Qué ha sido de Theresa May

Qué ha sido de Theresa May

La 'expremier' de Reino Unido, a la que el Brexit se llevó por delante, sigue como parlamentaria y levantando la voz contra las políticas de Johnson que no le gustan.

Theresa May, en marzo de 2019, saliendo de su entonces residencia en Downing Street, camino de una votación parlamentaria sobre el Brexit. Henry Nicholls / Reuters

¿Dónde está Theresa May, la mujer del Brexit? Tomó el relevo como premier del Reino Unido a David Cameron, que se fue pitando tras meter al país en un amargo divorcio con la Unión Europea, y tras ser vapuleada en el Parlamento, ella misma hizo las maletas y dejó el sillón de Downing Street a Boris Johnson. Sus lágrimas de despedida fueron la mejor imagen del cansancio que el proceso ha generado a los dos lados del Canal de la Mancha.

Desde su última intervención como primera ministra y su marcha como líder del Partido Conservador, hace año y medio, su presencia en los medios internacionales ha sido prácticamente nula. El 24 de julio de 2019, May lo dijo claro: “Seguiré haciendo todo lo posible para servir al interés nacional y desempeñaré mi papel para hacer de nuestro Reino Unido un gran país con un gran futuro, un país que realmente trabaje para todos”. No quiso hablar ni de Johnson ni de cómo dejaba el Brexit y su último acto oficial fue atender al equipo de cricket de Inglaterra, que había ganado la Copa del Mundo.

Pero ¿qué ha estado haciendo esta mujer durante todo este tiempo? Pues política, pero de la que es menos vistosa, la de ir a los sitios a conocer los problemas ciudadanos de primera mano, la de proponer cosas en el hemiciclo y arremangarse en tareas menos lucidas. Es diputada secundaria por la circunscripción de Maidenhead, en Berkshire, un cargo menor, de parlamentaria rasa, sin papel en el Gobierno ni portavocía en materia alguna, lo que la obliga a sentarse en los asientos del fondo. La primera fila es pasado.

La importancia de un backbencher, como se denomina su cargo, radica en brindar servicios a los ciudadanos de su circunscripción y en trasmitir sus opiniones. Y en eso anda: la mujer más poderosa de Reino Unido estaba, al mes y medio de su adiós, señalando baches que hay que mejorar en una calle de Belmont. Sonriente y relajada, en zapatillas deportivas. La vida dada la vuelta.

Este cargo, en realidad, es el que ha tenido May en los últimos 23 años. Pese a la mala imagen con la que acabó su mandado como primera ministra, sigue siendo muy popular entre sus electores. En las últimas elecciones generales de diciembre de 2019 obtuvo el 57,7% de los votos, aunque es verdad que bajó casi siete puntos respecto a la cita electoral anterior.

En España no se ve a un presidente de vuelta a su humilde escaño, como ha hecho May; es lo que se le suele ofrecer a los mandatarios salientes: seguir representando a su distrito electoral o retirarse. Ninguno de los premieres más recientes han hecho lo que la tory: David Cameron se puso a escribir sus memorias y Gordon Brown, análisis económicos, mientras que Tony Blair se hizo asesor y consultor de empresas (energéticas, aseguradoras, del sector de lujo) y luego lideró el Cuarteto de Oriente Medio, y John Major se puso a ver partidos de cricket.

Pepito grillo

May comenzó de diputada suave, discreta, sin valorar lo que hacía Johnson en el cargo que ella ostentó, pero con los meses ha ido soltándose. Sobre todo, cuando el Gobierno amenazó con alterar aspectos ya pactados del Brexit, rompiendo la baraja con Bruselas. “No puedo apoyar este plan”, dijo públicamente en octubre, porque “viola el derecho internacional” y “dañaría la “confianza en el Reino Unido”. Palabras contundentes que encontraron eco en sus cuatro antecesores, que arroparon sus palabras.

También se ha enfrentado a sus compañeros de partido en medidas concretas. Por ejemplo, preguntó en el Parlamento por cómo iría la seguridad nacional al salir de la UE, y se escandalizó al recibir la respuesta de que el Reino Unido puede “cooperar de manera más eficaz” en muchas más áreas sobre la seguridad fronteriza fuera de la UE de lo que “podría hacerlo dentro”. Sus gestos de incomprensión y sorpresa fueron tendencia y carne de meme de inmediato.

May ha hecho de Pepito Grillo, igualmente, a propósito de la pandemia de coronavirus. Por supuesto, deseó al primer ministro Johnson una pronta recuperación cuando enfermó, pero también dio un tirón de orejas a las administraciones y los empresarios por no reparar en el daño que el teletrabajo o la falta de alternativas a esta fórmula podría generar a las mujeres sometidas a violencia machista, para las que su hogar “no es un lugar seguro”.

La expremier no para, aunque su exposición y su responsabilidad sean ahora mínimas. Que no haya tirado la toalla demuestra, como dice su biógrafa, su tozudez, su resistencia y su capacidad de encajar golpes.