La hora de 'Madam' la secretaria general
El anuncio de la chilena Michelle Bachelet de que evalúa postularse al máximo cargo de la ONU trae a primer plano una lucha vieja de 80 años: nunca una mujer ha estado en lo más alto de la organización. Por justicia y coyuntura, ya toca.

Fue un "quizá" que generó un entusiasmo inmediato. Lo pronunció Michelle Bachelet, médica y antigua presidenta de Chile, en un acto por el 30º aniversario de la Conferencia Mundial de la Mujer de Pekín, en Nueva York, dos meses atrás. Respondía a una pregunta clara de la periodista de la CNN Christiane Amanpour sobre si se plantea ser secretaria general de Naciones Unidas en un futuro no lejano.
"Estoy pensando... Quizás voy a ser candidata a la Secretaría General", expuso la también exalta comisionada de la propia ONU para los Derechos Humanos, arrancando la sonrisa a su entrevistadora y los aplausos de buena parte del auditorio, Hillary Clinton incluida. Hasta 2027 no habrá que hacer relevo en la oficina que hoy ocupa el portugués Antonio Guterres, pero el debate ya ha regresado a primer plano: tras 80 años de hombres, es hora de hablar de madam la secretaria general.
Habrá quien diga que bastante tiene la ONU con pintar cada vez menos en un mundo donde el multilateralismo se resquebraja, donde se pierden las certezas que han sustentado las relaciones internacionales desde la Segunda Guerra Mundial, con ser incapaz de acabar con guerras como Gaza o Ucrania, con no poder cumplir con sus loables objetivos de la Agenda 2030, con verse desprestigiada o necesitada de una reforma integral.
Pero es que la presencia de una mujer tiene todo que ver con esto: tener una secretaría supondría un enorme impacto simbólico y supondría un revulsivo para usar sus recursos y su capacidad para promover la igualdad de género real. Una ONU que se cura sus injusticias desde dentro puede curar más fuera.
El nombre de Bachelet (73 años) suena habitualmente entre los posibles candidatos a la Secretaría General de la ONU, pero no es la única: están la mexicana Alicia Bárcena, excanciller de México, exsecretaria general de la Cepal y actual secretaria de Medio Ambiente de su país, también de 73 años); Irina Bokova, búlgara, exdirectora general de la Unesco (72); la argentina Susana Malcorra, antigua titular de Exteriores de su país y presidenta de GWL Voices (70 años); María Fernanda Espinosa, exministra de Relaciones Exteriores de Ecuador y ex presidenta de la Asamblea General de la ONU, además de directora ejecutiva de GWL Voices (60 años); la exprimera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark (75); las costarricenses Christiana Figueres, que fue secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (68 años) y Rebeca Grynspan, secretaria general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (69); Natalia Gherman, exprimera ministra interina de Moldavia y que ha sido representante especial del Secretario General de la ONU para Asia Central (56); Vesna Pusić, o la exministra de Asuntos Exteriores y Europeos de Croacia (72 años), y esa no es toda la quiniela.

La apuesta de la chilena tiene detrás una corriente que no es nueva pero que ahora va a por todas. Sencillamente, porque toca, dicen las impulsoras de la campaña #MadamSecretaryGeneral, con la que grupo de lideresas de todo el mundo trabaja para que el reemplazo de Guterres sea una mujer. Ya hubo candidatas en el pasado, claro, ante Ban Ki-moon o Kofi Annan, pero en 2025 se busca que haya elegidas, no únicamente aspirantes.
Estas 75 mujeres, agrupadas en la organización GWL Voices, han estado presentes en la 69 Comisión para el Estatuto de la Mujer (CSW), que se celebraba en marzo en Nueva York y, en paralelo, han publicado un contundente informe (lo tienes completo al final de esta noticia) en el que constatan lo complicado que tienen las mujeres crecer sin toparse con techo alguno en las instituciones internacionales y reflexionan sobre lo que su presencia en este tipo de puestos puede aportar.
"El papel de mujer pionera no es sencillo: tu desempeño debe ser muy superior al de tus homólogos masculinos, y eres perfectamente consciente de que no solo está en juego tu carrera personal, sino las expectativas de otras mujeres a las que les gustaría seguir tus pasos", dejó escrito en 2015, un año antes de morir, la diplomática británica Margaret Joan Anstee, que fue primera mujer en ocupar el cargo de Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas.
En un mundo en crisis, "¿qué persona tiene la capacidad de juntar, de reunir, de ser un amigable componedor neutral en los temas más delicados? Una mujer (representaría) un cambio de estilo, un cambio de liderazgo, con una agenda de reformas clara", se pregunta en este 2025 María Fernanda Espinosa. Es una idea que subyace todo el dossier: si las mujeres son algo más del 50% de la población planetaria, representan con garantías y peso a los pueblos del mundo. Tener su mirada al máximo nivel puede ayudar a encontrar alternativas y soluciones a los problemas que tenemos. No hará milagros una secretaria general, pero ayudará a introducir una aproximación a los temas que puede ayudar a resolverlos, colectiva, social, con capacidad de escucha y empatía. Otras aproximaciones ya las conocemos.
"Nuestra campaña es por una mujer, no hacemos campaña por ninguna candidata en particular. Mirando solamente a Latinoamérica hay cientos de opciones", ha defendido a EFE Espinosa, sin citar ningún nombre ni inquinarse en una elección en la que su nombre suena igualmente. Una cosa que proponen estas mujeres es que, igual que hay una rotación territorial a la hora de elegir el cargo (Annan era ghanés, africano; Moon, surcoreano, asiático; y Guterres, portugués, europeo), haya una de género. Espinosa cita a América Latina porque justo es uno de los territorios donde puede recaer el nuevo cargo dentro de dos años.

Absolutamente infrarrepresentadas
GWL Voices ha expuesto Nueva York un estudio histórico de 54 estructuras de la ONU y otros de organismos multilaterales (como la banca internacional o las cortes de Justicia) y sus conclusiones son terribles: desde 1945, las mujeres sólo las han dirigido en un 13 % de ocasiones.
De los 193 Estados miembros, 73 nunca estuvieron representados ante la ONU por una embajadora y 64 lo han estado sólo una vez. Así, sólo el 7% de los más de 2.800 representantes permanentes que han servido como embajadores ante las Naciones Unidas desde 1947 han sido mujeres. Los cambios son recientes: tuvieron que pasar 52 años (hasta 1999) para que el número de embajadoras en la ONU superara el 5% del total. En 2024, apenas un 21 % de los embajadores eran mujeres.
"Los embajadores ante la ONU son la cara visible y la voz de una nación, encargados de defender sus valores y prioridades y de negociar sus posiciones en los tratados internacionales. Sin embargo, a pesar del amplio apoyo a la paridad de género, la mayoría de los países casi nunca nombran mujeres para este cargo", denuncia el dossier.

Y la Asamblea General ha celebrado hasta en 20 ocasiones su periodo de sesiones, el tradicional de septiembre, sin una sola mujer entre sus participantes. Dos décadas sin una sola representante de media humanidad. Ha elegido a una mujer como Presidenta en hasta cuatro ocasiones durante el transcurso de ocho décadas (representantes de La India, Liberia, Baharéin y Ecuador).
"Cabe recordar que la Carta de las Naciones Unidas reconoce de forma explícita la igualdad de género en los cargos de liderazgo" señala el informe con un tono que suena a cansado. "Desde su fundación, la ONU ha mostrado dos realidades paralelas y contradictorias: la que refleja en su Carta y la que practican los individuos elegidos por los gobiernos para representarlos en Nueva York", añade.
En el estudio se observan "avances prometedores" en el porcentaje de mujeres en sus equipos directivos superiores y en las de estas instituciones, pero hay un estancamiento en sus juntas directivas (que también son designadas por los Gobiernos miembros). Las candidaturas para la Secretaría General, en concreto, no dependen de las personas, sino de los Estados miembros, que son quienes presentan a sus postulantes en el largo proceso de elección que debe pasar por el Consejo de Seguridad y superar los eventuales vetos.
"14 trajes y una falda"
En la Asamblea de la ONU de septiembre, los estados miembros tienen que poner en marcha "la elección más importante", la de la Secretaría. "El hecho de que ninguna mujer haya sido nombrada Secretaria General en la historia es la prueba más evidente del legado de exclusión de género que ha caracterizado el liderazgo en la ONU durante ocho décadas. En 2026, la ONU celebrará su 80 aniversario y elegirá a su décimo/a Secretario/a General. La ONU se enorgullece del hecho de que los anteriores Secretarios Generales han venido de todos sus grupos regionales excepto de uno, lo cual supone un logro impresionante a nivel de justicia y equilibro en términos de representación geográfica. En 2026, la ONU tendrá la oportunidad de demostrar un aprecio semejante por el principio de justicia en términos de representación de género", se lee.
Hasta ahora, GWL Voices asegura contar con la opinión favorable de 81 países a que el relevo de Guterres sea una mujer (el presidente español, el socialista Pedro Sánchez, ha defendido ese cambio públicamente), pero eso debe traducirse en nombres concretos de candidatas. No faltarán las que lo quieran intentar, visto el intenso movimiento para que, de una vez por todas, las cosas cambien.
En el texto se recuerda una anécdota muy clarificadora del momento en el que la norteamericana Madeleine Albright, que fue secretaria de Estado (la primera mujer en ocupar ese cargo, en el Gobierno demócrata de Bill Clinton), se convirtió en embajadora ante la ONU. Corría el año 1993. La veterana diplomática, al fin, se sentaba en el Consejo de Seguridad, donde está el tuétano del poder de Naciones Unidas, y sólo veía "14 trajes y una falda", la suya. Siempre peleó en un mundo de hombres. "Albright decidió crear una red con otras representantes permanentes y, como recoge en sus memorias, que finalmente terminó titulando Madam Secretary, pronto se dio cuenta de que dicha re cabía perfectamente alrededor de una mesa de comedor, ya que tan sólo Canadá, Jamaica, Liechtenstein, Filipinas y Kazajistán tenían embajadoras".

Espinosa opina que la lucha por un mayor espacio para la equidad en la ONU es algo más que un lujo de países ricos, ya que trasciende las diferencias políticas, y no cree que las habituales fracturas entre el norte rico y el sur global se reflejen en esos empeños por la equidad. Además, ha subrayado que a una mujer, venga de donde venga, siempre va a tener más alto su nivel de exigencia: "Es casi una regla que a las mujeres se nos pide más, hay un mayor escrutinio de la sociedad sobre nosotras. El mundo de las mujeres en política y en los espacios de tomas de decisión no es fácil", ahonda.
Como dice su informe, "la manera más poderosa de demostrar tanto una revitalización como las posibilidades de un enfoque fresco y constructivo consiste en empoderar al 50% de la humanidad que se ha visto excluida de la cúspide de estas organizaciones a lo largo de la historia". Esa es otra de las claves del documento y del trabajo de la organización: insistir, sin cortapisas, en que en igualdad de condiciones, el trabajo de la mujer en este tipo de entidades añade una manera distinta de ver el mundo.
No caen en tópicos (eso de la sensibilidad maternal), sino que hablan de que, en mitad de la "tensión extraordinaria" del mundo actual, esa que hace que algunos desdeñen esta lucha feminista por no ser prioritaria, se puede tener un corte de gestión menos testosterónico y un liderazgo poderoso, desatendido hasta ahora. Ellas están "más convencidas que nunca de que la elección de una Secretaria General podría desencadenar una revitalización más profunda de esta institución tan importante y reflejar las esperanzas de las generaciones de hombres y mujeres más jóvenes que reclaman justicia y cooperación en un mundo polarizado". Que el cargo quede en manos de buenas conocedoras del sistema, con experiencia, fuertes y decididas. Y mujeres, un extra que no lo es cuando se arrastra tanta injusticia de décadas.
El mensaje está claro: no debe haber disyuntiva en la próxima elección. No puede haber más excusa. Es la hora del sentido común y de las mujeres, entienden. Las organizaciones se tienen que parecer a las sociedades que representan y Naciones Unidas, hoy, no lo hace. De su mano, entrará de veras en el siglo XXI.