Este pelotón representa el 2% del ejército de Ucrania: "Responsable del 30% o 50% de las pérdidas rusas"
Muchos operadores de este grupo no proceden del ejército tradicional, sino del mundo digital: gamers, DJs, o perfiles técnicos.

La cifra resume mejor que ningún parte de guerra cómo está cambiando el conflicto en Ucrania, más allá de un posible e inminente acuerdo de paz. Una unidad que apenas representa el 2% de las Fuerzas Armadas ucranianas sería responsable de entre el 30% y el 50% de las pérdidas rusas. No se trata de una brigada acorazada ni de artillería pesada, sino de la Fuerza de Sistemas No Tripulados, el corazón de la revolución del dron en el campo de batalla.
La estimación la lanza Maik Keller, mayor general alemán y subcomandante del Estado Mayor de Apoyo y Entrenamiento de la OTAN para Ucrania, en una extensa entrevista con el diario Die Welt. Keller habla desde Wiesbaden, donde la OTAN coordina desde finales de 2024 el apoyo militar occidental a Ucrania, sin intervenir directamente en el conflicto contra Rusia.
El cuartel general que mantiene viva la cadena de suministro
El centro neurálgico de esta coordinación es el cuartel Lucius D. Clay, en Wiesbaden. Allí trabajan unos 350 militares de 31 países, incluidos socios no pertenecientes a la OTAN, como Australia o Nueva Zelanda. Su misión es tan poco visible como decisiva: asegurar que las armas, la munición, las piezas de repuesto y el entrenamiento lleguen a Ucrania de forma constante.
Para entender esta escala, Keller pone un ejemplo: solo desde el modo logístico de Polonia se mueven unas 18.000 toneladas de material al mes. Desde el inicio de la guerra se han registrado cerca de 70.000 movimientos de equipos, una cifra que ilustra la dimensión industrial del esfuerzo.
Tres frentes con escasez: retaguardia, línea de combate y ataques profundos
Según Keller, Ucrania tiene carencia en todos los niveles. En la retaguardia, la prioridad absoluta es la defensa aérea frente a oleadas masivas de drones Shahed, misiles de crucero y misiles balísticos. Sistemas como Patriot, Iris-T, NASAMS o SAMP/T son críticos, aunque incluso con ellos "si 600 drones llegan en una sola noche, cualquier país tendría un problema enorme".
En el frente, pese al protagonismo mediático de los drones, la artillería sigue siendo indiscutible. "Un trozo de hierro que cae del cielo es efectivo con cualquier clima y al margen de la guerra electrónica", explica. Drones, artillería, combinados, multiplican su eficacia. A ello se suman minas anticarros y sistemas de guerra electrónica, ofensivos y defensivos.
El tercer nivel es el del fuego profundo: ataques de largo alcance contra objetivos rusos antes de que puedan disparar. Keller lo resume con una frase clásica: "Dispara al arquero, no a la flecha".
Reparar lo imposible para no perder sistemas clave
Otro frente silencioso es el de las reparaciones. Muchas armas suministradas no pueden sustituirse fácilmente. Keller relata el caso de un radar Patriot dado por perdido por el fabricante, que fue recuperado gracias a técnicos de la Fuerza Aérea alemana y devuelto al combate. "Es difícil de cuantificar, pero es crucial para mantener la capacidad operativa", subraya.
El problema es mayor con sistemas antiguos como el Leopard 1A5 o el Gepard, cuyos repuestos escasean. La solución pasa por transferir licencias y conocimiento para que Ucrania fabrique sus propias piezas, algo que la industria local ya está demostrando poder hacer.
El factor decisivo: los drones y una guerra que cambia de forma
La parte más reveladora de la entrevista llega cuando Keller describe el impacto real de los drones. La Fuerza de Sistemas No Tripulados de Ucrania, pese a su tamaño reducido, estaría detrás de hasta la mitad de bajas rusas. No solo por la tecnología, sino por la mentalidad.
Muchos operadores no proceden del ejército tradicional, sino del mundo digital: gamers, DJs, o perfiles técnicos capaces de adaptarse con gran rapidez. Los ciclos de innovación son tan cortos que cado dos o tres semanas surgen nuevos sistemas, lo que obliga a actualizar tácticas y entrenamiento de forma constante.
"El carro de combate pesado y las grandes unidades blindadas ya no dominan el campo de batalla", afirma Keller. Cualquier cosa que se mueva a 20 kilómetros por delante o por detrás del frente es detectada y atacada.
Para la OTAN, Ucrania es al mismo tiempo un aliado al que apoyar y un laboratorio de guerra real. La lección principal es que el futuro pasa por sistemas baratos, numerosos y desechables, no por acumular arsenales que quedan obsoletos en semanas.
