumir (tenemos a la triplista olímpica Ana Peleteiro y a una de las Tanxugueiras).


Aunque bromeo con que soy doctorado en Periodismo Gonzo, en realidad solo soy licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), pero, eso sí, tengo la orla de la misma tienda que la que se la hizo al rey Felipe VI. Aquellos años en Madrid me sirvieron para conocer la ciudad, pero también para entender que el mercado de la vivienda aún podía ir a peor. Ah, también tengo otra identidad secreta bajo la que hago rap o escribo poesía y que solo revelé en la redacción para que me dejasen entrevistar a artistas.

 


 

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