Rusia asegura que más de mil soldados ucranianos se han rendido en Mariúpol

Rusia asegura que más de mil soldados ucranianos se han rendido en Mariúpol

La resistencia afronta sus horas más difíciles en la ciudad costera asediada, sin apenas munición y atrincherados en la acería de Azovstal.

La resistencia de Mariúpol afronta sus momentos más difíciles después de seis semanas de asedio. Este miércoles, el mando militar ruso ha asegurado que un total de 1.026 infantes de la marina ucranianos se han rendido en el enclave marítimo localizado en el sureste de Ucrania. Entre ellos, 162 oficiales y 47 mujeres.

“En la ciudad de Mariúpol, en la zona de la metalúrgica Ilichi (...) depusieron las armas y se entregaron prisioneros 1.026 militares ucraniano de la 36 brigada de infantería de marina”, ha anunciado el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, Ígor Konanshenkov. Se trata de un anuncio que horas antes había realizado el líder checheno Ramzan Kadyrov, exigiendo a las tropas atrincheradas en la acería de Azovstal que depongan las armas.

Según el portavoz de los prorrusos, “dentro de Azovstal en este momento hay unos 200 heridos que no pueden recibir ninguna asistencia médica”. Kadírov también ha agregado que “para ellos y para todos los demás sería mejor poner fin a esta resistencia inútil y volver a casa con sus familias”. Los propios mandos militares ucranianos en Mariúpol han reconocido que “se nos acaban las municiones” y que solo queda “el combate cuerpo a cuerpo”.

Precisamente, en esa zona industrial se halla la última resistencia ucraniana que combate a las milicias prorrusas, liderada por el Batallón Azov, una fuerza neonazi legalizada por Ucrania que combate en el Donbás desde 2014. Azovstal también se corresponde con el mismo lugar que estas tropas han asegurado que fue objeto de un ataque con armas químicas, lanzado a través de un dron ruso. En declaraciones recogidas por Reuters, el portavoz de las milicias prorrusas de Donetsk aseguraba que estaban estudiando todas las posibilidades para “sacar a las ratas” de esta localización.

  Imagen satelital que retrata una Mariúpol devastada por el asedio ruso.MAXAR TECHNOLOGIES via REUTERS

La batalla (final) de Mariúpol

Ucrania, sin embargo, ha afirmado “no tener informaciones” acerca de esta supuesta rendición que fue mostrada en la cadena de televisión pública de Rusia. “Desconocemos esas informaciones”, ha asegurado un portavoz de Defensa, en un mensaje difundido por el portal Kyiv Independent. Todo lo contrario, las autoridades ucranianas aseguran que la resistencia se ha reforzado al unirse más milicianos al Batallón Azov.

El Ministerio de Defensa ucraniano sí ha publicado un nuevo balance de bajas asestadas a Moscú. El informe recoge que desde el 24 de febrero han acabado con un total de 19.800 militares rusos, además de destruir 739 tanques, 1.964 vehículos blindados, 358 sistemas de artillería, 158 aviones y 143 helicópteros. Unas cifras que el Kremlin está muy lejos de reconocer.

En la otra cara de la moneda, las autoridades de Mariúpol también han dado a conocer unas trágicas cuentas. El gobernador de la región de Donetsk, Pavlo Kirilenko, ha señalado que entre 20.000 y 22.000 civiles han muerto en Mariúpol y que 100.000 aguardan para ser evacuados. La población de la que representa la última llave para controlar el mar de Azov era de 400.000 personas antes del asedio.

Mientras que en las últimas declaraciones de la resistencia ucraniana en Mariúpol aseguraban que no habían cedido “un palmo” en sus posiciones, los prorrusos han informado de que “solo operan pequeños grupos separados, que por alguna razón tienen miedo de salir con una bandera blanca”.

En la última semana, Rusia ha consumado su repliegue de los alrededores de Kiev para concentrarse en el este y lanzar la ofensiva final por el Donbás. El pasado martes, Putin ha asegurado que no se detendrán hasta controlar la región y completar sus “nobles” objetivos con los que justificaron la invasión a Ucrania.

  Mapa con los últimos movimientos de las tropas rusas en Ucrania.EP DATA

En este sentido, culminar la conquista de Mariúpol es vital, puesto que de conseguirlo, Moscú lograría establecer un corredor para unir sus tropas desde la península de Crimea hasta el Donbás y atacar desde dos frentes. Además, la toma de Mariúpol supondría poder hacer uso sin peligro de su puerto, que ya controlan desde hace dos días tropas rusas, y emplearlo para el transporte de suministros y tropas directamente desde Rusia.

De esta forma, al norte podrían completar la captura de Izium, un bastión clave para dominar el Donbás junto a Sláviansk -la siguiente parada lógica del Ejército ruso- y de cara a recrudecer los ataques de la segunda mayor urbe del país, Járkov. En esta última ciudad no han dejado de registrarse constantes bombardeos de artillería rusa.

También está en marcha una simbólica carrera a contrarreloj cuya meta se fija en el 9 de mayo. En esa fecha se conmemora en Rusia la efeméride del triunfo del Ejército Rojo de la URSS sobre la Alemania nazi, una jornada marcada por los desfiles militares en la capital rusa y a la que numerosos analistas creen que Putin quiere llevar un triunfo contundente que exhibir a la población. Mariúpol encajaría perfectamente, en un contexto en el que Rusia solo ha conseguido tomar una gran ciudad (Jersón) en casi 50 días de guerra.

Mas no solo eso, puesto que la toma de Mariúpol reforzaría su posición de cara a futuras negociaciones de Rusia con Ucrania. Llegar a esta mesa con el control del Donbás sería el gran premio de un Putin que justificó la guerra como una forma de ‘proteger’ a la población de la región.

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Aunque en el día a día acabe escribiendo de cualquier cosa que suceda en el mundo, “puede que me recuerdes” de algunas temáticas que suelen quitarme el sueño con especial frecuencia. Me gusta escribir de política internacional, sobre todo cuando esta es eufemismo de atroces injusticias contra los derechos humanos o el medio ambiente, así como para acercar causas sociales que pasarían inadvertidas (la siguiente podría ser la tuya, así que escríbeme). La morriña también me devuelve en ocasiones a Galicia, sobre todo para que sus historias no se pierdan en el camino a la meseta.

 

Mi trayectoria

Antes de llegar a El HuffPost en 2021, fui periodista en La Voz de Galicia durante cinco años. En aquella etapa también pasé por los micrófonos de ‘Radio Voz’, en distintos programas radiofónicos. Y, aunque parezca poco probable, bebía más café que en la actualidad.


Soy de Ribeira, una bella localidad coruñesa que probablemente recuerdes del marisco, las páginas de sucesos o de personalidades de las que solemos presumir (tenemos a la triplista olímpica Ana Peleteiro y a una de las Tanxugueiras).


Aunque bromeo con que soy doctorado en Periodismo Gonzo, en realidad solo soy licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), pero, eso sí, tengo la orla de la misma tienda que la que se la hizo al rey Felipe VI. Aquellos años en Madrid me sirvieron para conocer la ciudad, pero también para entender que el mercado de la vivienda aún podía ir a peor. Ah, también tengo otra identidad secreta bajo la que hago rap o escribo poesía y que solo revelé en la redacción para que me dejasen entrevistar a artistas.

 


 

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