Los soldados ucranianos recurren al bótox para recuperarse de las heridas dejadas en la guerra con Rusia
Los expertos señalan que puede ser una "herramienta poderosa a corto plazo para tratar el dolor posterior a una amputación", algo que ha afectado a más de 100.000 soldados y civiles de Ucrania.

El mundo sigue evaluando las secuelas humanas de la invasión a gran escala que Rusia inició contra Ucrania el 24 de febrero de 2022. A lo largo del conflicto, más de 100.000 soldados y civiles han perdido alguna extremidad, y muchos de ellos se enfrentan a un enemigo invisible: el síndrome del miembro fantasma, una afección que limita su movilidad, dificulta el uso de prótesis y mina la calidad de vida.
Uno de los príncipales síntomas que pueden sentir las personas con esta afección, explica el Centro Clínico de los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU, es "dolor en la extremidad, aunque físicamente ya no se encuentre ahí". También pueden notar hormigueo, pinchazos, entumecimiento, calor o frío y la sensación de que los dedos de las manos o de los pies se están moviendo o la extremidad faltante se estuviera acortando (invaginación).
Sin embargo, un nuevo estudio dirigido por Northwestern Medicine, en colaboración con médicos ucranianos, ofrece un halo de esperanza a estas personas: las inyecciones de toxina botulínica, conocida popularmente como 'Bótox', podrían ofrecer un alivio más rápido y efectivo que los tratamientos tradicionales a corto plazo.
El trabajo, publicado en la revista Archives of Physical Medicine and Rehabilitation, se llevó a cabo entre 2022 y 2024 con 160 amputados tratados en dos hospitales del oeste de Ucrania. Según los investigadores, sus hallazgos podrían beneficiar a millones de personas en todo el mundo que sufren dolor postamputación.
Un alivio rápido, pero menos duradero
"La toxina botulínica inyectada en los muñones dolorosos de los miembros residuales y alrededor de los neuromas fue, en algunas medidas de resultados, más efectiva que el tratamiento médico y quirúrgico integral un mes después del tratamiento", explica en un comunicado el autor principal, el Steven P. Cohen, profesor de anestesiología y vicepresidente de investigación y medicina del dolor en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.
El estudio dividió a los pacientes en dos grupos. Aproximadamente, una quinta parte recibió inyecciones de toxina botulínica en las terminaciones nerviosas dolorosas, llamadas neuromas, además del tratamiento médico y fisioterapia estándar. El resto fue tratado con una atención integral que incluyó revisiones quirúrgicas, bloqueos nerviosos, fisitoterapia, apoyo psicológico y medicación.
Tras un mes, los pacientes que recibieron las inyecciones experimentaron una reducción promedio de cuatro puntos en una escala de 10 para el dolor del miembro fantasma, frente a solo un punto en el otro grupo. Además, el 69% del grupo tratado con toxina botulínica logró una mejora significativa, una reducción del dolor de al menos un 30%, comparado con el 43% del grupo convencional.
Sin embargo, los resultados se modificaron con el tiempo. A los tres meses, quienes recibieron atención integral mostraron un alivio más duradero, lo que coincide con investigaciones previas que sugieren que los efectos analgésicos de la toxina botulínica tienden a disiparse tras unos tres meses.
"Nuestros resultados muestran que la toxina botulínica podría ser una herramienta poderosa a corto plazo para tratar el dolor posterior a una amputación cuando se utiliza junto con una atención médica y quirúrgica integral", señala Roman Smolynets, anestesiólogo del Hospital Clínico Multidisciplinario de Emergencias y Cuidados Intensivos en Lviv. "Podría ser un paso más para ayudar a los amputados a vivir con menos dolor y más dignidad. Pero siempre como un complemento, no como monoterapia", añade.
Una técnica de inyección innovadora
La toxina botulínica es una neurotoxina producida por la bacteria Clostridium botulinum que actúa paralizando temporalmente los músculos. Su uso más común es en estética facial para combatir la flacidez, ya que ayuda a reducir arrugas de expresión al relajar los músculos responsables, rejuveneciendo el rostro y el cuello.
No obstante, también cuenta con un amplio historial médico. Al bloquear las señales nerviosas, puede reducir la actividad muscular y aliviar dolores neuropáticos. Sin embargo, este estudio introduce una forma innovadora de administración.
El equipo usó guía ecográfica para inyectar la sustancia directamente alrededor de los nervios dolorosos y los tejidos blandos cercanos, un enfoque denominado "perineuronal". Esta técnica, explican los investigadores, podría explicar la notable reducción de dolor observada a corto plao, al disminuir la inflamación local y calmar la hiperactividad nerviosa.
Los científicos creen que este enfoque podría extrapolarse a otros tipos de dolor nervioso, como el asociado con el herpes zóster, el síndrome del túnel carpiano o el dolor postoperatorio tras cirugías como la mastectomía o la toracotomía. Aun así, reconocen que el estudio es solo un primer paso.
Se necesitan ensayos aleatorizados más amplios para confirmar los resultados, perfeccionar la selección de pacientes y optimizar la dosis. También se explorará si inyecciones repetidas pueden ofrecer alivio prolongado, como ocurre con tratamientos para la migraña.
Además, Cohen y Smolynets lideran otros proyectos en Ucrania y Estados Unidos sobre nuevos tratamientos para el dolor de guerra, la lesión cerebral traumática y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), tanto en hospitales ucranianos como en centros del ejército estadounidense, como el Walter Reed National Military Medical Center.
