El fin de la guerra lo marca el regreso a Ikea en Rusia, según un estudio
El regreso de las marcas occidentales al país de Putin es visto como una señal de normalidad para los rusos.

Con el inesperado acercamiento entre Moscú y Washington, los ciudadanos rusos comienzan a imaginar el fin del aislamiento y el regreso a la normalidad, simbolizado por la vuelta de Ikea y otras marcas occidentales. Los muebles de Ikea, las tarjetas Visa, los vuelos directos al exterior y las plataformas de entretenimiento que fueron prohibidas tras la invasión de Ucrania podrían estar nuevamente al alcance de los rusos.
Uno de los motivos es el reciente deshielo en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, el cual ha generado esperanzas de una posible reapertura económica. "Esperábamos algunos cambios", comentó un alto funcionario del Kremlin bajo anonimato. "Pero, por supuesto, no esperábamos un cambio tan tremendo".
Las declaraciones del presidente Donald Trump, alineadas en parte con las del presidente Vladímir Putin sobre la invasión, han dado paso a especulaciones sobre el regreso de marcas extranjeras y la reactivación de servicios financieros internacionales. Kirill Dmitriev, enviado comercial de Putin, insinuó que algunas empresas estadounidenses podrían volver a operar en Rusia a mediados de año.
"Me siento como si hace tres años hubiéramos tomado aire y nos hubiéramos quedado quietos, esperando poder exhalar. Ahora podemos hacerlo, con cautela" , expresó un dentista de Moscú.
"No se trata de marcas, por supuesto, sino del hecho de que son elementos de la vida 'normal' que todo el mundo quiere recuperar”, subrayó un alto directivo de 52 años de una gran empresa con sede en Moscú. "Todo el mundo está terriblemente cansado de vivir aislado mientras su país está matando gente en el país vecino. Hay una sensación de esperanza, por primera vez en todos estos años. Realmente quiero creer que todo esto no es falso”.
A pesar del optimismo, las autoridades rusas advierten que la apertura no será indiscriminada. "No esperamos a nadie con los brazos abiertos. Tendrán que pagar por todo, por su comportamiento", afirmó el ministro de Comercio Antón Alikhanov. Asimismo, el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, reforzó esta idea, señalando que Rusia priorizará la autosuficiencia y solo permitirá el regreso de empresas que no representen un riesgo para su economía.
Mientras algunos ciudadanos celebran la posibilidad de recuperar su estilo de vida previo a la guerra, otros mantienen el escepticismo. "Las expectativas más altas, si no se materializan, conllevan la mayor decepción", advirtió Igor, especialista en TI de San Petersburgo.
Ekaterina Schulmann, socióloga y académica, cree que el entusiasmo inicial podría desvanecerse rápidamente. "La gente está cansada, harta de tener miedo, y se esfuerza por conseguir cualquier tipo de final, por un acontecimiento que puedan interpretar como un retorno a la normalidad. Adelanto: se sentirán decepcionados".
A pesar de la incertidumbre, para muchos rusos la posibilidad de un futuro sin guerra es una sensación nueva y esperanzadora. "En general no hay mucho optimismo, pero puedo decir que hasta hace muy poco no lo había en absoluto", concluyó el dentista moscovita.
