El patriarcado en el activismo LGTBI

El patriarcado en el activismo LGTBI

Resulta imprescindible una cierta autocrítica de los hombres gais que formamos parte de las asociaciones, movimientos y partidos políticos comprometidos con los derechos LGTBI.

Un hombre sostiene una bandera arcoíris en el desfile del Orgullo en Madrid, en una foto de archivo.Luis Soto / SOPA Images / LightRocket via Getty Images

El pasado 26 de abril celebramos el Día de la Visibilidad Lésbica. Y me da la sensación que no ha sido un 26A más. Que algo, por fin, empieza a moverse.

La importancia de la jornada resulta evidente si comparamos la visibilidad que tenemos los hombres homosexuales en comparación con las mujeres lesbianas. Dentro y fuera del activismo LGTBI, y en todo el espacio público. Y eso es algo que ocurre incluso en las sociedades donde la homosexualidad va siendo aceptada y normalizada.

Nos resulta fácil pensar en hombres homosexuales visibles en ámbitos como la política, la cultura o en los medios de comunicación, por ejemplo. En cambio, si hacemos el mismo ejercicio con ellas, seguramente nos costará más encontrar a mujeres lesbianas conocidas en estos u otros ámbitos de la vida pública.

Resulta imprescindible una cierta autocrítica de los hombres gais que formamos parte de las asociaciones, movimientos y partidos políticos comprometidos con los derechos LGTBI

Como en casi todos los ámbitos de la vida, también en el propio activismo LGTBI hay una predominancia enorme de la G respecto a las personas que representan el resto de siglas del colectivo. Los hombres, por muy gais que seamos, seguimos siendo hombres y eso nos da unos privilegios inasumibles en cualquier sociedad democrática e igualitaria. Porque el patriarcado también ha marcado, sin duda alguna, el propio colectivo. Y por ello resulta imprescindible una cierta autocrítica de los hombres gais que formamos parte de las asociaciones, movimientos y partidos políticos comprometidos con los derechos LGTBI.

Las necesidades específicas del activismo lésbico no siempre coinciden con las del resto del activismo LGTBI. Ellas, en su doble condición de mujer y de lesbianas, sufren una doble discriminación que no siempre se tiene en cuenta cuando hacemos acciones, discursos o propuestas. Sin ir más lejos, y a pesar de llevar años en el activismo, en un directo de Instagram que organizamos des del PSC el pasado 26 de abril con tres compañeras lesbianas, aprendí y reflexioné sobre cuestiones que ignoraba y que ni se me habían pasado por la cabeza: una estigmatización específica, dificultades en el mundo laboral, perfiles con connotaciones negativas en películas y series, e incluso dificultades para tener espacios seguros en las aplicaciones de citas para ellas, en muchas ocasiones invadidas por hombres haciéndose pasar por mujeres.

Por justicia, y por igualdad, hagamos autocrítica, renunciemos a injustos privilegios y hagamos que el activismo LGTBI sea de todas y de todos

Pero, a pesar de todo, empezaba estas líneas diciendo que me daba la sensación de que, a pesar de lo mucho que aún falta, algo se estaba moviendo. Y es que este pasado 26A no ha sido como los anteriores. La jornada ha tenido más visibilidad que nunca, las entidades y partidos comprometidos con la causa han organizado más y mejores actos, contando con ellas y no sólo con nosotros hablando sobre ellas. Por justicia, y por igualdad, hagamos autocrítica, renunciemos a injustos privilegios y hagamos que el activismo LGTBI sea de todas y de todos y no solo de los hombres gais.

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Arnau Ramírez (Sant Feliu de Codines, 1989) es diputado por Barcelona y portavoz de Cambio Climático del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso. Anteriormente fue primer secretari de la Joventut Socialista de Catalunya (JSC). Es graduado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).