Pussy Riot: “Si Europa cierra el grifo del gas y el petróleo, Rusia pierde la guerra en una semana”

Pussy Riot: “Si Europa cierra el grifo del gas y el petróleo, Rusia pierde la guerra en una semana”

Entrevista a las activistas rusas: "Rusia se ha convertido en una especie de dictadura al más puro estilo del Tercer Reich".

Es lunes a mediodía en plena ola de calor, en un hotel del centro –con aire acondicionado– de Madrid. Maria Aliójina y Olga Borisova, integrantes de las Pussy Riot, han dormido tres horas para coger un avión desde Tenerife. Con la mejor de sus sonrisas, piden cinco minutos de tregua a los periodistas de El HuffPost para comerse una ensalada y un gofre, respectivamente, y beberse un té. No les ha dado tiempo a desayunar, se excusan. 

Parecen dos chicas normales; como si no hubieran tenido que huir de su Rusia natal con un disfraz de repartidora o no hubieran pasado por la cárcel –en el caso de Maria–, como si no estuvieran en el punto de mira del presidente ruso, Vladimir Putin, contra el que protestan pública y notoriamente desde hace al menos diez años, o como si su país no hubiera invadido la vecina Ucrania hace casi cuatro meses. Es precisamente este el motivo que las ha traído a España al festival Culture & Business Pride de Tenerife, como parte de una gira por distintos países con el que la banda punk feminista trata de abrir los ojos a Occidente sobre lo que ocurre a pocos kilómetros de sus fronteras, dentro de la misma Europa. 

“No estoy segura de que todo el mundo comprenda lo que está pasando”, comenta Aliójina. “No quiero que los ucranianos, en primer lugar, y la oposición rusa, sigan pasando por este infierno. Quiero que pare, por eso hacemos [el espectáculo de] los Riot Days, por eso alzamos la voz, para que la gente entienda que Putin es un terrorista, que es un maníaco al que deben parar los pies. Pero con acciones, no quedándose al margen del asunto”, comienza. 

Putin es un terrorista, un maníaco al que deben parar los pies. Pero con acciones

La imagen de Aliójina (Moscú, 1988) se hizo conocida en todo el mundo en 2012, cuando tras una performance en la iglesia de Cristo Salvador de Moscú en la que pedían a la Virgen María que les librase de Putin, ella y otras dos activistas de las Pussy Riot fueron condenadas a dos años de prisión.

Entonces se formó un “escándalo enorme”, de dimensiones mundiales, cuenta Aliójina. Las Pussy Riot se convirtieron en “una especie de pioneras” en lo que a presos políticos bajo el régimen de Putin se refiere. Una década después, la situación en Rusia es muy distinta. “Ahora todos los días se abren nuevas causas penales, todos los días hay redadas, detenciones, encarcelamientos, nuevas condenas. Ocurre todos y cada uno de los días, y no empezó con la guerra, sino antes”, afirma la activista.

  Maria Aliójina y Olga Borisova, durante la entrevista con El HuffPost.SERGI GONZÁLEZ

“En 2021 fue terrible, todo estalló”

“El año pasado, en 2021, fue terrible, todo estalló. Pasé por mi segundo proceso penal, cuando los detenidos ya se contaban por miles”, explica Aliójina. “Desde que empezó la guerra, Rusia se ha convertido en una especie de dictadura al más puro estilo del Tercer Reich. Es increíble pensar cómo puede ocurrir esto en una época en la que existe internet, en la que las comunicaciones son rápidas, en la que hay aviones… Pero ocurre”, advierte.

Entre 2012 y 2013, Maria –o Masha– cumplió su pena en un campo de Nizhni Nóvgorod, a unos 400 kilómetros al este de Moscú, donde la obligaban a coser a destajo uniformes de policía y soldados por 3 euros al mes. “Es una copia del sistema de gulags”, ilustra. “Para mí, es una forma de esclavitud ilegal, como un campo de concentración. Sin medicinas, sin comida normal, sometidas a castigos simplemente por hablar con defensores de los derechos humanos”, enumera. “Eran muchas cosas”. 

Desde que empezó la guerra, Rusia se ha convertido en una especie de dictadura al más puro estilo del Tercer Reich

Aliójina y Borisova sonríen al comentar que en Rusia hay incluso “bromas” sobre cómo “el Ejército copia el sistema de prisiones, los colegios copian al Ejército”, y así sucesivamente. “Todas las instituciones se copian entre sí, es el sistema”, remachan. La herencia soviética no es una idea abstracta en su país, sostienen, sino algo muy vivo y muy palpable todavía a día de hoy. Como muestra, un botón: “Putin es parte de la FSB [heredera de la KGB], el servicio de seguridad nacional que tiene más de cien años de tradición reprimiendo a gente”, resume Aliójina.

“Lo importante no es cómo huí, sino por qué”

Maria Aliójina ha vivido represiones peores que la del campo de trabajo. En la segunda causa que le abrieron el año pasado –también por su activismo–, fue condenada a arresto domiciliario y vigilada por una pulsera electrónica. “Para mí fue mucho peor que la cárcel. Cuando estás presa, al menos la gente entiende que estás encerrada. Si estás en arresto domiciliario se produce una autocensura que es terrible, es lo más peligroso que le puede ocurrir a una persona”, asegura Aliójina. 

El arresto domiciliario fue mucho peor que la cárcel. Se produce una autocensura que es terrible
Maria Aliójina

El mes pasado, la activista logró burlar la vigilancia y abandonó su casa y su país en una fuga de película ideada por su novia, que le consiguió por Ebay un disfraz de repartidora con el que pudo escapar del país gracias a una mayor red de solidaridad conformada por otros artistas. “No era la primera vez que lo hacía”, reconoce Aliójina. “Pero lo importante no es cómo lo hice, sino por qué”, recalca. El porqué es la necesidad del grupo de mandar un mensaje al mundo: “Estamos con Ucrania, protestamos contra la guerra que Putin ha empezado y estamos recaudando dinero para un hospital infantil en Kiev”, explica Aliójina. “Por eso estoy hoy aquí”.

  Maria Aliójina y Olga BorisovaSERGI GONZÁLEZ

Las Pussy Riot son conscientes de que una parte de sus compatriotas las ven como traidoras. “Hay gente que compra el mensaje de Putin, pero porque llevan 15 años expuestos a la propaganda”, explica Olga Borisova. Sin embargo, también hay “mucha gente” en Rusia que está protestando contra la guerra, asegura. “Se han diseñado nuevos artículos penales específicamente para estos activistas. No se habrían introducido si no hubiera tanta gente manifestándose”, zanja la artista, que reconoce el valor de estas personas “que arriesgan sus vidas y su libertad” por protestar contra la guerra.   

Hay gente que compra el mensaje de Putin, pero porque llevan 15 años expuestos a la propaganda

Por otro lado, Borisova lamenta que no haya más “puentes” entre los medios independientes rusos –“que son geniales”– y sus homólogos occidentales. A estas alturas, está cansada de que los periodistas le pregunten “por qué los rusos no protestan” o “qué piensa la gente en Rusia”. “La mayoría nos preguntan lo de ‘¿es verdad que el 80% de rusos apoyan la guerra?’. Saben que estos datos proceden del Gobierno y que obviamente no son ciertos, pero aun así los siguen repitiendo. Básicamente, esos datos salen de medios prorrusos”, critica Borisova. “No deberíais escuchar al puto Russia Today o lo que sea. Están DOXA Journal y Meduza en inglés, antes también estaba TV Rain, que ya no existe, o Mediazona, que está en ruso pero se puede traducir, o The Insider, y otros medios de investigación que publican historias relevantes”, proponen. 

“Putin va perdiendo esta guerra, pero Ucrania necesita ayuda”

Hace tiempo que las Pussy Riot dejaron de tener miedo al Kremlin, y no escatiman en calificativos sobre él, pero su crítica va más allá. Cuando se les pregunta si creen que Europa y Occidente han tardado demasiado en reaccionar frente a Putin o en darse cuenta de lo que estaba sucediendo, Olga Borisova responde: “El problema es que hubo gente que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, pero no hizo nada. Y eso es lo más preocupante”. “Creemos que si en 2014 Occidente y el resto del mundo hubieran reaccionado con más dureza ante Rusia, quizás hoy no habría guerra”, sostiene. 

Si en 2014 Occidente hubiera reaccionado con más dureza ante Rusia, quizás hoy no habría guerra

“Putin no va a perder la guerra si todo el mundo permanece indiferente, si todo el mundo está en plan ‘bueno, vamos a ver qué ocurre’ o ‘bueno, si Zelenski cede parte del territorio todo irá bien’”, advierte Aliójina. “Putin va perdiendo esta guerra, pero Ucrania necesita ayuda ahora mismo. Y no hablamos de una especie de guerra abstracta en la que haya que esperar al siguiente episodio para ver lo que ocurre. No, no, todos somos responsables, en el sentido de que podemos moldear la situación; quizás no una persona sola, pero sí todos juntos”, lanza.

“Tiene que haber un embargo total del gas y el petróleo ruso”

¿De qué manera se puede ayudar?, se les pregunta. Y la respuesta es del todo clara: “En primer lugar, debería haber un embargo total del gas y el petróleo ruso. La gente tiene que entenderlo y presionar a los políticos para que lo hagan. Es algo evidente. Rusia y Putin están ganando más dinero incluso que antes de la guerra, porque han subido los precios, y están utilizando ese dinero para matar a gente”, señala Aliójina. “Es dinero manchado de sangre. Directamente, no se lo deis”, pide. 

“Hay que entender que Rusia no produce nada por sí misma”, añade Borisova. “Así que todo el dinero que tienen procede de nuestros recursos naturales. Es básicamente gas y petróleo, no es tan difícil de entender. Por eso es tan importante y por eso repetimos lo del embargo”, insiste. “Si Europa corta el grifo del gas y el petróleo, Rusia pierde la guerra en una semana”, resume Aliójina. “Así de simple. Y que no os dé miedo tener la casa fría, hay gente que ya ha perdido su casa”, dice. “O a su familia”, remacha Borisova. 

Pussy Riot actúa el 17 de junio en Santa Cruz de Tenerife junto con otras bandas internacionales en el Culture & Business Pride, un festival abierto y gratuito. Sobre sus planes futuros, las activistas rusas no pueden hablar. “Nuestro plan ahora es apoyar a Ucrania”, dicen. “Lo que ocurra con nosotras, ya lo veréis”.  

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es