La Semana Santa tiene en Jerusalén su epicentro, en un recorrido que se apiña en un puñado de calles donde todo se superpone. Una mezcla de evangelios, tradición oral y arqueología que apasiona incluso sin necesidad de fe.
Además de los pasos, las bandas musicales, los nazarenos y las mantillas, existen infinidad de costumbres y tradiciones en todo el país con siglos de historia y en muchos casos, consideradas como Fiestas de Interés Nacional o Internacional.
El domingo de Ramos, el de Pascua, el Jueves y el Viernes Santo cambian de fecha cada año, pero nunca al azar: sigue una norma milenaria que los vincula al ciclo lunar.
La Mesa de Evaluación de la Amenaza Terrorista celebrada esta semana valoró la conveniencia de, en estas fechas, robustecer los dispositivos de seguridad.