A por la ciudad de Gaza: más horror para los palestinos y más aislamiento para Israel
La orden está dada: Tel Aviv ha exigido a los gazatíes de la capital, un millón, que se marchen hacia el sur, a zonas supuestamente seguras que son atacadas con asiduidad. ¿Golpe definitivo o guerra eterna? La respuesta, por ahora, es dolor.

Dicho y hecho. Israel anunció hace justo un mes que iba a tomar la ciudad de Gaza, como parte de su redoblada ofensiva sobre la franja (que ya cosecha 64.000 muertos), y este martes ha dado la orden de evacuación a sus habitantes. Un millón de personas forzadas a abandonar sus casas y refugios, a alejarse del mayor hospital de zona, el Al Shifa, a tomar lo poco que les queda y dirigirse al sur, a zonas supuestamente seguras que el Ejército israelí bombardea sin remilgos.
Las acciones se habían recrudecido en la capital en los últimos días, centradas en edificios altos aún no hundidos por la ofensiva, iniciada el 7 de octubre de 2023, tras los atentados de Hamás (1.200 muertos, 250 secuestrados). La organización Defensa Civil de Gaza afirma que cinco rascacielos, cada uno con más de siete plantas, han sido bombardeados por el Ejército israelí en los últimos tres días. En total, contenían 209 apartamentos, cada uno con capacidad para al menos 20 personas durante el estado de emergencia, lo que significa que más de 4.100 palestinos, muchos de ellos niños, han quedado sin hogar. Según informa esta ONG, también fueron destruidas más de 350 tiendas de campaña, cada una con capacidad para 10 personas.
Israel confirma que en la andanada de la última semana ha hundido 50 edificios, que relaciona con el "terrorismo" del Movimiento de Resistencia Islámica, en una ciudad que domina ya en un 40%. Quiere más.
La organización de rescate insiste en que estos daños significan que varios miles de personas viven ahora a la intemperie, privadas de las necesidades básicas, luchando contra la muerte, el hambre y un calor insoportable, una escena catastrófica indescriptible. Y, sobre eso, viene el nuevo éxodo. Es uno de los objetivos de la guerra declarados por Israel, el desplazamiento y la evacuación forzosa, pese a que los movimientos de población civil son considerados crímenes de guerra por el derecho internacional. Esta es una fase más, temible y esperable.
Lo que pasa es que ya no hay ni lugar para escapar y establecerse con seguridad, ni en el norte, ni en el sur ni en ningún lado. Se supone que hay ahora una zona establecida cerca de Jan Yunis, anunciada el pasado sábado, aunque ya se encuentra saturada de desplazados. Y, como Al Mawasi desde finales de 2023, también recibe la etiqueta de segura y también se ve afectada por los disparos israelíes de forma ocasional. "Estamos completamente atrapados. Quieren expulsarnos de la Franja de Gaza o trasladarnos a otro lugar, pero ya no queda nada", dice un palestino a la cadena catarí Al Jazeera, evocando el plan planteado por Estados Unidos para levantar una Riviera donde tienen ellos su hogar nacional.
A la espera de que Israel dé la orden de que se inicie la ofensiva terrestre sobre la ciudad y mientras toda la zona ha sido ya clasificada por su Ejército como "de combate peligrosa", lo que hay es pánico ante la emergencia humanitaria que se puede generar, que se suma a la que ya se vive tras casi dos años de ofensiva constante. ActionAid, por ejemplo, ha dicho que está "profundamente alarmada por la reocupación planeada de la ciudad de Gaza". Según la organización benéfica, eso pondrá en peligro las vidas de "innumerables civiles" y provocará aún más devastación en comunidades que ya sufren condiciones de hambruna causadas por las restricciones de ayuda de Israel, que sigue permitiendo apenas la entrada a cuentagotas de alimentos, agua, medicinas o combustible.
Más de la mitad de los socios locales de ActionAid tienen su base en la ciudad de Gaza, la zona urbana más grande de la franja, y la ONG explica en un comunicado que "siguen decididos a continuar su trabajo para salvar vidas mientras las condiciones lo permitan", lo mismo que han hecho los sanitarios del Al Shifa, que se han negado a evacuar a los enfermos.
Amnistía Internacional lleva días avisando de que "el asalto de Israel a la Ciudad de Gaza consolidará su ocupación ilegal y volverá a desplazar por la fuerza a cientos de miles de civiles palestinos, causando más muerte y destrucción". "Desplazar por la fuerza a palestinos dentro o fuera de la Franja de Gaza violaría el derecho internacional humanitario y constituiría el crimen de guerra de traslado o deportación ilegal. La operación también podría poner en peligro la vida de los rehenes israelíes y socavar la posibilidad de que regresen sanos y salvos con sus familias", ahonda. "Israel revela su aterradora determinación de continuar su genocidio contra la población palestina de Gaza, declaró Erika Guevara Rosas, directora sénior de Investigación, Incidencia Política y Campañas de Amnistía.

Hasta este miércoles, sólo 70.000 palestinos habían evacuado la Ciudad de Gaza de un total de aproximadamente un millón de personas, según un alto funcionario israelí citado por la CNN, lo que representa menos del 10 % de la población total. A la par, un número ridículo de 3.000 tiendas de campaña han entrado en todo el enclave, añadió el funcionario, quien anunció que el objetivo era entregar 100.000 tiendas en tres semanas. "Queremos inundar Gaza de tiendas de campaña", indica. Una promesa que viene de un país ocupante que, ya antes de esta guerra, medía las calorías que necesitaban los gazatíes para sobrevivir.
Mientras tanto, Estados Unidos e Israel han dicho que plantean ampliar de cuatro a 16 el número de centros de distribución de ayuda gestionados por la controvertida Fundación Humanitaria de Gaza (FGH). Aún no hay indicios de que se hayan establecido todos los nuevos centros. De lo que sí hay reportes es de que al menos 83 gazatíes murieron el lunes como consecuencia de los ataques israelíes en la Franja de Gaza, de los cuales 14 perdieron la vida mientras buscaban ayuda humanitaria, informa el Ministerio de Sanidad local.
Las consecuencias internas
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu -sobre el que pesa una orden de arresto por supuestos crímenes de guerra de la Corte Penal Internacional-, va a por todas con esta ofensiva en un momento crucial: cuando vuelven las declaraciones por su juicio por corrupción y cuando la comunidad internacional presiona más, imponiendo sanciones o reduciendo relaciones, como en el caso de España, o anunciando el reconocimiento del Estado palestino (de Francia a Reino Unido, pasando por Bélgica o Canadá).
Internamente, las protestas de las familias de los rehenes para que cierre un alto el fuego con Hamás se multiplican y los manifestantes que le piden diálogo y no armas casi acampan a diario ante su residencia de Jerusalén, con choques policiales incluidos. Tampoco es popular que haya anunciado la movilización de 60.000 reservistas como parte del plan para tomar el control de la ciudad de Gaza.
Aún así, Bibi se ve fuerte con el apoyo creciente de sus socios de Gobierno (a más radicalidad, más aplausos de religiosos y ultranacionalistas) y el aval de EEUU, siempre el amigo americano, que acaba de darle un ultimátum a Hamás para que acepte su plan de paz o asuma las consecuencias.
¿Cree que más violencia le puede ayudar? No lo ven así analistas como Jonathan Panikoff, director de la Iniciativa de Seguridad para Oriente Medio Scowcroft del Atlantic Council, con sede en Washington. "Si el Ejecutivo sigue adelante con el plan, marcaría una dramática escalada del conflicto, con costos potencialmente irreversibles para las alianzas y la reputación de Israel", afirma. "Desde el 7 de octubre, la mayoría de los israelíes sienten que su futuro individual y colectivo está congelado en el tiempo, paralizado por una guerra que ya no tiene un objetivo militar realista y que una abrumadora mayoría de israelíes quiere terminar, en lugar de continuar basándose en una promesa ilusoria de victoria total", remarca.
"La doctrina de seguridad israelí exige victorias militares rápidas que puedan aprovecharse para obtener logros políticos; la guerra en Gaza es lo opuesto. Si Netanyahu lleva adelante su plan de "tomar" la ciudad de Gaza -y posiblemente trasladarse a otras zonas-, podría resultarle políticamente ventajoso. Pero el coste probablemente será la vida de más soldados y posiblemente la de los rehenes restantes, un atolladero continuo y una mayor pérdida de apoyo global a Israel, incluso en EEUU", augura el que fuera también oficial para Oriente Próximo en el Consejo Nacional de Inteligencia norteamericano.
Recuerda que, pese a que Trump ha estado al lado de Netanyahu en esta crisis, como lo estuvo Joe Biden, "el apoyo estadounidense a Israel ha ido disminuyendo durante años, pero la guerra de Gaza ha acelerado drásticamente ese declive, especialmente entre los estadounidenses más jóvenes de todo el espectro político". Y avisa: "Así como muchos en el movimiento MAGA han criticado el apoyo del presidente Donald Trump a Ucrania, un cambio similar en relación con Israel podría no estar muy lejos".
No es sólo EEUU. Ningún país de América, Europa o Asia tiene hoy una opinión mayoritariamente positiva de Israel, según las encuestas del Pew Research Cente. Eso se traduce en limitaciones, sanciones, acuerdos rotos o congelados... También, claro, en el mundo árabe, donde los llamados Acuerdos de Abraham para el reconocimiento mutuo con Tel Aviv (firmados ya por Sudán, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin) se han estancado, vistos los acontecimientos. Le estaba saliendo bien la jugada a Israel en lo económico, lo turístico, lo académico y hasta lo defensivo.
"La alternativa es un creciente aislamiento en el escenario internacional, lo que provocaría decisiones de aliados tradicionales que contradijeran los objetivos de política exterior de Israel, como las decisiones del Reino Unido, Francia, Canadá, Portugal y Australia de reconocer formalmente un Estado de Palestina en las Naciones Unidas el mes próximo", asume Panikoff. "La opinión de las capitales que reconocen el Estado de Palestina es que la muerte de decenas de miles de palestinos y la hambruna de millones son insostenibles moral y políticamente. Y la única manera de garantizar que no vuelva a ocurrir es que los palestinos tengan soberanía sobre el territorio donde viven".
Si Israel sigue en una línea que molesta al mundo, que incomoda a los Estados, e insiste en que puede hacer las cosas solo, puede verse en apuros, añade. Por eso habla de "corregir el rumbo". Eso se concreta en tres acciones: "restablecer alianzas discretamente", "restablecer el apoyo político bipartidista en EEUU" y, la inmediata, "no apoderarse de la ciudad de Gaza ni de ningún otro territorio en la Franja". Y se explaya: "Si Netanyahu lleva a cabo su plan de tomar el poder, un eventual nuevo gobierno debería revertir esa decisión y buscar la retirada lo antes posible. Como declararon recientemente seiscientos oficiales de seguridad israelíes retirados en una carta a Trump, Hamás 'ya no representa una amenaza estratégica para Israel'. Por lo tanto, no queda ningún objetivo militar estratégico que alcanzar continuando la guerra, y mucho menos tomando la ciudad de Gaza y gestionando las inevitables consecuencias para los cientos de miles de gazatíes que viven allí", recuerdas.
"Israel debería, en cambio, trabajar para expulsar a los líderes restantes de Hamás e impedir que el grupo terrorista forme parte del próximo gobierno de Gaza, objetivos que se pueden lograr con el apoyo árabe", concluye.

Mona Yacoubian, directora del Programa de Oriente Medio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), también ha publicado un análisis en el que afirma que la decisión del gabinete de seguridad israelí de ocupar la ciudad de Gaza "pone de relieve la ausencia de una estrategia viable a largo plazo" en la costa palestina. "De hecho, el plan de intensificar la ocupación plantea interrogantes más importantes sobre el objetivo final del conflicto por parte de Israel", expone.
"Si bien el primer ministro Netanyahu ha declarado que Israel no quiere permanecer en Gaza ni 'actuar como órgano de gobierno', tampoco ha presentado una estrategia de salida. Por el contrario, la creciente ocupación israelí en Gaza -a falta de un plan de acción posconflicto- dificultará la salida", sostiene. Es probable, además, que acabe hasta provocando "una potente insurgencia en el territorio", con viejos combatientes y nuevos reclutas, crecidos en la desesperación. "Los remanentes de Hamás, las bandas criminales y los grupos yihadistas extremistas estarían bien posicionados para contrarrestar la ocupación israelí del territorio, lo que podría impulsar la necesidad de movilizaciones aún mayores", garantiza en el think tank washingtoniano.
Pone el dedo, además, en la llaga del desgaste de las propias Fuerzas de Defensa de Israel, ante la que sus mandos han mostrado preocupación en público. Hablan de cansancio, falta de relevo o gasto de armamento y material. Porque se batalla en Gaza y en Cisjordania y en Líbano y en Siria y en Yemen y en Irán... Se plantean "nuevas preguntas sobre cómo se movilizarán las FDI para apoyar la operación en la Ciudad de Gaza". Sin contar con "las consecuencias psicológicas para los soldados, con informes de un aumento en el número de suicidios y casos de estrés postráumático", como ha informado el diario Haaretz.
No hay alto el fuego, no hay tregua, no hay descanso, sino una operación expandida con la que Netanyahu "bien podría estar sembrando las semillas de la guerra eterna de Israel en Gaza", denuncia Yacoubian. Sus ministros insisten: se abren "las puertas del infierno", vienen "las llamas contra el terror". De momento, lo que se ven son escombros y riadas de personas tratando de buscar cobijo, sin éxito.
