Donald Tusk, el reinicio de la democracia polaca

Donald Tusk, el reinicio de la democracia polaca

Polonia deja a la ultraderecha y se aferra a un nuevo primer ministro que ha unido a toda la oposición con valores básicos: estado de derecho y más Europa. 

Donald Tusk, felicitado en el Parlamento de Varsovia tras ser elegido primer ministro.Czarek Sokolowski / AP

Durante los meses previos a la campaña electoral, la televisión estatal polaca emitió cada lunes una de documentales en los que, bajo el título 'Reset' (reinicio), se criticaba los gobiernos de Donald Tusk entre 2007 y 2015. Ahora, tras recibir la confianza del Parlamento, el político liberal se prepara exactamente para el reinicio, pero de la democracia en su país.

En la serie, que era ampliamente comentada cada semana por varios miembros del Gobierno ultraconservador de Ley y Justicia (PiS), actores caracterizados como Tusk o Vladímir Putin escenificaban supuestos encuentros secretos en los que quedaban patentes la "sumisión" y "los muchos enigmas" que, según la voz del narrador, rodeaban las relaciones entre Polonia y Rusia durante esos años.

Ahora, y a pesar de la presión que medios públicos como la televisión nacional han ejercido sobre los polacos durante ocho años, Tusk (Gdansk, 1957) se prepara para reiniciar la democracia en su país, que estaba sumergido en una deriva ultraderechista.

Experiencia en Europa

Su pasado como primer ministro de Polonia, interrumpido en 2014 para asumir la presidencia del Consejo Europeo, es considerado en el imaginario colectivo de los polacos como el período en que el país del Vístula se abrió definitivamente al mundo, ganó prestigio y se sacudió de encima un complejo de inferioridad que parecía insuperable.

Este ardiente defensor del proyecto europeo y de los valores liberales ha sido capaz de ganarse de nuevo la confianza de sus compatriotas y liderará un Gobierno apoyado en la coalición de más de 15 partidos que cubren el espectro político del centro derecha hasta la izquierda moderada.

Con el bagaje de ser "el único hombre que ha conseguido derrotar al PiS", Tusk consiguió movilizar a la amplia base social descontenta con la política reaccionaria del Gobierno, así como dar visibilidad a los colectivos más agraviados por el ultraconservador PiS.

También ha conseguido insuflar en la sociedad polaca una pasión por la política que no se veía desde 1989, y nada menos que el 74 % de los convocados a las elecciones del pasado 15 de octubre acudieron a votar.

Liberalismo moderado y regeneración social

Aunque PO, la formación que lidera Tusk, hace bandera del liberalismo económico, un progresismo moderado y una política social menos proteccionista que la del ultraconservador PiS y al mismo tiempo respetuosa con los derechos civiles, las tendencias presentes en el partido y en el resto de la coalición son dispares y pueden traer la inestabilidad a medio plazo.

Asimismo, las profundas y continuadas disputas del Gobierno con Bruselas han sido esgrimidas por Tusk para defender uno de los pilares fundamentales de su campaña y una de las pocas cuestiones capaces de aunar a la mayoría de los ciudadanos polacos: la permanencia en la Unión Europea y la vuelta de Polonia a la mesa de las grandes democracias.

La tarea es ingente y las dificultades muchas, con un presidente, Andrzej Duda, que ha prometido "defender los grandes logros de los últimos ocho años" en nombre del PiS, así como muchas de las instituciones polacas, como el Tribunal Constitucional, en manos de elementos leales al anterior Gobierno.

Una nueva etapa

El primer éxito de Tusk ha consistido en aunar las voluntades de una mayoría absoluta que representa a 11 millones de votantes y que tiene como prioridad sanar los conflictos internos de una sociedad polarizada, como demostraron las manifestaciones multitudinarias de las Marchas de las Mujeres.

Polonia, que en los últimos tiempos ha hecho valer su valor específico en Europa y el mundo, con el protagonismo que ha cobrado en el contexto de la guerra de Ucrania, está en una posición ideal para comenzar a rentabilizar el crédito internacional adquirido de la mano de Tusk y pasar, de ser el socio díscolo y centrífugo de la Unión Europea, a ser el bastión europeísta más importante al este de Berlín.