Sarkozy, entre rejas: el primer presidente de Francia entra en prisión por corrupto
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Sarkozy, entre rejas: el primer presidente de Francia entra en prisión por corrupto

El exmandatario se ha despedido de su esposa, Carla Bruni, en su mansión. Ella lo ha acompañado hasta el coche, ante un grupo de afines que reclamaba su libertad y proclamaba su inocencia. Su defensa va a recurrir de inmediato el ingreso. 

El expresidente francés Nicolas Sarkozy sale de su casa con su esposa, Carla Bruni, para dirigirse a la prisión de La Santé, el 21 de octubre de 2025.Sarah Meyssonnier / REUTERS

Francia ha escrito esta mañana una página oscura en su Historia: este martes, por primera vez, un expresidente de la República ha entrado en prisión por corrupto. Se trata del conservador Nicolas Sarkozy, un hombre que quiso el poder con tantas ansias que cruzó líneas rojas y, ahora, tiene que pagarlo. También es el primer mandatario de un país de la Unión Europea que acaba entre rejas. Triste doble conquista. 

El antiguo mandatario (en el cargo entre 2007 y 2012) ha salido esta mañana a las 9.10 horas de su mansión de París, en el carísimo distrito XVI, tras despedirse de su familia, tomado de la mano de su actual esposa, la cantante y modelo Carla Bruni. Vestidos los dos de negro, cariacontecidos, han ido con paso firme pero cansado hasta el coche que debía llevar al político a la cárcel de La Santé, también en París (en el el distrito XIV, en su caso). 

En la zona, convocados por los hijos mayores de Sarko, se habían congregado decenas de correligionarios que defienden la inocencia del derechista y reclaman su libertad. "Nicolas, Nicolas", era su grito favorito, pero también repetían "vergüenza", "juicio político", "esto es la Unión Soviética", o cantaban el himno nacional, La Marsellesa. Tras un beso a Bruni, el condenado se ha montado en un coche y se ha marchado. Nadie sabe cuándo volverá a darse esa imagen.

A las diez de la mañana tenía que estar ya en la prisión. A las 9.39 estaba entrando, apurando el margen, tras un traslado escoltado en un coche negro y seguido por motoristas de televisiones, que trasmitieron en directo todo el trayecto, curiosamente paseando por algunos de los lugares más emblemáticos de París. "¡Oh, bienvenido, Sarkozy!" y "¡Ahí está Sarkozy!" gritaban los reclusos desde sus celdas, según informa la agencia AFP. Otros añadían: "¿Carla, dónde estás?", en referencia a su compañera. 

Salkozy fue condenado a finales de septiembre a una pena de cinco años por la financiación de la campaña electoral que le llevó al Elíseo en 2007, en la que usó dinero del régimen libio de Muamar el Gadafi. Tendrá que pagar, además, 100.000 euros de multa. Se le cree culpable de haber formado parte de una "asociación de malhechores" y haber dejado que sus principales colaboradores negociaran con responsables del régimen de Gadafi para obtener dinero para la campaña de las elecciones presidenciales de 2007. No lo hizo directamente, eso sí. También se escapó de los cargos de corrupción pasiva y de encubrimiento de malversación de fondos públicos, que se examinaron en el mismo juicio, con 11 encausados más. 

Justo antes de la salida de su casa, el expresidente ha colgado en sus redes sociales un comunicado oficial en el que defiende, de nuevo, su inocencia. "Seguiré denunciando este escándalo judicial, este calvario que llevo padeciendo más de 10 años (...). La verdad triunfará", afirma, pero se lamenta de que "el precio a pagar habrá sido aplastante". Insiste en que entra en prisión "con la cabeza alta" y en que no se le humilla hoy a él, sino a todo el país. 

Polémicas condiciones

Ahora, en La Santé, tras el registro y el chequeo médico, permanecerá en régimen de aislamiento, en la planta superior de la penitenciaría, y no en el ala VIP. Lo prefieren así los gestores del recinto por sus 70 años, su notoriedad y su antiguo cargo de ministro del Interior. Mejor tenerlo alejado de los presos comunes de inicio, en una zona donde hay 15 celdas, de nueve metros cuadrados cada una. Su módulo es el destinado a reclusos de alto perfil o con necesidades de seguridad específicas, cuenta con vigilancia permanente y un régimen de movimientos restringido, pero ofrece mayor privacidad y confort que el de los presos ordinarios.

Aparte de esas condiciones-marco, se han añadido algunos beneficios que están siendo polémicos: según el diario Le Parisien, su celda individual está equipada con ducha privada, escritorio, televisión y línea telefónica controlada (no puede llevar teléfono inteligente pero sí uno en el que se han grabado previamente unos diez números, en colaboración con la administración penitenciaria). Puede solicitar un frigorífico y un televisor, disponibles como opciones para este tipo de celda, y también tiene la opción de comprar comida del catálogo de la prisión, ya que el comedor se considera "incomible", informa Le Figaro. Son condiciones muy poco frecuentes en el sistema penitenciario francés, sostiene el diario. 

El entorno del expresidente ha defendido estas condiciones especiales como una "medida de seguridad lógica", argumentando que su notoriedad pública y los riesgos potenciales que implicaría su convivencia con otros internos hacen necesario este trato diferenciado. No obstante, para parte de la opinión pública y algunos sectores políticos, la situación de Sarkozy refleja una doble vara de medir en el sistema judicial francés, que otorga privilegios a las élites políticas incluso en el cumplimiento de penas firmes. 

A diferencia de otros reclusos, el expresidente no comparte duchas ni zonas comunes y dispone de un pequeño espacio para realizar ejercicio físico. También puede recibir correspondencia y visitas tres días a la semana, en lugar de una, como los otros reclusos, incluidas las de su esposa, y de su equipo jurídico, en un entorno más discreto y controlado que el habitual, explican los compañeros del HuffPost Francia. Los familiares que lo visiten tendrán acceso restringido para evitar encontrarse con otras familias de reclusos, al ser una zona de aislamiento. 

Sobre sus posibles rutinas diarias, ha trascendido que una vez al día podrá salir de su celda para dar un paseo de una hora, al aire libre. Esta salida estará estrictamente controlada: estará vigilado por tres guardias y sólo podrá caminar por un patio de 30 metros cuadrados, vallado a ambos lados hasta por encima de su cabeza. Un chasco para un amante del jogging. También podrá correr un poco en la cinta del gimnasio y hojear libros en la biblioteca. Aquí, de nuevo, Sarkozy no se encontrará con otros reclusos, ya que se establece un horario estricto para estos espacios.

En cuanto a la lectura, el exjefe de Estado galo ya ha podido llevar tres libros en su maleta (de tapa blanda, porque la tapa dura está prohibida). Ha elegido un tópico muy acorde con sus días: los dos volúmenes de El Conde de Montecristo, la novela de Alexandre Dumas que narra la historia de un inocente, Edmundo Dantés, condenado injustamente. Spoiler: se escapa y se venga. Y añade la Biografía de Jesús de Jean-Christian Petitfils. Sarkozy es católico practicante, de una familia de judíos conversos. 

La prisión de La Santé, una de las más antiguas de Francia, con fama de ruidosa y fría, fue renovada en 2019 para adaptarse a las nuevas normas europeas de derechos humanos. Aun así, las celdas individuales con baño y televisión son un lujo reservado a muy pocos. De hecho, la mayoría de los internos comparten espacios reducidos y se enfrentan a condiciones de vida duras, con limitadas horas de ocio y servicios básicos compartidos. Los sindicatos denuncian que hay más de mil reclusos actualmente, superando el margen de 900 calculado para que no haya hacinamiento. 

Miembros de la policía francesa, frente a la prisión de La Santé en París, el 21 de octubre de 2025, a la espera de que llegue Nicolas Sarkozy.YOAN VALAT / EPA / EFE

Recurso inmediato

Los abogados de Sarkozy anunciaron ya de buena mañana que iban a presentar una petición de puesta en libertad "muy rápidamente". Y, nada más salir de la prisión, han atendido a los medios y lo han ratificado: recurso puesto. Su encarcelamiento, dicen, "refuerza su determinación y su rabia para demostrar que es inocente", dijo hoy a la televisión BFMTV Christophe Ingrain, uno de sus abogados. "Una noche en prisión es demasiado", declaró Ingrain.

"Objetivamente no hay ninguna razón para que el tribunal de apelación rechace esta liberación, pero existe incertidumbre jurídica y la afrontaremos", señaló el letrado, quien adelantó que "no habrá trato preferencial" para él y que "su solicitud se examinará dentro del plazo habitual, que es de un mes". En dos meses como máximo debe haber respuesta.

En cualquier caso, el letrado añadió Sarkozy pasará "entre tres semanas y un mes detenido antes de que se pronuncie el tribunal" sobre su demanda de puesta en libertad, que de recibir una respuesta positiva le permitiría pasar las Navidades en su casa y comparecer libre en el juicio en apelación previsto para marzo de 2026.

Durante el tiempo que pasará en La Santé, el exjefe de Estado tiene aprovechará para "escribir sobre su experiencia, sobre la injusticia de la que es víctima". Dos años después de abandonar el Elíseo, Sarkozy trató de obtener beneficios judiciales de un alto magistrado, algo que salió a la luz por unas escuchas telefónicas a las que estaba sometido en otra investigación. Al parecer, le prometió usar su influencia para ascenderlo a cambio de obtener información que estaba bajo secreto de sumario en otra instrucción contra él. Ahora dice que, desde entonces, los jueces se la tienen jurada y que esta condena es fruto de una persecución personal. 

Sarkozy fue recibido el pasado viernes por el actual jefe del Estado, Emmanuel Macron, quien consideró ese encuentro "normal, desde el punto de vista humano", un gesto con quien fue su predecesor. No sabemos si le dijo "Nicolas, sé fuerte", o algo parecido, pero sí que su gesto ha levantado ciertas críticas en el país, al igual que la visita que se espera para esta misma mañana, del ministro de Justicia, Gérald Darmanin, que ha reconocido que siente "mucha pena" por el condenado, de quien fue colaborador. 

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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