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Cómo funciona la Fundación Humanitaria de Gaza, el chiringuito privado de EEUU que desplaza a la ONU

Cómo funciona la Fundación Humanitaria de Gaza, el chiringuito privado de EEUU que desplaza a la ONU

La GHF ha cerrado sus centros de distribución este miércoles para realizar "reformas" y "mejoras de eficiencia". Más de cien civiles palestinos han sido asesinados por Israel al ir a sus entregas de alimentos.

Un adolescente palestino lleva alimentos suministrados por la Fundación Humanitaria de Gaza en Khan Younis, en el sur de Gaza, el 29 de mayo de 2025.Hatem Khaled / Reuters

El Ejército israelí ha confirmado que la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF, por sus sigas en inglés), el grupo apoyado por Israel y Estados Unidos para repartir comida en el enclave, no abrirá sus centros de distribución este miércoles.

"Confirmamos que mañana está prohibido transitar por las carreteras que conducen a los centros de distribución, que se consideran zonas de combate, y está estrictamente prohibido ingresar a las áreas de los centros de distribución", escribió en redes sociales el portavoz en árabe del Ejército, Avichay Adraee.

En un mensaje en árabe publicado anoche en su cuenta de Facebook, la GHF dijo que los centros permanecerán cerrados para realizar "reformas" y "mejoras de eficiencia", y que las operaciones se reanudarán el jueves.

Este anuncio se produce cuando el Ministerio de Salud de Gaza, que controla el Movimiento de Resistencia Islámico (Hamás), ha denunciado ya que al menos 102 personas han muerto cerca de puntos de distribución de ayuda humanitaria desde que esa fundación comenzó a operar, a comienzos de la semana pasada, en un movimiento que privatiza la asistencia y desplaza a las Naciones Unidas y sus agencias, que son las que hasta ahora habían coordinado los esfuerzos. 

¿Pero qué es esta especie de chiringuito, que Washington y Tel Aviv defienden como un ejemplo de colaboración-público privada? ¿Cómo trabaja? ¿Hace lo suficiente por proteger a los gazatíes? ¿Quién la comanda?

El origen

El nuevo modelo de distribución humanitaria en Gaza arrancó semanas después de que Israel anunciara su creación con el objetivo de evitar -supuestamente- que la asistencia cayera en manos de Hamás y sus afines. La Fundación Humanitaria de Gaza se convirtió de pronto en el pilar del esquema israelí de reparto, una excusa ideal para vender que tenía relevo a la ONU, de la que no hace más de denunciar una connivencia con los islamistas no demostrada o poca agilidad y profesionalidad en su cometido. 

Respaldada por Israel, la empresa está radicada en EEUU y liderada por exmilitares estadounidenses, protegida por mercenarios y con fondos de origen poco claro, aunque es una entidad independiente, según declaró la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce. Según la cadena de televisión CBS, actualmente cuenta con unos "300 contratistas de seguridad fuertemente armados" en sus filas. 

Sus trabajos en la zona comenzaron el pasado 26 de mayo, tras tres meses de bloqueo israelí a la asistencia humanitaria en Gaza, que dejaron a sus 2,3 millones de habitantes al borde de la hambruna. Las imágenes de niños desnutridos y el aviso de que 14.000 bebés podían morir si no entraba asistencia urgente llevó a que miembros del Partido Republicano y al propio presidente norteamericano, Donald Trump, a presionar al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyuahu, a que diera su brazo a torcer.  

A través de un comunicado, la nueva organización confirmó los primeros movimientos de camiones con comida a sus diversos puntos de distribución, revelando que comenzarían a repartir el alimento, aunque sin ofrecer datos concretos sobre la cantidad distribuida. Sin embargo, esa cifra ha estado lejos de completarse porque la suma entre el extremo control militar en los puntos de distribución y la desesperación de los civiles hambrientos ha resultado en un caos formidable durante los primeros días de actividades. De ahí el freno de hoy. 

Palestinos desplazados forman largas filas para recibir alimentos distribuidos por organizaciones humanitarias en el barrio de Sheikh Radwan, Gaza, el 27 de mayo de 2025.Ahmed Jihad Ibrahim Al-arini / Anadolu via Getty Images

El martes, durante el primer día completo de actividades en dos puntos de distribución de la GHF, cientos de palestinos se aglutinaron en las inmediaciones de los centros, formando una suerte de carambola humana inspirada en la desesperación y la necesidad de llevar un bocado de pan a su hogar, lastrado por la guerra y la negligencia de las autoridades israelíes. El miércoles pasó lo mismo, siempre en la zona de Al Mawasi, cerca de Rafah, la ciudad más sureña, ese trocito de tierra donde Israel dijo desde el principio de la ofensiva que crearía un área segura y que ha sido igualmente atacado, sin descanso. 

Como está delineado en el plan norteamericano e israelí, los centros de la GHF están protegidos por fuerzas de seguridad privadas y militares israelíes, quienes dispararon en el momento en que la gente logró derribar una de las rejas que rodeaba el centro. Sí, rejas, porque así entran los gazatíes a por la ayuda, en una especie de pasillos enjaulados que recuerdan a cochiqueras. Fueron las primeras muertes, que han acabado llegando a más de un centenar, insiste Hamás. 

La versión israelí inicial dijo que los disparos han sido al aire, mientras que las autoridades en Gaza señalaron que los soldados dispararon contra la gente. Tras la defensa de las primeras horas, el Ejército de Israel se vio obligado a justificar los asesinatos diciendo que sus soldados "se sintieron amenazados" por palestinos que avanzaban hacia las tropas, que se habían desviado. No han aportado prueba alguna de ataque o intimidación previa por parte de los civiles en ninguna de las dos matanzas. Los protocolos del Ejército de Israel, además, indican que ante una sospecha los disparos pueden efectuarse a extremidades, a zonas no vitales; no se tira a matar, sino a incapacitar. 

Además de este centenar de muertos por disparos, las autoridades de Gaza calculan que una veintena más de civiles han muerto desde que la Fundación comenzó a repartir la ayuda, en su intento de llegar a las zonas autorizadas para ello. Hay al menos 62 heridos, también. 

Por su parte, la GHF no ha reconocido que haya víctimas mortales ni heridos durante sus primeros días de operaciones (pese a que las ha confirmado hasta la Cruz Roja), mencionando que, a pesar de las escenas caóticas del día anterior, consiguieron distribuir alimentos sin sobresaltos mayores. Ayuda, dicho sea de paso, que no está cumpliendo con el mínimo necesario para sacar a Gaza de la crisis en que se encuentra: si están entrando unos cien camiones por día en la franja, antes de esta ofensiva entraban 500, cuando no había 54.000 muertos ni 123.000 heridos, ni hospitales y escuelas hundidas, ni el 90% de los hogares destruidos o gravemente dañados.

¿Quién está detrás de la GHF?

Creada a principios de este mismo 2025 -o sea, sin experiencia prácticamente-, la GHF nació desde la propuesta israelí por rediseñar el modelo de ayuda humanitaria internacional dentro de la Franja de Gaza, después de meses señalando a Naciones Unidas por presuntamente desviar los paquetes de asistencia internacional hacia las milicias palestinas, un señalamiento negado rotundamente por la ONU, organizaciones humanitarias y hasta por Hamás. 

Aunque en el papel la organización se hace llamar "neutral", la GHF ha sido apoyada públicamente por Israel y Estados Unidos. De sus posibles misiones anteriores a Gaza no hay rastro, algo lógico si se tiene en cuenta que no tienen ni página web explicando quiénes son y lo que hacen. Sí se ha entregado a la prensa un documento de contexto, en el que en folio y medio escaso se dan algunas pinceladas a brochazos. Afirma que "coordina una coalición que entrega ayuda esencial directamente a la población en Gaza con seguridad, imparcialidad y urgencia". Añade que tiene una segunda sede en Suiza, "para los donantes que prefieran mantenerse fuera de la estructura en EEUU", pero la Autoridad Federal de Supervisión de Fundaciones de Suiza declaró también a la CBS que la fundación "no está cumpliendo con varias obligaciones legales" y, por ello, no la considera activa a día de hoy.

Hasta el pasado 26 de mayo, su director era Jack Wood, veterano del Ejército estadounidense y cofundador del grupo Team Rubicon, que actúa en la ayuda a los damnificados por desastres naturales en el mundo. Se marchó apenas horas antes de que comenzasen los trabajos en firme, argumentando la imposibilidad de aplicar "principios humanitarios" en la operación.

"Está claro que no es posible aplicar este plan y al mismo tiempo respetar estrictamente los principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia, que no abandonaré", afirmó Wood en un comunicado difundido en redes sociales.

Ayer mismo se conoció el nombre de su sustituto: Johnnie Moore. Su perfil incide en lo ya dicho: coincidencia plena y apoyo a la visión de EEUU e Israel para la zona. Se trata de un líder evangélico y asesor de Trump en cuestiones interreligiosas, por ser miembro de la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional. También es fundador de la firma de asesoría Kairos Company, que fabrica productos en los sectores de vivienda y, ojo, atención médica. 

Moore llega al cargo tras haber publicado en sus redes que la denuncia de muertos en los repartos de la Fundación es "una mentira difundida por terroristas", como escribió en X respondiendo al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que ha reclamado una investigación independiente sobre lo ocurrido. Al contrario, insiste en que no pasa nada y que se está cumpliendo la cifra de un millón de asistencias al día. 

Hablamos de un gestor que ha defendido en público el plan de Trump para vaciar Gaza, llevar a sus pobladores a países árabes y hacer un resort a la orilla del Mediterráneo, y que tiene por tuit fijado la distinción del Centro Simon Wiesenthal, dedicada a documentar las víctimas del Holocausto y a la lucha contra el antisemitismo. 

Sobre sus fondos, tampoco está muy claro de que bolsillo provienen.. Tanto Tel Aviv como Washington han descartado su participación en la financiación de la entidad, mientras que la misma empresa dice tener más de 100.000 millones de dólares en sus arcas, prometidos por un Estado miembro de la Unión Europea, cuya identidad se mantiene en secreto por ahora, informa France 24. En Israel, se ha generado cierto debate sobre si se está pagando con dinero público la ayuda para Gaza. El 53% de los israelíes se opone ahora mismo a la entrada de ayuda humanitaria a Gaza (sólo el 34% la apoya), pese a la hambruna que pone en jaque a la población, según un sondeo del Canal 13 de televisión

En lugar de la ONU

La polémica ha envuelto la participación del GHF desde el anuncio israelí del nuevo plan de distribución alimentaria en Gaza, no sólo por los muertos que está dejando, sino porque supone poner a una firma privada al frente de una tarea que siempre ha estado reservada a organismos internacionales de reconocida solvencia, desde las agencias de la ONU a la Cruz Roja, por ejemplo. 

Tanto la ONU como otras organizaciones internacionales han rechazado este relevo, que no sólo busca un beneficio particular y una alianza con EEUU sino que supone reemplazar a las instituciones internacionales en Gaza, donde su labor de décadas ha ido vital para los palestinos. En el caso de la franja, lleva sometida al cerco de Israel desde 2007, cuando el Movimiento de Resistencia Islámico ganó las elecciones. 

Organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) señalan que los únicos que pueden entregar ayuda humanitaria de manera eficiente dentro de Gaza son los trabajadores de la ONU, debido a su extensa red de 400 centros de distribución a lo largo y ancho de la zona costera; en un principio, la GHF tiene presupuestada abrir solamente ocho y ya se ven las complicaciones para mantenerlos operativos. 

"Nos preocupa el mecanismo de ayuda propuesto para Gaza y nos inquieta profundamente que no permita que la ayuda humanitaria se distribuya de forma coherente con los principios humanitarios fundamentales de imparcialidad, humanidad e independencia", ha dicho el CICR en un comunicado.

Además, otras voces advierten de la peligrosidad que tiene la falta de neutralidad en la repartición de ayuda humanitaria, un punto esencial. Expertos e instituciones internacionales han señalado que el apoyo declarado de Israel y EEUU hacia la GHF afecta en la imagen de asepsia que debe tener una organización humanitaria, cuya responsabilidad es hacer llegar a todo el mundo la asistencia. A todo el mundo es a todo el mundo que lo necesite. 

Manifestantes israelíes bloquean los camiones de ayuda humanitaria con destino a Gaza en un puesto de control policial cerca del cruce de Kerem Shalom, 30 de mayo de 2025.Shafiek Tassiem / Reuters

Según un informe de Naciones Unidas, casi uno de cada cinco gazatíes se enfrentan a la inanición en la actualidad, tras tres meses de bloqueo israelí, mientras que el 93% de la población sufre escasez aguda de comida, agua y medicinas. Y a ello se suma la amenaza de nuevos desplazamientos forzosos, en aplicación del plan de Trump, que parece tomar  forma con las dos ampliaciones de la ofensiva terrestre de Israel anunciadas en una semana: el plan es controlar en dos meses el 75% del territorio

También preocupa el origen militar o paramilitar del personal que se supone que reparte la ayuda y vigila el proceso. Armados mientras lo hacen. No sólo se corre el riesgo de que disparen los soldados de Israel en una situación de tensión. 

La GHF ha declarado que no apoyarán con sus actividades un eventual desplazamiento forzado de la población palestina, pero la ONU ha alertado de que la logística en su manera de actuar contribuye justamente a dicha problemática. Para muestra, un botón: esos primeros ocho centros de distribución están estacionados principalmente en el sur y el centro del enclave, lo que podría provocar el desplazamiento forzado del norte de Gaza -intensamente poblado, intensamente atacado– hacía el sur, para buscar alimento. No es uniforme ni justo. El norte ha sido siempre señalado como una de las zonas en las que Hamás estaba fuerte, por la presencia de campos de entrenamiento y bases, pero de los civiles no se habla. 

Además, Naciones Unidas señala que la lejanía de los puntos de distribución, además de la presencia militar en las inmediaciones de los centros, fomentará la separación de familias y la obligatoriedad de que los representantes elegidos para ir por alimentos caminen largas distancias en medio de la peligrosidad de la guerra.

Por otro lado, el CICR señala directamente a la GHF por "militarizar" la ayuda humanitaria, mencionando que las organizaciones humanitarias presentes en Gaza, junto con Naciones Unidas, tienen la capacidad necesaria para repartir millones de toneladas de comida, y otros insumos necesarios para el bienestar de la población gazatí. Lo que ocurre es que Israel no les permite la entrada. Y cuando sí lo ha hecho, luego ha impedido los permisos de un reparto seguro. Actualmente, Naciones Unidas dispone de 160.000 palés listos para ser enviados, lo que equivale a unos 9.000 camiones, pero la entrada está bloqueada, explica su Agencia para los Refugiados Palestinos (UNRWA).

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"La ayuda humanitaria no debe politizarse ni militarizarse. Esto erosiona la neutralidad necesaria para garantizar que la asistencia se presta basándose únicamente en las necesidades, no en agendas políticas o militares", concluye el CICR.

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.