El cáncer de Joe Biden pone en marcha la picadora trumpista: "Alguien no está contando los hechos"
Donald Trump, después de su vicepresidente, uno de sus hijos y algunos médicos, insinúa que su predecesor ocultó su enfermedad mientras estaba en la Casa Blanca.

El anuncio de que le han diagnosticado un cáncer de próstata muy agresivo a Joe Biden sacudió este domingo la política estadounidense. El expresidente demócrata, de 82 años, confirmó el domingo, en un comunicado remitido por su oficina de comunicación, que la enfermedad ya había hecho metástasis en los huesos, una situación médica grave que, de acuerdo con su equipo médico, puede responder a un tratamiento hormonal.
Nada más hacerse público el diagnóstico del expresidente estadounidense, los mensajes públicos de apoyo a Joe Biden se multiplicaron en las redes sociales, con una mayoría en la que se desea que el mandatario pueda superar la enfermedad. Hasta su sucesor y rival político, Donald Trump, en un mensaje firmado con su mujer Melania, le deseó una pronta recuperación: Expresamos nuestros mejores deseos a Jill y a la familia, y le deseamos a Joe una pronta y exitosa recuperación", escribió en su plataforma Truth Social. Pero solo en cuestión horas, menos de un día, toda esa empatía ha pasado a ser cosa del pasado y, con la inestimable ayuda del trumpismo, la conversación ha cambiado de foco. Ahora, lo que se cuestiona es si Biden ocultó la enfermedad cuando aún estaba en la Casa Blanca.
"¿Por qué se tardó tanto?", se preguntó el presidente republicano en un acto en la Casa Blanca. “Puede llevar años llegar a ese nivel de peligro. Es una situación muy, muy triste. Me siento muy mal por ello y creo que la gente debe saber lo que pasó”. La cortesía inicial había quedado atrás en solo 24 horas, porque si algo ha demostrado Trump en su carrera política es su habilidad para detectar una fisura en el rival y convertirla en una fractura. Y esta vez esa brecha es el cáncer de próstata de Joe Biden. “Alguien no está contando los hechos”, soltó el magnate republicano, insinuando que los exámenes rutinarios a los que se someten todos los presidentes al inicio de cada mandato, podrían estar manipulados. "Esto ya no va de corrección política. Es un peligro para el país".
Un mensaje que encaja a la perfección en una campaña de descrédito orquestada con precisión milimétrica. Porque antes que el actual presidente de EEUU terminase el puzzle con este cambio de tono en discursos, el trumpismo y sus aliados más fieles ya se habían puesto manos a la obra para allanar el terreno.
El mensaje de Biden, arranque de la ofensiva
La primera aparición pública de Joe Biden tras anunciarse el cáncer de próstata ha sido cuidadosa, emocional y serena. En un mensaje publicado en redes sociales, agradeció el apoyo recibido en las últimas 24 horas desde varios puntos del planeta: "El cáncer nos afecta a todos. Como muchos de ustedes, Jill y yo hemos aprendido que somos más fuertes en los momentos difíciles. Gracias por animarnos con amor”. El tuit, acompañado de un selfi con su mujer y su gata Willow, ha sido un intento de frenar las especulaciones y cerrar filas entorno al que fuera líder del Partido Demócrata. Sin embargo, la publicación no funcionó como cortafuegos. Al contrario, sirvió como pistoletazo de salida para poner en marcha la maquinaria trumpista, que parecía estar esperando una señal para actuar.
El primero en dar un paso más allá fue el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, quien, de regreso de su viaje al Vaticano para encontrarse con León XIV, le deseó “lo mejor al expresidente” demócrata tras conocerse un diagnóstico que “suena bastante grave”. Sin embargo, pronto cambió su tono contenido para iniciar el ataque: "Realmente, debemos ser honestos sobre si el expresidente era capaz de desempeñar el cargo. No creo que gozara de buena salud”, apuntó el vicepresidente republicano.
"No estaba capacitado para desempeñar un buen trabajo para el pueblo estadounidense”, añadió Vance, que también ha apuntado al círculo más cercano de médicos, asesores y colaboradores de Joe Biden como los responsables de ocultar su estado de salud. "Los estadounidenses tienen derecho a saber si su líder está en condiciones de asumir todas las responsabilidades del cargo”, zanjando un discurso perfectamente alineado con todo el relato que ya se había empezado a difundir desde otros frentes del trumpismo.
El hijo mayor del actual presidente de EEUU no tardó en sumarse a la campaña. A través de las redes sociales, Donald Trump Jr. ha publicado un mensaje donde también pone en cuestión el papel que ha jugado el entorno familiar de Joe Biden y apunta directamente a la mujer del expresidente demócrata: "Lo que quiero saber es cómo la doctora Jill Biden (que se doctoró en magisterio) pasó por alto el cáncer metastásico en estado cinco, ¿o es otro caso de encubrimiento?", escribió junto a otra publicación en la que se sugería que Biden ya sabía que tenía cáncer mientras ocupaba el Despacho Oval.
También desde el ámbito científico han comenzado a surgir dudas sobre el diagnóstico de Joe Biden. Una de las voces más críticas ha sido el profesor de la Universidad de Yale y experto en salud pública, Howard Forman, quien en un mesaje de X que recoge Reuters: “Es inconcebible que esto no se siguiera antes de que dejara la presidencia. El grado 9 de Gleason habría tenido un nivel elevado de PSA (el antígeno prostático específico que se mide en sangre) desde hace tiempo. Biden debió haberse sometido a múltiples análisis antes. Todo esto es extraño", escribía.
Las estadísticas tampoco ayudan a despejar las sospechas. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), siete de cada diez casos de cáncer de próstata que se diagnostican, se detectan antes de que hagan metástasis. No ha sido el caso de Joe Biden. Un hecho que, en un contexto político tan polarizado como el estadounidense, se ha convertido en munición para el adversario. Esa misma línea es la que mantiene el médico y también empresario Steven Quay, que se cuestiona, sin tener pruebas, si el deterioro cognitivo del expresidente demócrata podía haber sido un efecto secundario del tratamiento contra el cáncer.
Y si Joe Biden no tenía suficiente con la maquinaria del descrédito trumpista, aparece el libro Original Sin, escrito mano a mano por los periodistas Jake Tapper y Alex Thompson, con el que han conseguido reavivar el debate sobre el estado cognitivo del demócrata en sus últimos meses como presidente. Según el ensayo, que se apoya en el testimonio de asesores y figuras clave del Partido Demócrata, sus colaboradores más cercanos llegaron a cuestionarse “seriamente” la agudeza mental de Biden, antes de anunciar su retirada de la carrera por la reelección tras el debate con Donald Trump en el que se parecía perder la conexión con la realidad por momentos. Pese a ello, aseguran los autores de libro, nadie de su entorno se atrevió a proponer su retirada de la candidatura.