Día del Armisticio, día de amapolas: ¿por qué conmemoran las guerras mundiales?
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Día del Armisticio, día de amapolas: ¿por qué conmemoran las guerras mundiales?

En este 11 de noviembre se recuerda el momento en el que Alemania se rindió y puso fin a la Primera Guerra Mundial. Las flores rojas son el símbolo de este día, en recuerdo a los caídos.

Cruces con amapolas de recuerdo en las tumbas de soldados escoceses caídos por Reino Unido, en una imagen de archivo.John Lawson, Belhaven / Getty

Este 11 de noviembre se celebra nuevamente el Día del Armisticio, que conmemora el cese de las hostilidades de la Primera Guerra Mundial, a las 11 de la mañana del 11 de noviembre de 1918. Esta jornada se ha convertido en una conmemoración de paz y para honrar a los veteranos de las dos Guerras Mundiales en varios países, aunque se celebra bajo diferentes nombres, como Día del Recuerdo (en los Estados de la Commonwealth) o "Día de los Veteranos" (en Estados Unidos).

El origen de este día está en la paz firmada entre los Aliados y el Imperio alemán que puso fin a los combates en el frente occidental de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Es especialmente sensible su conmemoración en Francia, donde es el Día Nacional de la Victoria y la Paz, que se celebra con ceremonias en todo el país, incluyendo la de la tumba del soldado desconocido bajo el Arco del Triunfo en París, y también en EEUU, donde los cementerios se llenan para homenajear a los soldados caídos. También en Reino Unido, con su Remembrance Day, que llena las calles y las iglesias, o en Bélgica, donde es un festivo y se hacen ofrendas de flores en cada pequeña esquina donde haya placas o estatuas en recuerdo de los que batallaron, justo en un país al que llaman con justicia "el campo de batalla" de Europa. 

De punta a punta, en todas estas naciones se usa un mismo símbolo para el recuerdo: una roja amapola, que se pone en las solapas o en el pecho, que se lucen con orgullo y memoria. ¿Pero por qué esta flor y no otra? 

La razón tiene que ver con la guerra, sí, pero también con un poema. En la primavera de 1915 tuvo lugar la segunda batalla de Ypres (en Bélgica). Arrancó el 2 de abril y concluyó el 25 de mayo. Durante más de un mes, las fuerzas británicas (en cuyas filas había canadienses y australianos), franceses y belgas se enfrentaron a las tropas del imperio alemán. La batalla fue más que cruel: murieron 100.000 personas, 70.000 de ellas del lado aliado. Muchas de esas muertes fueron por la asfixia y las heridas causadas por el gas cloro: fue la primera batalla química de la contienda. 

El teniente coronel Joe McRae combatió con los aliados en esa batalla. Sobrevivió, pero el canadiense, que era médico de profesión, también era poeta en sus ratos libres, así que trató de plasmar en unos versos lo ocurrido en aquella batalla. En los campos de Flandes, publicado ese mismo año, dice así: "In Flanders' fields the poppies blow / Between the crosses, row on row (“En los campos de Flandes las amapolas florecen / Entre las cruces, fila tras fila”). Una frase que se aprecia en monumentos conmemorativos. 

Este es el texto completo:

En los campos de Flandes

crecen las amapolas.

Fila tras fila

entre las cruces que marcan nuestras tumbas.

Y en el cielo aún vuela y canta la valiente alondra,

su voz apagada por el fragor de los cañones.

Somos los muertos.

Hace pocos días vivíamos,

cantábamos auroras, veíamos el rojo del crepúsculo,

amábamos, éramos amados.

Ahora yacemos, en los campos de Flandes.

Contra el enemigo proseguid nuestra lucha.

Tomad la antorcha que os arrojan nuestras manos exangües.

Mantenedla bien en alto.

Si faltáis a la fe de nosotros los muertos,

jamás descansaremos,

aunque florezcan

en los campos de Flandes,

las amapolas.

El poema se publicó en una revista inglesa, Punch, de forma anónima. Las pieza rompió el cariz humorístico de la publicación, dando paso a la emoción, sin patrioterismos. 

Las amapolas que florecían no eran solo amapolas. Representaban las heridas de los soldados, los disparos que rompías cuerpos y lanzaban una flor de sangre, de un rojo vivo, que McRae identificó con amapolas.

El doctor canadiense murió de neumonía antes del fin de la guerra. No vio la paz. Tampoco cómo una mujer, la norteamericana Moina Michael, proponía, empleando su poema como base, utilizar las amapolas como símbolo del recuerdo y de la esperanza an un futuro mejor. Fue así como en 1921, los veteranos norteamericanos y británicos adoptaron la amapola -de tela roja y con un corazón negro- como símbolo para lucir cada año, todos los años en una jornada dedicada a recodar a los caídos: el Rememberance Day, como ellos lo llaman. 

Aún quedan hoy muchos motivos para recordar aquellas guerras y la necesidad de prevenir nuevos odios y totalitarismos. Todavía restan al menos 59 guerras por cerrar. Las amapolas siguen siendo necesarias.  

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