En 2011, Anders Breivik puso una bomba junto a edificios del Gobierno y tiroteó a las juventudes laboristas. Hoy Noruega sigue sin abordar de lleno el riesgo del odio.
Una oleada de agresiones xenófobas en Murcia levanta todas las alarmas entre la población migrante, mientras la autóctona tiende a mirar para otro lado.
No es “ilegítimo” que una red social prohíba “conductas que inciten al miedo o a difundir estereotipos de temor sobre una categoría protegida de personas”.