Los cinco puntos calientes susceptibles de guerras en 2024

Los cinco puntos calientes susceptibles de guerras en 2024

Más allá de la guerra en Ucrania y en la Franja de Gaza.

Un mercenario posa ante la cámara en Ucrania.Global Images Ukraine

En 2022, según el último informe publicado por el Uppsala Conflict Data Program (UCDP) de la Universidad de Uppsala (Suecia), el número de muertos registrados en las guerras que siguen activas, creció un 97% respecto a 2021. Un dato que, hecho público en julio de 2023, llevó a la institución sueca a catalogar el año como más mortífero del siglo XXI.

Sin embargo, en ese cómputo global de víctimas mortales en conflictos armados, no se incluye la cifra de los muertos registrados en la Franja de Gaza desde que Israel iniciase su "ofensiva total" sobre territorio gazatí tras el ataque de Hamás en octubre. Tampoco se recoge el número de fallecidos en la guerra de Ucrania, que el próximo mes cumplirá el segundo aniversario desde que Vladimir Putin decidiese atacar Kiev.

Aunque la guerra en Ucrania, primer conflicto armado interestatal a gran escala en 20 años, ha acaparado la mayoría de los titulares y el conflicto en Gaza ha ocupado el foco informativo desde hace meses, hay otros puntos calientes en el planeta a los que se debe prestar atención por la tensión que se vive en sus territorios y que amenazan con estallar en violencia en cualquier instante de 2024.

Atalayar, portal especializado en información internacional, ha hecho una recopilación de los lugares de los que se podría hablar a lo largo de este año por culpa del estallido de una guerra después de que los conflictos civiles que atraviesan o los disturbios que registran pueden escalara y terminar por convertirse en un conflicto armado. Son estos 5 países:

Myanmar. Con una larga historia de conflictos, el panorama sugiere que la guerra civil que vive desde hace años podría empeorar en 2024, lo que probablemente atraerá la atención internacional nuevamente. Las dinámicas étnicas, la lucha por recursos naturales y la resistencia contra la junta militar han creado una situación volátil y compleja que requiere atención urgente y esfuerzos diplomáticos para buscar una solución pacífica.

Mali. Los conflictos históricos y las tensiones entre el gobierno central y grupos rebeldes, como los tuareg respaldados por militantes islamistas, han generado inestabilidad a lo largo de los años. Los repetidos golpes de Estado, la retirada de la misión de mantenimiento de la paz de la ONU y el control estratégico cambiante de ciudades clave han minado la frágil estabilidad que se mantenía desde el acuerdo de paz de 2015.

La presencia de actores internacionales, como el supuesto respaldo del Grupo Wagne, agrega una complejidad adicional a la situación en Mali.

Líbano. La crisis económica, la falta de reformas y la incapacidad para formar un gobierno efectivo han exacerbado las tensiones sociales y políticas en el país desde las protestas civiles de 2019. La reciente escalada de tensiones entre Israel y Hamás, con la presencia de Hezbolá en Líbano, es una preocupación adicional. Esto no solo aumenta las tensiones regionales sino que también pone en riesgo la esperanza de recuperación económica a través del turismo, vital para la economía libanesa.

Pakistán. La historia de intervención militar en la política de Pakistán ha sido una constante desde su independencia en 1947, lo que ha creado una dinámica compleja entre el poder civil y militar en el país.

Los problemas de seguridad, agravados por la situación en Afganistán y los ataques terroristas, combinados con una economía en dificultades y desastres naturales como las inundaciones, han creado un entorno altamente volátil y tenso en Pakistán. 

El próximo proceso electoral en febrero de 2024 es crucial para el país.

Sri Lanka. El adelanto electoral a finales de 2024 y la posible reelección del presidente Wickremesinghe están generando desconfianza y descontento entre la población. La falta de soluciones a preocupaciones como la corrupción y las causas subyacentes de los problemas económicos, podría desencadenar movimientos de descontento similares a los vistos en 2022, especialmente si la economía vuelve a atravesar dificultades.