En Italia nos jugamos Europa

En Italia nos jugamos Europa

El presidente italiano, Sergio Mattarella.REUTERS

Está claro que Italia puede tener muchos defectos, pero también muchas virtudes. Una de ellas, contar con presidentes de la República de principios, políticamente fuertes, a años luz de comportamientos medrosos, dispuestos a ejercer a fondo sus competencias constitucionales y convencidos de que el populismo y el antieuropeísmo son lo último que se puede permitir el país si quiere tener un presente y un futuro.

Precedido por Giorgio Napolitano (fue un honor tenerle como Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo en mi última etapa como eurodiputado), Sergio Mattarella acaba de demostrar que el inquilino del Quirinal ni se pliega ni tiene por qué plegarse a la irresponsabilidad y las provocaciones de populistas como los máximos responsables de la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas. Para tomar la decisión de retirarles el encargo de formar Gobierno, hacía falta tener coraje y determinación, y no le han faltado.

Hay que ser conscientes de que la que se abre ahora en Italia es seguramente la batalla más crucial en la defensa de la UE

Seamos claros: si no lo hubiera hecho, Roma habría caído en manos de irresponsables legitimados en las urnas para gobernar, pero no para destruir el país. Y sin duda es lo que hubieran hecho imponiendo como Ministro de Economía a un personaje cuya principal –y casi única- intención era sacar a Italia del euro.

El Presidente Mattarella quiere que la ciudadanía vuelva a votar a la vista del programa real de los ganadores de las últimas elecciones, puesto negro sobre blanco en un contrato de Gobierno que llevaba directamente a la quiebra fiscal del Estado y a un retroceso en terrible en los valores del país.

Hay que ser conscientes de que la que se abre ahora en Italia es seguramente la batalla más crucial en la defensa de la Unión Europea como primera democracia supranacional y de los valores que encarna. Porque una vez que fracasaron en Austria, Holanda, Francia y Alemania, los populistas, los xenófobos, los racistas y los antieuropeos de esos países y de más allá (como los amigos de Trump) han volcado sus fuerzas y esperanzas en la Liga Norte y en el Movimiento 5 Estrellas.

Su tarea no será fácil: tendrán que ganar en las urnas, deberán movilizar a la sociedad civil en defensa de la democracia y de Europa

La campaña electoral italiana va a ser una confrontación ente la Europa de la libertad, el progreso y la solidaridad, por un lado, y la Europa que desea retornar a su peor pasado. Por eso es imprescindible que los europeístas tengamos claro lo que nos jugamos en Italia, que es la tercera economía del euro y una de las más importantes del planeta...

En estas condiciones, salvar a Italia del populismo y el antieuropeísmo es en primer lugar un deber de formaciones como el Partido Democrático, miembro del Partido Socialista Europeo, que debe situar Italia como su prioridad absoluta. Pero también de quienes desde los otros países de la Unión debemos apoyarles para que Europa no caiga.

Cuando los bárbaros entraron en Roma, muchos senadores defendieron la dignidad de la República, pero fueron masacrados

Me pregunto, en ese sentido, qué piensa el Partido Popular Europeo de uno de sus partidos miembros, Forza Italia, al parecer dispuesto a concurrir de nuevo en coalición con la Liga Norte. ¿Guardará silencio como con su partido hermano en Hungría, el Fidesz de Víctor Orbán? ¿O alzará su voz para reclamar un compromiso europeo que les desligue de la coalición con el populismo?

Su tarea no será fácil: tendrán que ganar en las urnas, deberán movilizar a la sociedad civil en defensa de la democracia y de Europa, estarán obligados a recuperar la confianza de la mayoría en poco tiempo. Pero es imperativo que lo hagan y que acierten.

Cuando los bárbaros entraron en Roma, muchos senadores se apostaron a la entrada de sus casas como estatuas defendiendo la dignidad de la República, pero fueron masacrados. Mattarella no llama a quedarse parados revestidos de orgullo, sino a moverse para conseguir una victoria democrática que será la de todos los europeos.

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