La diplomacia coercitiva de Trump: qué consecuencias puede tener la pausa en la ayuda militar a Ucrania
A falta de que el presidente de EEUU detalle el alcance de su bloqueo, queda claro que busca presionar por las bravas a Zelenski para que se disculpe y firme el acuerdo de minerales. El impacto no será inmediato, pero si dura, se pagará en las trincheras.

Dicen los manuales que "diplomacia coercitiva" o "persuasión contundente" es el intento de que un actor internacional, estatal o no, cambie su comportamiento, ya sea a través de la amenaza del uso de la fuerza o del uso real de fuerza limitada. A partir de ahora, los libros de texto pueden ilustrar esta entrada con una foto de Donald Trump levantándole el dedo a Volodimir Zelenski en la Casa Blanca y con la primera gran consecuencia de aquel apercibimiento: la orden del presidente de Estados Unidos de suspender el envío de toda la ayuda militar a Ucrania. La guerra indirecta.
La anunciada esta pasada madrugada es una decisión sine die que depende de que su homólogo de Kiev se disculpe -porque el republicano entiende falsamente que ha sido un desagradecido y fue a insultarle en su propia casa- y firme el acuerdo bilateral de minerales que tienen pendiente. Sólo así entenderá que Zelenski está listo para sentarse en una mesa con Rusia y negociar la paz en su país, invadido por el vecino hace ya más de tres años. Conversaciones, dicho sea de paso, para las que aún no le ha dado a Kiev ninguna garantía de seguridad futura, que es justo lo que Zelenski le reprochó, desesperado, en el Despacho Oval.
Ya esta tarde EEUU se ha acercado al primero de sus objetivos: que el ucraniano se rebaje y medio pida perdón. Asegura que quiere "arreglar las cosas" con Trump y llama a reanudar "la cooperación y la comunicación" entre ambas partes de una forma constructiva. "Mi equipo y yo estamos dispuestos a trabajar bajo el fuerte liderazgo del presidente Trump por una paz duradera", ha escrito en la red social X. Ha planteado una tregua y dice estar listo para, "en cualquier momento y en cualquier formato que sea conveniente", firmar el pacto por el que el millonario va a esquilmarle sus recursos naturales. Deuda de la ayuda pasada que se quiere cobrar.
A la espera de ver si el mensaje de Zelenski parece suficiente en Washington, sobre la mesa lo que están son los obstáculos a las armas de Trump, que han causado conmoción porque rompen con la tendencia de todos estos años de contienda. EEUU ha estado siempre al lado de Kiev, proporcionando ayuda militar (armas, equipos, formación) y financiera. El republicano vira para obligar a Zelenski a que trague con la hoja de ruta para la pacificación que Washington está diseñando con el agresor, Moscú. Es natural que el portavoz de Vladimir Putin diga que este freno "podría impulsar al régimen de Kiev a un proceso de paz" y puede ser "la mejor contribución para la paz" puesta sobre el tapete en este tiempo, según ha dicho hoy Dmitri Peskov.
Desde luego, sí para un atacante que está más fuerte sobre el terreno, con un 20% de Ucrania en su poder, y al que EEUU no le ha pedido por ahora ni una sola exigencia para comenzar a hablar y restablecerlo como un interlocutor internacional válido. Todo lo contrario, sus funcionarios estudian qué sanciones levantarle y hasta cómo puede volver al redil del G7, informa Reuters.
Aún así, la "pausa" anunciada por Trump tiene muchas lagunas por llenar. Se sabe que afectará a todo el equipo que por ahora no había entrado en Ucrania, que esperaba en naves en suelo polaco o estaba en tránsito. Se calcula que hablamos de bienes por valor de algo más de mil millones de dólares en armas y municiones. En ese lote se incluyen cohetes, misiles, armas antitanque y blindados, en los que Kiev ha confiado este tiempo para repeler los ataques de la Federación Rusa o tratar de reconquistar suelo ocupado.
Se estima que un tercio de todos los suministros militares de Ucrania vienen hoy de EEUU, pero la clave no está sólo en la cantidad, sino en la calidad, porque el suyo es un material clave para proteger especialmente los cielos ucranianos, sus ciudades, sus espacios civiles y sus infraestructuras esenciales, que dependen en gran medida de las defensas aéreas norteamericanas, y también para golpear posiciones rusas, incluso en su territorio, con más alcance, certeza y potencia.
El traslado de armas nunca ha sido sencillo, lleva tiempo y por eso no se cree que el impacto de la orden de Trump sea inmediato. Sin embargo, si el grifo se cierra por mucho tiempo, por mucho que ayuden las naciones europeas, las consecuencias en el campo de batalla serán catastróficas en unos meses, cuando es Rusia quien tiene mayor empuje, cuando llegará el buen tiempo y se retomarán las ofensivas más dañinas. El golpe, se mire por donde se mire, es duro, también en el ánimo de los ucranianos, que se ven desprotegidos, desamparados.
De qué ayuda estamos hablando
El Congreso de Estados Unidos ha aprobado hasta ahora más de 180.000 millones de dólares en asistencia total para Ucrania desde la invasión rusa, iniciada el 24 de febrero de 2022. También hay un montante de asistencia presupuestaria entregada en su mayor parte a través de un fondo fiduciario del Banco Mundial (BM) y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que ha sido recortada drásticamente por la Administración Trump. Una parte de esta financiación ha ayudado a Ucrania a pagar los salarios de profesores y médicos y a mantener estructuras básicas del gobierno en funcionamiento.
La pausa en la ayuda militar que acaba de anunciarse se aplica principalmente a la ayuda aprobada previamente por el demócrata Joe Biden. Esos envíos ya se han reducido al mínimo desde que el presidente Trump asumió el cargo, el 20 de enero, y en estas semanas el republicano no ha aprobado ninguna nueva asistencia a Ucrania y no hay señales de que haya un nuevo paquete de ayuda del Congreso en el corto plazo.
El Instituto Kiel para la Economía Mundial -con sede en Berlín y que contabiliza el esfuerzo de los aliados desde el inicio de la invasión- sostiene que EEUU ha entregado medios militares por valor de 69.000 millones de dólares, siendo el mayor donante individual (pero no pone más que Europa, como dice Trump, porque los socios continentales de Zelenski han puesto sobre la mesa hasta el 60% del total, casi el 51% de miembros de la UE).
El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, radicado en Washington), publicó el 1 de marzo un análisis titulado ¿Está condenada Ucrania ahora? en el que se analizaba la crisis del Despacho Oval y se proyectaba ya la posibilidad de que Trump frenase la ayuda militar. Los analistas Mark F. Cancian y Chris H. Park actualizan el dato de ayuda militar hasta los 86.000 millones de dólares repartidos en cinco partidas complementarias y en el presupuesto base del Departamento de Defensa. Según el grado de ejecución de las partidas, aún quedan "alrededor de 4.000 millones de dólares de autoridad para la retirada de equipos, pero Defensa se ha quedado sin dinero para reemplazarlos y no ha estado dispuesto a liberarlos cuando no hay garantía de su reemplazo", añaden. Menos aún en la era Trump.
Así que había partidas por entregar, por lo que no se puede decir que todo lo aprobado haya llegado a Ucrania. "La ayuda tarda mucho en llegar y todavía hay mucho en proceso de entrega. El equipo seguirá llegando durante años", dicen los expertos. Siempre que no se frene desde Washington, como ha ocurrido. En realidad, Trump podría seguir sin aprobar nuevas ayudas, viviendo en parte de las rentas de lo ya acordado en la legislatura pasada, pero no está dispuesto a ello para presionar a Kiev.
Durante el tiempo de relaciones intactas, EEUU ha proporcionado a Ucrania todo el espectro de equipamiento que necesita un ejército, desde armas pesadas (por ejemplo, tanques) hasta municiones (proyectiles de artillería y misiles de defensa aérea) y suministros (de equipo médico a ropa para climas fríos). "Los paquetes recientes parecen cubrir la producción mensual de equipo que escasea en EEUU, como proyectiles de artillería, sistemas de defensa aérea y armas antitanque como el Javelin", expone en CSIS.
Especialmente destacada ha sido la aprobación de más de 40 lanzacohetes múltiples HIMARS para aumentar la potencia de fuego de Ucrania y una docena de Sistemas Nacionales Avanzados de Misiles Tierra-Aire (NASAMS) para la defensa aérea. En noviembre pasado, EEUU dio permiso a Kiev para usar en suelo ruso sus misiles balísticos ATACMS y se han entregado 3.000 misiles antiaéreos Stinger. Todo ello, decisivo en la contienda. Otros refuerzos militares desde EEUU incluyen cientos de Humvees, 31 tanques Abrams, 45 tanques T-72B, más de 300 vehículos de combate de infantería Bradley, 20 helicópteros Mi-17 y diversos tipos de drones.
Además de las armas, los ejércitos en combate necesitan municiones de todo tipo -EEUU ha puesto en este conflicto unos 4,5 millones de municiones, dice el Kiel-, desde armas pequeñas hasta morteros y artillería, más una gran cantidad de suministros ordinarios como camiones, gafas de visión nocturna y piezas de repuesto.
Los analistas recuerdan que será más difícil "detener los envíos de armas recién producidas de contratos que Ucrania firmó con la industria de defensa, aunque con fondos proporcionados por Estados Unidos". Y es que, legalmente, esos fondos pertenecen a Ucrania. Sin embargo, "la Administración Trump podría desviar los envíos a las fuerzas estadounidenses utilizando el Título I de la Ley de Producción de Defensa u otras autoridades de emergencia, citando requisitos nacionales. Aunque esa afirmación sería exagerada, la Administración Trump no ha dudado en utilizar las autoridades de emergencia para sus objetivos políticos". Otro punto a vigilar en los próximos días.
Se suele poner el énfasis en el equipamiento, pero eso no debe ocultar el esencial apoyo "blando", por ejemplo, en materia de entrenamiento y datos de inteligencia que brinda EEUU. Si el primero ha sido importante pero, sobre todo, ha corrido a cuenta de los aliados europeos, el segundo es inigualable: nadie tiene los medios o el conocimiento de EEUU a la hora de manejar información.
"Aunque ese apoyo no puede contabilizarse del mismo modo que el equipamiento, ha sido fundamental para desarrollar las capacidades militares de Ucrania", dicen Cancian y Park. "La información de inteligencia ha permitido a Ucrania entender mejor el panorama estratégico (es decir, lo que Rusia está haciendo y pretende hacer) y el nivel táctico (es decir, dónde debería disparar Ucrania sus municiones de largo alcance)".
"La eliminación de estos elementos habría perjudicado el esfuerzo militar de Ucrania de maneras que son difíciles de predecir. Los europeos están proporcionando parte de esto y podrían reemplazar parte del apoyo estadounidense perdido, pero Estados Unidos tiene capacidades que los europeos no tienen y una escala de capacidades que es difícil de reemplazar", exponen.
Ese es el miedo ahora, a que se haya bloqueado una arteria con la que Ucrania se mantiene viva y no haya otra alternativa. Los países europeos han aumentado lentamente su producción de proyectiles de artillería, pero no parece suficiente parche.

No es nuevo, pero ahora es peor
Pese a la consternación lógica por el anuncio de Trump, hay que indicar que no es la primera vez que se paraliza la ayuda militar de la primera potencia del planeta hacia Ucrania. Ya ocurrió en el verano de 2023, cuando los republicanos del Congreso bloquearon el mayor tramo de asistencia militar de Biden hasta la fecha: 61.000 millones de dólares. Entonces, Kiev prácticamente agotó sus reservas existentes de municiones, pese a la ayuda creciente de Europa.
Las Cámaras, al fin, aprobaron el paquete el 20 de abril de 2024, tras una negociación tan feroz que la votación arrancó aplausos desaforados en el Capitolio. Quien no aplaudía, enarbolaba banderas de Ucrania. Parece que hace siglos. El dinero llegó justo a tiempo porque Ucrania luchaba por defenderse de una formidable ofensiva rusa en Járkov y la llegada de las armas estadounidenses, aún tardía, ayudó a cambiar el rumbo.
Zelenski pataleó y rogó entonces todo lo que pudo, con éxito tardío. El partidismo pudo más, a pocos meses de las elecciones presidenciales estadounidenses. Avisó de que un retraso de esta ayuda se traduciría en una "pérdida inmensa de vidas y territorios" y acertó: pese a que las cosas le fueron bien en Járkov, no fue igual en Avdiivka, de donde sus tropas tuvieron que retirarse dos meses antes de la luz verde de los congresistas. Hechos y consecuencias.
No sólo hay precedentes de presión republicana, sino de un chantaje del propio Trump como presidente, en su primer mandato: hace cinco años, el magnate retrasó la asistencia autorizada por el Congreso a Ucrania, en un intento de lograr que Zelenski desenterrara información comprometedora sobre su entonces rival, Biden.
Kiev ha estado luchando contra Rusia desde 2014, cuando la Federación se anexionó la Península de Crimea y alentó a los rebeldes prorrusos a levantarse en el este, en las zonas de Donetsk y Lugansk, autoproclamadas repúblicas. La ayuda, pues, era necesaria ya entonces, aunque la guerra no tuviera las dimensiones de la invasión actual. Aquella tesitura llevó a que se abriera contra Trump su primer impeachment o juicio político, en el que fue acusado de abuso de poder. Al final, fue absuelto por el Senado, en el que su gente tenía mayoría.
Zelenski, pasado el tiempo, diría que no hubo chantaje alguno por parte del presidente de EEUU y que no hubo "condiciones" para la ayuda. Una manera de destensar y de bajar la temperatura ante una presión, como la que ahora se repite pero en un contexto mucho más complicado: el de una contienda abierta con víctimas, daños y gastos diarios, que Rusia no ha ganado pero no va perdiendo y que se ha eternizado y va camino del cuarto año de dolor. "EEUU no tolerará esto por mucho tiempo", es la amenaza que ahora le lanza la Casa Blanca al mandatario ucraniano.

Las consecuencias
En caliente, hay dos certezas desoladoras para Ucrania: una es que la ayuda de EEUU es esencial para el desarrollo de la contienda, porque Europa sola no llega, por lo que la echarán de menos tremendamente. Otra, que aunque los efectos reales del frenazo no se vayan a notar mañana serán serios, muy serios, si la medida se alarga en el tiempo.
Los analistas del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, con sede en Washington) han avisado de que "aumentarán considerablemente las posibilidades de Rusia de ganar la guerra" por esta falta de asistencia. "Esto podría provocar una intensificación de la agresión rusa, la captura de nuevos territorios y la inestabilidad regional", concluye en uno de sus informes de la guerra. Tanto la suspensión como el simple el retraso de la ayuda "podría ser un factor decisivo para inclinar la balanza del poder a favor de Rusia".
Y explican por qué: las Fuerzas Armadas de Ucrania, dicen, utilizan activamente sistemas estadounidenses como Patriot, HIMARS y ATACMS para defenderse de ataques con misiles, interrumpir las cadenas logísticas enemigas y debilitar el potencial industrial y de defensa de Rusia. El ISW ha subrayado repetidamente la importancia de la continuación oportuna de la ayuda militar occidental a Ucrania y ha observado una correlación entre los éxitos rusos en el campo de batalla y los retrasos o interrupciones en el apoyo, sobre todo de los citados sistemas.
"Rusia podría aprovechar la situación para apoderarse de más territorio y aumentar la presión sobre Ucrania. Esto no sólo acercaría a Rusia a la victoria, sino que también envalentonaría al líder ruso Vladimir Putin, reforzando su creencia de que puede lograr sus objetivos estratégicos, incluido el control de Ucrania y otras ex repúblicas soviéticas, incluidos los estados miembros de la OTAN", afirma el informe. Es probable que el Kremlin intensifique su campaña militar en Ucrania e intente aprovechar cualquier retraso o interrupción de la ayuda militar estadounidense, como lo hizo en la primavera de 2024 ya citada.
En un extraño comentario editorial, el tanque de pensamiento enfatiza que Putin, y no el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, sigue siendo "el principal obstáculo para poner fin a la guerra". Por si lo quiere escuchar Trump. "Lo evidente, en muchos casos, es lo más difícil de ver", ironiza en la misma línea el coronel español retirado Manuel Gutiérrez, quien comparte la visión pesimista del ISW y también las culpas de que no haya paz.
A su entender, casi más que el material que se ha quedado sin usar en Polonia "es preocupante" lo que pueda pasar con las comunicaciones y la inteligencia, con el intercambio de información vital" entre los hasta ahora socios. "Nadie emplea la inteligencia como lo hace EEUU, ni siquiera otro país OTAN; son los mejores en vigilancia, en recopilación de datos en el terreno y mediante medios a distancia, y no hay que olvidar las comunicaciones de que disponen desde el espacio", expone. "Efectivamente, como dice Trump pero en otro sentido, Zelenski no podrá durar mucho tiempo si no dispone de esa información crítica", afirma. "Rusia tendrá mucho oxígeno si eso es así, espero que Washington no lo incluya", dice.
También se pregunta si el veto de Trump afectará a los aviones de transporte, que son capaces de llevar armamento pesado hasta las puertas de Ucrania (como Polonia), no sólo de EEUU, sino de otros aliados occidentales. "En un momento en el que la mano derecha de Trump, Elon Musk, apuesta no ya por reducir su presencia en la OTAN sino por irse, directamente, ¿se mantendrán los compromisos internacionales para transportar material de otros?", se pregunta. Tampoco se ha aclarado lo que pasará con las labores de entrenamiento de militares de Ucrania y, más, si habrá un flujo de ayuda "no para material nuevo pero sí para mantenimiento de equipos ya en uso y reparaciones".
Cita el militar los aviones F-16, la primera gran conquista internacional de las tropas de Zelenski, que necesitan repuestos, ingenieros, revisiones y también permisos de EEUU, porque se fabrican en su suelo y, aunque se los hayan comprado otros estados, necesitan su ok para llevarlos a un tercero. "Parecen cosas menores pero, todas sumadas, hacen muy difícil sobrevivir a un país que se enfrenta a una Rusia fuerte", concluye.
Ya que cita a Musk, un apunte extra: hay que ver también lo que se hace no sólo en el plano militar, sino en el civil, porque en las posiciones de batalla hay una red extensa de aparatos de Starlink, la empresa del hombre más rico del mundo y empleado de Trump, con los que se transmite información sobre, por ejemplo, ataques de artillería y drones, dice la BBC. El Pentágono confirmó que los pagaban con dinero público en la etapa Biden pero nadie sabe tampoco qué pasará con ellos ahora.
El papel de Europa
La medida de Trump añade urgencia no sólo a Kiev, sino a toda Europa, en un momento en el que un grupo de naciones lideradas por Reino Unido y Francia tratan de proponer un plan de paz alternativo al de EEUU, con garantías para el invadido, y toda la UE se plantea cómo aumentar la ayuda militar a Ucrania y sus propios arsenales.
Por ahora, la UE se mantiene firme en su apoyo a Ucrania ante la agresión rusa. En su página web, el Consejo Europeo señala que la ayuda militar europea a Ucrania ascendió a 48.700 millones de euros entre 2022 y 2024, incluidos 42.600 millones de euros aportados por los Estados miembros y 6.100 millones procedentes del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz.
El Consejo precisa que unos 75.000 soldados ucranianos han sido entrenados desde noviembre de 2022 con un presupuesto de 409 millones de euros. "Los compromisos de la UE incluyen un apoyo predecible, a largo plazo y sostenible a la seguridad y defensa de Ucrania", indica.
Mientras que la ayuda militar estadounidense fue superior a la europea, el total de asistencia de la UE a Ucrania ascendió a 132.300 millones de euros, frente a los 114.200 millones de euros entre enero de 2022 y diciembre de 2024, según el Rastreador de Apoyo a Ucrania del Instituto Kiel. Otros apoyos de Ucrania en ayuda militar han sido el Reino Unido (12.610 millones de euros), Canadá (2.630 millones de euros) y Australia (860 millones de euros). Ucrania tiene reservas pero se "agotarían rápido" si no llegan más que de estos socios, no de EEUU, dice el ISW.
Aún así, el exviceministro de Defensa ucraniano Volodimir Harvylovha (en el cargo en plena guerra, entre 2022 y 2023) ha insistido en que Europa puede llenar el vacío en ayuda militar norteamericana. La UE está "en ascenso" y puede suministrarles "armas y la mayoría de las necesidades diarias", sostiene en una entrevista en BBC 4, sin dar más detalles. "Europa será capaz de apoyar a Ucrania en lugar de Estados Unidos", afirma, casi la única voz optimista se este día. Sus aliados comunitarios tienen, eso sí, que decidir cómo obtener los "sistemas sofisticados" que actualmente "sólo" EEUU puede suministrar. Un "sólo" pesado y lento ante las necesidades del país.
El londinense Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) ha detectado que el gasto comunitario en defensa ha subido un 11,7% en el pasado año, aunque sigue dependiendo en gran medida de las capacidades que le proporciona EEUU. Este martes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha presentado una serie de propuestas con las que espera que se movilicen "cerca de 800.000 millones de euros" para el gasto en defensa en la Unión. El reto es doble: hay que aumentar el gasto pero también coordinar las compras, con unos Veintisiete que van casi a la par en su ayuda a Kiev: Hungría y Eslovaquia siguen siendo los versos sueltos.
Lo que tiene que hacer Zelensi
Desde la Administración Trump insisten en negar la mayor: no fue Trump ni su segundo, JD Vance, quienes ofendieron a Zelenski sino el ucraniano quien les faltó al respeto. Se le colocó por delante un acuerdo sobre tierras raras y, en vez de firmarlo, se puso en su sitio y respondió a las mentiras de los republicanos. Sus exigencias ahora al presidente son que se disculpe (lo han llamado desagradecido a las claras) y acate el pacto. Sólo así demostraría que está listo para negociar una paz, que la quiere, algo que sí ven en los ojos de Vladimir Putin, ese señor sobre el que pesa una orden de arresto por crímenes de guerra.
Sin embargo, la nueva Casa Blanca olvida que Zelenski, en el fondo, ya lleva tiempo diciendo que iba a bajar sus aspiraciones con tal de llegar a un armisticio, que es lo básico para empezar a hablar. Lo que ocurre es que sus cesiones no son del agrado de Trump. Desde hace meses, asumiendo el estado de la guerra, había afirmado en público que aceptaría perder territorios ahora ocupados, pese a que inicialmente reclamaba la plena soberanía de su nación, incluyendo Crimea. A cambio, reclamaba la membresía en la OTAN en las zonas no ocupadas.
EEUU ya ha dicho que ese ruego no es "realista" y ese ha sido, de hecho, uno de los puntos pactados entre Washington y Moscú sin que Kiev se siente a la mesa. OTAN, de entrada y de salida, no. Zelenski ha llegado a decir que él mismo dejaría la presidencia a cambio de entrar en la Alianza Atlántica como garantía de seguridad, pero eso no lo vale a Trump.
Vance, en una entrevista en la Fox, ha insistido en que "las puertas están abiertas" para Ucrania, pero antes tiene que "demostrar" que quiere la paz. De endurecer sus sanciones o descongelar el dinero en el G7 para ayudar a Kiev, nada. "Estamos haciendo una pausa y revisando nuestra ayuda para asegurarnos de que está contribuyendo a la solución", fueron las palabras con las que EEUU confirmó hace horas el freno a la ayuda. Siempre el mismo pero.
Palabras que contrastan con la postura pasada del hoy jefe de la diplomacia norteamericana, Marco Rubio, que al inicio de la invasión decía sobre los ucranianos: "Los apoyaremos mientras estén dispuestos a luchar". Tiempos en los que, para él, Putin era un "mentiroso experto" que sólo buscaría negociar en caso de sacar un "beneficio estratégico o táctico". Ahora dice que todas las suspensiones están vinculadas al "esfuerzo diplomático" que haga Zelenski. El cambio de chaqueta es evidente.
Aún algunos legisladores conservadores que han estado al lado de Ucrania tratan de que las relaciones no se rompan por completo y están manteniendo conversaciones con Kiev de forma extraoficial, entre otras cosas para que no se muera el acuerdo de minerales que tanto gusta a su presidente. Nadie sabe cuánto tiempo les resta en el poder a esos que resisten, porque queda claro que los críticos o templados no tienen lugar en la guardia pretoriana de Trump.
Aún así, hay que resaltar que ha habido voces republicanas que han salido a afear la conducta de su presidente. Ahí está Don Bacon, miembro de la Cámara de Representantes por Nebraska, que afirma: "Es una lástima que Irán, Corea del Norte y China no estén deteniendo su ayuda militar y económica a Rusia (...). Hay un invasor y una víctima, una democracia y una dictadura, un país que quiere ser parte de Occidente y un país que odia a Occidente. Deberíamos estar inequívocamente en el lado bueno". O Susan Collins, senadora por Maine, que preside el comité de asignaciones de la Cámara: "No creo que debamos detener nuestros esfuerzos (...). Son los ucranianos los que están derramando sangre".
