El mundo entero, pendiente de la respuesta de Irán a los ataques de Estados Unidos a sus instalaciones nucleares
Teherán sopesa, entre otras opciones para tomar represalias, el cierre del Estrecho de Ormuz, lo que afectaría a gran parte del comercio mundial y al envío de petróleo.

El conflicto entre Irán, Israel y Estados Unidos ha cruzado un umbral peligroso, y el mundo entero contiene el aliento ante la respuesta que pueda desencadenar Teherán en las próximas horas. Después de que Washington participara junto a Tel Aviv en el mayor ataque militar occidental contra la República Islámica desde la revolución de 1979, una ofensiva quirúrgica que arrasó instalaciones nucleares clave con misiles antibúnker y Tomahawk, el Gobierno iraní baraja varias opciones de represalia que incluyen, según su Parlamento, el cierre del Estrecho de Ormuz, el canal por donde fluye casi una cuarta parte del petróleo mundial. Mientras tanto, Donald Trump exhibe músculo en su red Truth Social: “Daño monumental en todas las instalaciones nucleares. ¡Diana!”. Y amenaza: “Si no hacen las paces, los próximos ataques serán mucho mayores y más fáciles”.
La planta subterránea de Fordow, en la que supuestamente Irán estaría desarrollando las centrifugadoras de uranio enriquecido, fue uno de los objetivos del bombardeo de EEUU del sábado. Según imágenes por satélite, la instalación ha sufrido daños severos, aunque la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) todavía no ha podido confirmar la magnitud exacta. “No es posible valorar aún el impacto bajo tierra”, explicó su director, Rafael Grossi a la CNN. Una fuente iraní ha señalado a Reuters que “la mayoría del uranio altamente enriquecido en Fordow ya había sido trasladado antes del ataque”, aunque el dato no ha podido verificarse. La operación incluyó 75 misiles y hasta 14 bombas de 13.600 kilos. “Un éxito militar espectacular”, proclamó Trump, que ha insinuado incluso la posibilidad de un cambio de régimen en Teherán: “Si el actual Gobierno no puede HACER GRANDE A IRÁN DE NUEVO, ¿por qué no habría un cambio? MIGA!!!”.
Desde Teherán, el régimen respondió al ataque con una advertencia directa: “Habrá consecuencias duraderas por este ataque”, anunció en un comunicado oficial. En la misma nota, dejó claro que serán sus propias Fuerzas Armadas las que marcarán los tiempos y la intensidad de la represalia: “Nuestras Fuerzas Armadas decidirán el momento, la naturaleza y la escala de la respuesta”. El ministro de Exteriores, Abbas Araqchi, reforzó esa postura desde Estambul: “No habrá retorno a la diplomacia hasta que Irán haya respondido”, declaró. Y añadió: “Estados Unidos ha demostrado que no respeta el derecho internacional. Solo entiende el lenguaje de la fuerza”.
Ya entrada la mañana, el Ejército iraní advirtió hoy al presidente estadounidense de que la "guerra" que ha empezado con Irán la "acabará" Teherán y avisó a Washington de "consecuencias graves, lamentables e impredecibles" por los ataques contra su suelo. "Señor Trump, el apostador. Tu empezaste esta guerra pero la acabaremos nosotros", dijo el portavoz del Comando Unificado de Operaciones Khatam al-Anbiya, el teniente coronel Ebrahim Zolfaghari, informó IRNA.
Eso, en las palabras. En los hechos, las sirenas han sonado durante unos 20 minutos en todo Israel por el lanzamiento de "varios misiles", pero se desconoce por ahora sin han sido interceptados o han causado daño. Ha ocurrido hacia las nueve de la mañana.
Irán acusa a EEUU de “flagrante agresión”
La ofensiva militar también ha tenido consecuencias inmediatas en la arena diplomática. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se reunió de urgencia este domingo tras el ataque estadounidense. En esa sesión, Rusia, China y Pakistán presentaron una resolución conjunta que exige un alto el fuego inmediato e incondicional, la protección urgente de civiles y un retorno a la vía diplomática “aceptable para todas las partes”. La propuesta no prosperó.
El representante iraní ante la ONU, Saeid Iravani, intervino para acusar a Estados Unidos de “hacer la guerra bajo un pretexto falso y absurdo” y de cometer una “flagrante agresión”. Aseguró que Irán responderá “de forma proporcionada” cuando lo decidan sus Fuerzas Armadas, y acusó a Benjamin Netanyahu de arrastrar a EE.UU. a “otra guerra costosa e infundada”. También cargó contra “el silencio, el doble rasero y la complicidad de organizaciones internacionales y de países como Francia y Reino Unido”.
Desde la otra orilla, la embajadora estadounidense, Dorothy Shea, defendió la operación como “una actuación en defensa de nuestro aliado y sus ciudadanos”. “Irán lleva 40 años gritando ‘muerte a América’ y ‘muerte a Israel’. Es una amenaza constante a la paz mundial”, dijo. El representante de Israel, Danny Danon, fue más allá: “Gracias, Donald Trump, por actuar cuando tantos vacilaron”, afirmó, y acusó a Irán de usar la diplomacia como “camuflaje” para enriquecimiento de uranio y desarrollo de misiles.
El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió de que el ataque de Washington “marca un giro peligroso en una región que ya se tambalea” y pidió detener los combates y retomar “negociaciones serias y sostenidas”. Defendió que el Tratado de No Proliferación Nuclear (firmado por Irán, no por Israel) sigue siendo “una piedra angular de la paz”. Por su parte, Rafael Grossi, director del OIEA, alertó de una “grave degradación de la seguridad nuclear” y advirtió que existe “riesgo real” de fuga radiactiva si se ataca la planta de Busherh. “La escalada militar pone en peligro vidas y retrasa la diplomacia necesaria para resolver esta crisis”, concluyó.
El Estrecho de Ormuz como punto de presión
A la espera de una decisión definitiva por parte del Consejo Supremo de Seguridad Nacional (órgano que encabeza un hombre de confianza del líder supremo Alí Jamenei), el Parlamento iraní ya ha autorizado cerrar el Estrecho de Ormuz. La cadena oficial iraní confirmó que “el cierre del estrecho requerirá la aprobación del Consejo Supremo de Seguridad Nacional”.
La amenaza, aunque no se ha materializado, ya ha tenido consecuencias económicas inmediatas. El Brent se disparó un 2,4 % hasta los 78,89 dólares por barril, y el West Texas subió a 75,71 dólares. Goldman Sachs calcula que, si se cierra la vía durante un mes, el crudo podría tocar los 110 dólares.
Por ese paso de apenas 33 kilómetros de ancho entre Irán, Omán y los Emiratos Árabes Unidos transita el 20% del gas natural licuado y el 25% del petróleo global. El impacto en la economía mundial sería fulminante: inflación, encarecimiento del transporte, ralentización del crecimiento y presión sobre los bancos centrales, que ya valoran los efectos de esta escalada en sus políticas de tipos. La Reserva Federal estadounidense, por ejemplo, ha enfriado las expectativas de una bajada de tipos y los inversores especulan ahora con que se retrase hasta septiembre.
El Pentágono ha reforzado su presencia en toda la región, desde Irak hasta Siria, y ha emitido alertas a todos los ciudadanos estadounidenses en el exterior para que extremen la precaución. “Se ha incrementado la protección de tropas en Oriente Medio”, confirmó el general Dan Caine. El Departamento de Estado, además, ha emitido una alerta global de seguridad en la que recomienda a los ciudadanos estadounidenses “extremar las precauciones” y evitar viajes a Israel. “Existe la posibilidad de manifestaciones contra ciudadanos e intereses estadounidenses en el extranjero”, señala el comunicado. Como parte del dispositivo, Washington ha iniciado la evacuación de sus nacionales residentes en el país hebreo. La Casa Blanca insiste en que no busca una guerra abierta con Irán, pero ha avisado de que tomará represalias si Teherán ataca sus bases en la región.
Trump agita la idea de un “cambio de régimen”
En mitad de la ofensiva militar, Donald Trump ha vuelto a servirse de su altavoz favorito, Truth Social, para lanzar un mensaje que resuena tanto en Teherán como en Washington: la posibilidad de un cambio de régimen en Irán. “No es políticamente correcto usar el término ‘Regime Change’, pero si el actual régimen iraní no es capaz de HACER GRANDE A IRÁN DE NUEVO, ¿por qué no iba a haber un cambio de régimen??? MIGA!!!”, escribió el expresidente, dejando claro que su ambición no se limita a destruir las infraestructuras nucleares, sino a alterar el equilibrio político en el país.
La declaración llega en un momento crítico, justo después del mayor ataque occidental sobre suelo iraní en más de cuatro décadas, y en un año electoral en el que Trump busca presentarse como el líder fuerte que acabará con las amenazas globales “sin medias tintas”. Pero sus palabras han provocado un terremoto dentro y fuera de su propia administración. Mientras él avivaba la idea con su estilo habitual —provocador, hiperbólico y cargado de símbolos como el “MIGA”—, varios altos cargos del Ejecutivo han intentado contener el incendio.
“El objetivo de esta misión no ha sido, ni es, el cambio de régimen”, aseguró el secretario de Defensa Pete Hegseth desde el Pentágono. “Ha sido una operación de precisión contra el programa nuclear iraní, no una intervención política”. También el vicepresidente JD Vance negó que Washington esté trabajando activamente para derrocar al Gobierno de los ayatolás. La contradicción no es nueva: la Casa Blanca intenta mantener un perfil institucional ante la comunidad internacional, mientras Trump dinamita cualquier relato de moderación desde su púlpito digital.
La ambigüedad parece deliberada. El expresidente quiere jugar a ser el halcón y la paloma a la vez. Presume del “daño monumental” infligido y exige a Irán que no responda si quiere evitar represalias aún mayores, pero al mismo tiempo deja caer que un nuevo liderazgo iraní —más afín a sus intereses y menos hostil a Occidente— sería la solución ideal. En el fondo, vuelve a activar una narrativa que la diplomacia estadounidense no verbaliza desde los años más crudos de la era Bush: la de que Irán no es solo un enemigo estratégico, sino un régimen ilegítimo que debe caer. Y lo hace sin necesidad de tropas sobre el terreno, al menos por ahora.
Sin embargo, no todos en el bloque occidental comparten esa ambigüedad estratégica. En una conversación telefónica mantenida el domingo, el primer ministro británico, Keir Starmer, y Donald Trump coincidieron en que “Irán nunca debe desarrollar un arma nuclear”, pero también subrayaron “la necesidad de que Irán vuelva a la mesa de negociaciones lo antes posible y avance hacia un acuerdo duradero”. En su comunicado, Downing Street evitó cualquier referencia a un cambio de régimen y apostó por retomar cuanto antes el diálogo nuclear, congelado tras los bombardeos. Francia y Alemania también manifestaron su disposición a contribuir en una vía diplomática que frene la escalada. Todos ellos, eso sí, reiteraron que “Irán jamás puede tener armas nucleares” y reafirmaron su “apoyo a la seguridad de Israel”.