Budapest desafía la represión de Orbán en la celebración del Orgullo después del veto a la manifestación
Se espera que sea el evento más multitudinario de esta categoría en la historia de Hungría, donde durante casi dos décadas los derechos LGTBIQ+ han sido objeto de una dura persecución. Allí se encuentran numerosas figuras diplomáticas y políticas, entre ellas la vicepresidenta Yolanda Díaz y el ministro de Cultura, Ernest Urtasun.

Hungría se tiñe de arcoíris, bajo el lema "We are here: más democracia, más Orgullo, más Europa", después de que cientos de miles de manifestantes se unan para recorrer las calles de Budapest, con el objetivo no solo de reivindicar los derechos de la comunidad, sino también para intentar luchar contra la represión de los derechos del colectivo en el continente y en el mundo.
Se trata de una fecha especial para el país, donde aunque llevan tres décadas celebrando el orgullo, el mandato del primer ministro húngaro, Viktor Orbán (aliado de Putin), ha supuesto un duro retroceso para la comunidad, que se ha visto perseguida por sus duras políticas, como la pérdida del derecho a adoptar en las parejas del mismo sexo. Además de que ha prohibido la Marcha del Orgullo que hoy han decidido retar los manifestantes. El motivo que ha alegado el Gobierno de ultraderecha para su veto ha sido una ley que limita el derecho de reunión para proteger a los menores de edad.
En ella han participado cerca de 70 eurodiputados, según recoge la SER, quienes además de representar a Europa en la marcha, han reivindicado los derechos del colectivo, alegando que este tipo de prohibiciones son un ataque a los valores europeos. Algunas de las figuras que se encuentran allí son la vicepresidenta Yolanda Díaz, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, la secretaria de Política de Podemos, Irene Montero, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, o la comisaria europea de Igualdad, Helena Dali. Además, según estimaciones ofrecidas por AFP y RTVE, "han participado entre 180.000 y 200.000 personas", ha indicado a la agencia AFP la presidenta del evento, Viktoria Radvanyi, aunque también ha señalado que es una cifra difícil de concretar.
"Viajo a Budapest para celebrar nuestros valores europeos y nuestra rica diversidad. Como Comisaria de Igualdad, estaré junto a las personas LGTBIQ+ con motivo del Orgullo. Manifestarte por tus derechos es una de las libertades fundamentales de nuestra Unión. Ahora debemos defender todo esto. Se trata de quiénes somos como europeos", destacó de forma previa a la marcha Lahbib, tal y como recoge 'El País'. "Hoy son las personas LGTBIQ+, pero mañana puede ser cualquiera. La UE no es neutral en el odio", agregó.
Díaz y Urtasun, por su parte, han mantenido un encuentro con el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, donde han dialogado acerca de los discursos de odio y sobre medidas que pueden impulsar la diversidad o aquellas que a día de hoy suponen un duro retroceso, como las anunciadas por el mandatario de su país, Viktor Orbán. "Es repugnante que se haya autorizado la marcha de colectivos y personas nazis, completamente organizados, con riesgo de violencia, y no una marcha pacífica que lucha por los derechos humanos", ha lamentado la política de Sumar, ante la prohibición de la marcha y la legalidad de la contramarcha.
De hecho, el propio alcalde de Budapest, quien ha intentado aliviar la situación proponiendo una marcha alternativa (pues la oficial ha sido vetada por una ley aprobada en 2021), ha acusado directamente al primer ministro húngaro de llevar quince años destruyendo la democracia y ha recordado que esto le puede ocurrir a cualquier país de la UE. "Hace 15 años que, en vez de gobernar, Orbán solo señala enemigos", ha criticado el húngaro en una rueda de prensa en el consistorio. "En Hungría es más fácil organizar una manifestación nazi que una que defienda los derechos humanos", ha agregado.

Junto a ellos, participan también cerca de 40 organizaciones LGTBIQ+, que han firmado esta semana un manifiesto que han enviado a la jefa del ejecutivo comunitario, donde han exigido a la Unión Europea que comience un proceso de sanción contra el país de Orbán por una de sus recientes leyes, la cual permite usar tecnología de reconocimiento facial para detectar a los manifestantes que se encuentren este sábado allí.
El inicio de la marcha ha tenido lugar en la plaza Deák, situada junto al Ayuntamiento de la capital, donde no ha habido incidentes, aunque sí algunos actos de provocación por parte de grupos opositores a la concentración, quienes por cierto sí que tienen permitido su presencia. Además, durante un intento de los manifestantes de desviarse de la ruta prevista, pocos minutos de iniciar la marcha, una docena de agentes de la policía tuvieron que intervenir para bloquear el camino.
Según una encuesta realizada por el instituto 'Publicus' el 78% de las personas de Budapest se encuentran en contra de la prohibición emitida por la policía húngara, que se respalda en una reciente ley sacada por el Gobierno ultranacionalista liderado Orbán. Aquellos participantes que se unan hoy a la marcha se enfrentarán a multas de hasta 200.000 forintos (500 euros).

Mientras se veta el Orgullo, la ultraderecha tiene vía libre
Tal y como se ha indicado anteriormente, a pesar de que la marcha oficial ha sido prohibida por el Gobierno de Orbán, hay al menos dos eventos de la ultraderecha que sí tienen permitidas sus manifestaciones. Una liderada por la agrupación nacionalista de extrema derecha HVIM (Movimiento juvenil por los 64 condados) y otra organizada por el partido Mi Hazánk (Movimiento nuestra patria), que ha llamado a concentrarse a sus seguidores en todos los puentes de Budapest, con el objetivo de boicotear las marchas por el orgullo. Además, otras dos agrupaciones también afirmaron que aparecerían, pero aún no se ha comprobado su asistencia. "No permitiremos que los propagandistas LGTBIQ+ marchen libremente", ha amenazado Előd Novák , vicepresidente de Mi Hazan en un mensaje de Facebook.
"¡Arrepentíos! Se puede evitar morir de sida. ¡Dejad la homosexualidad!", ha sido una de las consignas que se han podido escuchar por parte de estos grupos, quienes abogan por los "valores tradicionales", tal y como señala 'EFE'. Junto a ellos, también han adquirido un papel principal algunos medios de comunicación que se han dedicado a difundir grandes cantidades de desinformación. "En los lugares que están alejados de Budapest no tienen ningún otro medio independiente alejado de la propaganda del Gobierno", explica a 'RTVE' Monika Magasházi, activista trans (uno de los colectivos más perseguidos del grupo) que ha sufrido las políticas de Orbán.
Varios socialdemócratas europeos han protestado en este sentido, criticando lo paradójico que es que se prohíba una marcha que reivindica el amor y la paz, pero al mismo tiempo se permitan otras que promueven el acoso y el odio. "Es bastante paradójico que hoy esté autorizada la manifestación de la ultraderecha, que tiene como objetivo atacar una manifestación pacífica, como va a ser el Pride (Orgullo) de hoy", ha lamentado Iratxe García, presidenta del grupo de los Socialdemócratas (S&D), ante la prensa.
A pesar de ello, ni los grupos de ultraderecha, ni las políticas homófobas y restrictivas de la administración de Orbán, ni la prohibición de la Marcha del Orgullo de 2025, ha conseguido frenar el evento, que ha conseguido reunir a miles de personas de diferentes países y más de medio centenar de personalidades y figuras políticas internacionales que se han unido para reivindicar el amor, la igualdad y los derechos LGTBIQ+. De hecho, la marcha ha conseguido, con todos los obstáculos y contra todo pronóstico, sin incidentes de gravedad.
La normativa que respalda la prohibición
El Parlamento húngaro, encabezado por el partido Fidesz de Orbán, aprobó el pasado 18 de marzo una ampliación de la legislación sobre "protección infantil", que restringe cualquier evento que "promocione o muestre homosexualidad o identidad de género a menores". De acuerdo a esa normativa, la policía declaró ilegal la marcha del Orgullo de hoy, con amenazas de multas o incluso un año de prisión para organizadores .
El alcalde de Budapest declaró oficialmente el evento como una actividad municipal ("Freedom Day"), con el objetivo de sortear el veto y sostener que no requería permiso policial. A pesar de que se publicó un anuncio gubernamental que advertía que habría "consecuencias legales", Orbán ha asegurado que no se producirían "represalias físicas”
