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La UE se pone de perfil ante los planes de Trump en Gaza: un simple "tomo nota"

La UE se pone de perfil ante los planes de Trump en Gaza: un simple "tomo nota"

La falta de contundencia en las palabras de la CE y el hecho de que no comparezcan sus pesos pesados contrasta con el esfuerzo hecho en la época de Josep Borrell, cuando hasta se propuso un plan de paz para la zona. 

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante una reunión con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el 13 de octubre de 2023 en Tel Aviv.EFE / Gobierno israelí

En el juego infantil, las diferencias eran cinco o siete. Aquí se multiplican, con la gravedad de que lo que está en juego es la vida de 2,3 millones de personas y no el reto de una viñeta en un papel. La reacción de la Unión Europea (UE) al anuncio de Donald Trump de que quiere que Estados Unidos "tome el control" de la Franja de Gaza ha sido extremadamente tibia en comparación con la que solía mostrar el anterior jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, una de las voces más firmes ante los crímenes de Israel. Parece que el temor a Washington y sus castigos -empezando por los aranceles- hace mella en Bruselas. 

Ningún alto mando de la Comisión Europea (CE) ha dado la cara aún, ni por comunicado ni por redes sociales ni en rueda de prensa o conversación con los medios. La CE mandó a un portavoz empezada la noche del miércoles, unas 20 horas después de que el republicano escandalizase al mundo con su plan, para decir poco: que Gaza es "una parte integral de un futuro Estado palestino", que la UE "sigue firmemente comprometida con la solución de los dos Estados, que es el único camino para una paz duradera tanto para los israelíes como para los palestinos" y que que "toma nota" de lo propuesto por la Casa Blanca. 

Ni siquiera aparece el famoso "deeply concerned", "profundamente preocupada", que posiblemente sea la muletilla más usada (y vacía de contenido) en las declaraciones mundiales ante conflictos. Fuentes consultadas en el Ejecutivo europeo se remiten a esa intervención del portavoz y no anuncian comunicados ni intervenciones ex profeso sobre Palestina. 

Este jueves, el portavoz de la Comisión, Anouar El Anouni, ha tenido que enfrentarse a preguntas al respecto y no se ha movido ni una losa. "Tomamos nota de los comentarios del presidente Trump. La UE sigue totalmente comprometida con la solución de los dos Estados, que creemos que es el único camino para una paz a largo plazo tanto para los israelíes como para los palestinos". Su colega Guillaume Mercier, otro de los portavoces, ha garantizado el apoyo europeo a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) continuará, después de que Trump decidiera seguir con la suspensión de fondos para ese organismo.

¿Condena al plan de Gaza? ¿Recordatorio de las resoluciones de la ONU? ¿Defensa del derecho internacional? ¿Aviso del riesgo de limpieza étnica? Todo eso ha salido de la boca de las Naciones Unidas y de sus agencias y organismos dependientes, pero no de la UE. Al menos, por ahora. 

Sí han llegado mensajes contundentes de buena parte de los Veintisiete. Alemania dice que sus propuestas son "contrarias a la ley internacional", "inaceptables" y le causan una "profunda preocupación". Francia avisa de que cualquier desplazamiento forzoso de población sería "una violación grave del del derecho internacional" y "un ataque a las legítimas aspiraciones de los palestinos". "Gaza es la tierra de los palestinos gazatíes" y deben seguir en la franja "porque es parte del futuro Estado palestino por el que España apuesta", añade España, por tomar tres botones. 

Va más allá del propio conflicto palestino-israelí. Trump está haciendo una apuesta inmobiliaria en el extremo oriental del Mediterráneo con el mismo afán expansionista con el que dice que quiere hacer de Canadá el estado 51º de EEUU, recuperar el control del Canal de Panamá o hacerse con Groenlandia. En este último caso topa con la UE, porque es Dinamarca la que está detrás. Ni por esas hay toque de atención, aunque sea por la onda expansiva que puede tener en un país propio de la Unión. 

Los cambios

La Unión Europea nunca ha sido el mediador esencial en Oriente Medio ni una voz determinante que cambia cosas, que influye, pero sí se ha tenido por un bloque aliado de una solución negociada y justa, un importante contribuidor en cooperación, un engrasador diplomático. Su papel ha ido perdiendo fuerza con el tiempo pero en la época de Borrell volvió a primer plano -dentro de las limitaciones de acción e influencia que ya citamos- porque se decidió a pedir a las claras el fin de la ofensiva sobre Gaza y a poner sobre la mesa la solución de dos Estados, cuando las bombas y los atentados hacían imposible recordar esa vía. 

Europa venía de un camino que podía haber sido más firme en la zona, sin duda: no ha reconocido al Estado palestino como tal (como ha hecho la mayor parte del planeta, hasta es ya observador en la ONU); no ha sancionado a Israel por sus acciones contra civiles palestinos (sólo en Gaza se calculan los muertos en 47.000 durante los 15 meses de ofensiva, ahora frenados por un precario alto el fuego); no se ha suspendido el Acuerdo de Asociación UE-Israel (reclamado por 250 europarlamentarios, una salida planteada por Borrell antes de irse pero que necesita unanimidad de los estados); no ha reclamado el dinero por los proyectos solidarios destrozados por las incursiones de Tel Aviv en Gaza o Cisjordania; no ha apoyado suficientemente a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como interlocutor válido y legítimo y ha tardado mucho en ponerse firme con los productos que venían de las colonias ilegales, en las que viven 600.000 colonos.

Sin embargo, pese a todas esas deudas pendientes, en enero del pasado año Bruselas llegó a proponer una hoja de ruta con pasos concretos para acabar con más de 75 años de conflicto, con una salida "creíble y global". Se trata de dar 12 pasos que incluían desde un alto el fuego permanente en Gaza a la creación de un estado palestino junto al israelí, dos vecinos con derechos y en paz, pasando por la normalización de relaciones entre Tel Aviv y los estados árabes (Trump sueña con crear esos lazos con Arabia Saudí) y por garantizar la seguridad regional a largo plazo.

Borrell planteó una conferencia de paz preparatoria con los actores clave, como la propia UE, EEUU, Egipto, Jordania, Arabia Saudí, toda la Liga Árabe y Naciones Unidas. Luego, negociación de las partes, aunque de inicio sea de forma indirecta. Tras un año de diálogo, se pondría sobre la mesa un plan de paz formal, basado en las sucesivas resoluciones de la ONU, del Consejo Europeo y de los mediadores que llevan negociando 30 años, que ya cosecharon un reconocimiento de metas pero que no se han implementado. Nadie hasta entonces había dado un paso así en esta crisis.

El español no pudo lograr una posición común europea, pero siempre denuncio las violaciones de derechos esenciales y entendió el deber de Europa de no callase y se pelear. Pero en verano pasado hubo elecciones europeas, este invierno se ha conformado la nueva Comisión, Trump ha ganado en EEUU y el escenario es otro. Empezando por su sustituta: Borrell es un socialista convencido, progresista, que ha dado el testigo a la exprimera ministra estonia Kaja Kallas, liberal. Si el primero estaba volcado con los retos de Oriente Medio y el Mediterráneo (su sprint final en el cargo lo llevó a la zona, como mensaje), la segunda fue elegida para mirar a Rusia, a Ucrania, al este. 

El primer ministro palestino, Mohammad Mustafa, y la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Seguridad, Kaja Kallas, se saludan en Bruselas,, el 17 de enero de 2025.Johanna Geron / Reuters

"Borrell deja el legado de haber sido capaz de mostrar una empatía bastante igual por ambos lados del conflicto, una habilidad minoritaria en la UE, la mayoría de cuyos líderes tienden a ponerse del lado de Israel", sostiene Martin Konecny, director del grupo de expertos European Middle East Project en Bruselas, en una reciente entrevista con Euronews.

Para quienes acusan al catalán de parcialidad, de propalestinismo, el experto se planta: "No encontrarán una sola declaración de Borrell que demuestre que favorece los derechos e intereses palestinos por encima de los de Israel". "Siempre ha promovido la postura clásica de la UE a favor de la solución de dos Estados y del derecho internacional, e incluso en su caso con mucho más énfasis en la seguridad israelí que en la de los palestinos", indica. 

Kallas es otra cosa. No cree que vaya a llegar a la posición proisraelí de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen -de la que ahora hablaremos y que fue tan criticada en 2023- pero tampoco es Borrell. "Estará en medio, no creo que sea un tema que vaya a priorizar mucho", indica. "Pero creo que el problema se le impondrá, lo quiera o no", asume.

Obviamente, la UE no era Borrell ni es Kallas. Es la postura que, en conjunto, tomen los Veintisiete. De ahí que no sólo sea determinante el quién para la descafeinada reacción de Bruselas al desalojo de Gaza sino el cuándo: Trump ganó las elecciones en noviembre, ha dicho que "absolutamente" habrá aranceles para Europa (tras su andanada, parcialmente congelada, a China, Canadá y México) y hay miedo a irritar al nuevo inquilino de la Casa Blanca. Europa ha entrado en fase de extrema prudencia y no se esperan declaraciones que puedan enfadar más al volátil magnate. 

Los analistas indican que hacia marzo o abril pueden llegar los primeros castigos hacia la UE, que tiene ya listos planes de contingencia para hacer frente a la guerra comercial, una reedición de la que ya lanzó el republicano en su primer mandato, entre 2017 y 2021. También han empezado ya a moverse sus enviados para tratar de evitar el mazado y hacer concesiones a EEUU que calmen el niño rabioso que parece Trump. 

Podría evitarse el hachazo comprando más armamento a empresas de EEUU y también más gas natural licuado. Son necesidades que la Unión no tenía hasta hace unos años pero que se han disparado tras la invasión rusa de Ucrania, la nueva carrera armamentística por la amenaza que supone Moscú para países miembros y la necesidad de dejar de depender energéticamente de la Federación. Eso ha llevado a buscar otros mercados y los Estados Unidos se frotan las manos. El mayor gasto en defensa, de paso, engrasaría de paso las relaciones con Trump respecto a la OTAN, que amenaza con dejar para no ser más que cajero de los aliados. 

Un pasado que lastra

Antes del impulso de Borrell, es innegable que esta CE tampoco ha sido la más empática con los palestinos. Tras los atentados de Hamás contra Israel del 7 de octubre de 2023, en represalia de los cuales Tel Aviv lanzó su operación contra la Franja, la postura fue de claro apoyo al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el "derecho a la defensa" de su nación. Tenía sobre la mesa 1.200 muertos y unos 250 secuestrados, el peor golpe desde la creación del Estado en 1948. 

Seis días después de la cadena de ataques, Von der Leyen generó oleadas de críticas dentro y fuera de la Unión tras viajar a Tel Aviv, junto a la presidenta del Europarlamento, Roberta Metsola, y lanzar sobre el terreno un único mensaje: estamos con Israel. De los civiles palestinos no habló. No sólo es llamativo que no aludiera a los derechos de los gazatíes que no son Hamás o que no pidiera proporcionalidad ni respeto a las leyes internacionales. Es que, además, habló sin pactar el mensaje con los países miembro, olvidando que la Política Exterior la fijan ellos y no Bruselas, y rompiendo con la línea histórica de la UE: defensa de la solución de dos estados, protección de inocentes, condena de la violencia sin control. 

Más allá de la enorme fuerza de su gesto, con chaleco antibalas y rodeada de personal de seguridad, quedaron sus palabras. "Somos amigos de Israel. Cuando los amigos son atacados, los apoyamos. Israel tiene el derecho y el deber de responder al acto de guerra de Hamás", escribió en un mensaje en X. Y esto, en otro más: "Este es el momento de la unidad. Este es el momento de unir fuerzas contra el terrorismo. E Israel puede contar con la UE".

La exministra de Defensa germana no citó a los palestinos en ningún momento, no reparó en las víctimas de la "ofensiva total" que había ordenado Netanyahu y su Gobierno de ultraderecha. Por supuesto, tampoco cruzó a Cisjordania, donde la Autoridad Nacional Palestina tiene su cuartel general, en Ramala, para hablar con los representantes del pueblo palestino, que sí reconocen a Israel y que llevan décadas negociando la paz con ellos, manejando la ocupación a diario. Su viaje, al fin, tuvo un mensaje unidireccional, lo mismo que el hecho de que sólo la bandera de Israel iluminara las paredes del edificio donde tiene su oficina, el Berlaymont, en Bruselas.

Antes de la visita de Von der Leyen, de la que nunca volvió a hablar ni a matizar nada, el 9 de octubre de ese año, hubo otra primera crisis a causa de un mensaje del húngaro Olivér Várhelyi, el entonces comisario europeo de Vecindad y Ampliación, hoy en Salud. "Todos los pagos se suspenden inmediatamente. Todos los proyectos puestos en revisión. Todas las propuestas presupuestarias, inclusive para 2023, pospuestas hasta nuevo aviso. Evaluación integral de todo el portafolio", dijo en X respecto a la ayuda a la cooperación con Palestina. 

El anuncio de Varhelyi sobre la ayuda suscitó protestas de los Estados miembros como España, Irlanda y Luxemburgo. La Comisión emitió rápidamente declaraciones aclaratorias que, en esencia, significaban retractarse de lo dicho por el comisario. El Ejecutivo comunitario escribió en un comunicado de prensa horas después que no se suspendería la ayuda humanitaria, aunque sí se procedería a una revisión urgente de la ayuda al desarrollo para garantizar que "ninguna financiación de la UE permita indirectamente a ninguna organización terrorista llevar a cabo atentados contra Israel". O sea, Hamás. 

No hubo nada, pero sí que, desde entonces, quedaron en evidencia las  distintas sensibilidades, pasados y presentes que tienen los Veintisiete respecto a este conflicto. Queda claro que Alemania está con Israel (huelga dar los motivos, aunque ha salido a defender el derecho internacional en el caso de Gaza) o que Francia se preocupe sobremanera, teniendo la mayor comunidad judía del continente. También que Italia no va a reconocer "unilateralmente" a Palestina, y que Hungría, amigo de Trump, espalda los planes del norteamericano, como las iniciativas que puedan contribuir a la "paz y estabilidad", esto es, la conocida esta semana. 

Pero hay estándares compartidos hasta ahora, como la legalidad de las resoluciones de la ONU y la salida de dos estados, que ahora se han pasado por alto de forma nada sutil. 

Un silencio que retrata. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.