Rajoy nunca sabe nada

Rajoy nunca sabe nada

Lo que ha dejado su declaración ante la comisión de investigación sobre Kitchen en el Congreso.

Mariano RajoyKiko Huesca / EFE

Dos horas y media, sentado frente a la comisión de investigación sobre la operación Kitchen en el Congreso. Y contestando sin mascarilla, a petición propia. ¿Y qué ha dejado Mariano Rajoy? Que él nunca sabe nada. El expresidente se ha lanzado al barro, con gusto por el enfrentamiento, haciendo gala de su estilo y de su sorna. Pero con él no iba nada.

El Congreso lo había citado para cerrar las comparecencias sobre la operación Kitchen. Se trata de uno de los mayores escándalos democráticos en las últimas décadas. La Audiencia Nacional ha procesado al exministro del Interior Jorge Fernández Díaz, al exsecretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez y a la entonces cúpula de la Policía por haber organizado una trama para robar documentos a la familia Bárcenas -a través de su chófer- y obstaculizar la investigación judicial sobre el caso Gürtel.

Por el momento, la X de las órdenes se está poniendo en Fernández Díaz -el político de mayor rango imputado por la Audiencia Nacional-. Pero la gran pregunta que ha flotado desde entonces es si venía desde más arriba, si fue el propio presidente del Gobierno entonces el que ordenó la operación.

Pues Rajoy ha ido al Congreso para decir que él no tenía conocimiento de aquella operación. Y es más, ha decidido incluso mandarle ánimos, a su manera, a Jorge Fernández Díaz y Francisco Martínez. De los dos, ha asegurado, tiene una opción “magnífica” y está convencido de su inocencia. 

El expresidente ha llegado con un argumentario bien estudiado: él nunca supo nada, no cree que existiera esa trama, el PSOE usa a Bárcenas y Villarejo como “elementos de autoridad”, se trata de una comisión para hacer daño al partido y que entorpece el proceso judicial y en España no se respeta la presunción de inocencia. Bueno, y otro más: ¡vender su libro! Ha citado en varias ocasiones su recién estrenada obra, Política para adultos.

Además, el expresidente sigue insistiendo en su teoría: ningún tribunal ha probado la existencia de la caja B. El PP ha sido condenado en dos ocasiones a título de partícipe lucrativo (no directamente por la caja B, pero sí por beneficiarse), pero hasta en tres sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo sí se ha dejado constancia de la existencia de esa contabilidad paralela de los populares. 

Lo que ha vuelto a demostrar Rajoy es que es un hábil parlamentario, que se sabe hacer el tonto cuando toca, que se pone irónico para esquivar, que le da vueltas a las frases para liar o que desvía el debate por otros derroteros cuando le interesa y sabe que va a picar su rival (lo que le ha pasado con Edmundo Bal, a quien lo ha llevado a un cara a cara sobre cuestiones de derecho y administrativas).

Rajoy tenía entre sus misiones más importantes de la tarde del lunes dejar bien claro que no tiene nada que ver con el excomisario Villarejo, rey de las cloacas y uno de los hombres claves de Kitchen. El excomisario participó en el entramado para captar al chófer Sergio Ríos y darle una plaza en la Policía a cambio de sustraer los documentos escondidos en unas dependencias de Rosalía Iglesias. Villarejo se ha jactado de apuntar al expresidente y decir incluso que se mandaba mensajes con él.

Por ello, el gallego (que no asturiano, como le llamaban en clave algunos policías) tenía en su cabeza estos titulares: “No conozco al señor Villarejo y ni siquiera me consta haberlo visto en sitio alguno. No me reuní con el señor Villarejo nunca. No hablé con él nunca; no me consta que me haya enviado ningún mensaje y jamás en mi vida le he enviado un mensaje”. Y llevaba contra el PSOE la idea de que si hacían caso en esto al antiguo policía, también tendrían que aceptar las cosas que decía sobre Felipe González o Alfredo Pérez Rubalcaba. Asimismo, ha asegurado que “nunca” María Dolores de Cospedal le informó sobre sus conversaciones con el excomisario.

“No he conocido nunca la existencia de esa operación, no he dado ninguna instrucción, no sé lo que buscaban, no lo sé, lo desconozco”, ha sido también la otra forma de desvincularse. Todo el rato ha intentado también desviar diciendo que en la comisión se hacían acusaciones y que no se presentaban pruebas. Era, en su estilo, una manera de descalificar ese órgano.

Rajoy ha vuelto a ser más Rajoy que nunca cuando intentaba algunas chanzas y ha tenido sus mayores enfrentamientos con Felipe Sicilia (PSOE) y Gabriel Rufián (ERC), que ha citado todos los casos de corrupción y le ha dicho que no estaba en El Hormiguero. Con Vox todo parecía mucho más calmado, con Macarena Olona rebajando el tono y preguntando directamente. Pero, luego, entre líneas ha surgido un enfrentamiento, porque la diputada por Granada ha intentado desviar el caso hacia Soraya Sáenz de Santamaría. El expresidente le ha dicho que parecía que se venían a cobrar algunas “facturas” -fue destituida de su puesto en el País Vasco durante la Administración del PP-.

Han sido dos horas y media, pero poco se ha sacado. Aquí nunca pasó nada, como siempre versiona Rajoy. Ni conocía a Villarejo ni había una operación policial, en tanto que Fernández Díaz y Martínez son inocente. Todo siempre es una teoría de la conspiración contra los populares cuando están en el poder. ¿Una caja B? ¿Cómo? Eso sería algo sólo de Bárcenas. Rajoy nunca sabe nada. ¿Se acuerdan de aquello de que Gürtel era una trama contra el Partido Popular? Pues la Audiencia y el Supremo condenaron a sus principales cabecillas y al PP a título lucrativo. Kitchen tampoco existe para el expresidente, pero hoy en la Audiencia Nacional está procesada toda la cúpula de Interior de la época de Rajoy por esa operación. Hilillos de plastilina judiciales.