Las nuevas maniobras ordenadas por Lukashenko en Bielorrusia, uno de los flancos por los que comenzó la invasión rusa en 2022, disparan todas las alarmas.
El político bielorruso, conocido como el último dictador de Europa, lleva en su cargo desde el 20 de julio de 1994. La UE ha defendido que hasta que el país no emprenda "una transición democrática" no se le ayudará.
Los comicios de 2020, que se probaron manipulados, provocaron la mayor movilización en la historia del país contra el dictador más viejo de Europa. Cuatro años más tarde, todo ha ido a peor y nadie espera transparencia en esta nueva cita.
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, afirma que las recientes modificaciones en la política nuclear rusa eran necesarias para frenar a Occidente.
El presidente de Bielorrusia llega al aniversario reforzado por su alianza creciente con Rusia, que lo usa en su ataque a Ucrania, y por las complicaciones de sus opositores de plantarle cara: el precio es el exilio, la cárcel o la muerte.
"Las unidades y unidades de las Fuerzas Armadas de Bielorrusia están listas para usar armas nucleares especiales", sostienen los mandos militares del país satélite de Moscú.
"Hay suficientes problemas en ambas partes y, en general, la situación ahora está seriamente estancada: nadie puede hacer nada y fortalecer o avanzar sustancialmente su posición".