Los objetivos de la ONU fracasan: el hambre sube por cuarto año hasta los 258 millones de personas

Los objetivos de la ONU fracasan: el hambre sube por cuarto año hasta los 258 millones de personas

Desde 2016, el número de personas que viven bajo estrés alimentario se ha más que triplicado, pasando de 83,3 millones a 253 millones en 2022.

Una madre atiende a su hijo con desnutrición severa en un hospital de Sana'a, Yemen, en marzo de 2022.Mohammed Hamoud / Getty Images

La humanidad ha fracasado en su empeño de fracasar con el hambre del mundo. Un total de 258 millones de personas de 58 países sufrieron inseguridad alimentaria aguda en 2022, lo que supone un aumento respecto a los 193 millones del año anterior, según revela el informe de la Red Global contra las Crisis Alimentarias (GNAFC) publicado ahora en colaboración con distintas agencias de la ONU. Cuatro años subiendo, en vez de retrocediendo. El objetivo del milenio, deshecho. 

Las repercusiones de la guerra en Ucrania se convirtieron en uno de los principales factores del hambre, especialmente en los países más pobres del mundo, así como los efectos de las crisis económicas, advierte la GNAFC, que cuenta con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con sede en Roma.

"Es un panorama muy preocupante. La prevalencia de poblaciones que se enfrentan a la inseguridad alimentaria aguda en niveles de crisis o peores ha aumentado por cuarto año consecutivo", explica Rein Paulsen, director de la Oficina de Emergencias y Resiliencia de la FAO.

"En términos prácticos estamos hablando de hogares vulnerables, cuyas vidas y medios de subsistencia se están viendo amenazados", añadió Paulsen, al destacar que se trata de cifras "inadmisibles": desde 2016, el número de personas que viven bajo estrés alimentario se ha más que triplicado, pasando de 83,3 millones a 253 millones en 2022.

Las diez mayores crisis del año, que contabilizan a 163 millones de personas que se encuentran en situación de inseguridad alimentaria y que representan al 63 % de la población mundial, se registraron en la República Democrática del Congo (RDC), Etiopía, Afganistán, Nigeria, Yemen, Birmania, Siria, Sudán, Ucrania y Pakistán.

La GNAFC, que destaca "el carácter prolongado" de muchas de estas crisis alimentarias, con 38 países que las han registrado sistemáticamente en las siete ediciones del informe, también alerta de que más de 35 millones de niños menores de cinco años sufrían hambre y para 9,2 millones la situación era extremadamente grave.

"La resiliencia económica de los países pobres ha disminuido drásticamente en los últimos tres años, y ahora se enfrentan a largos períodos de recuperación y a una menor capacidad para hacer frente a futuras crisis", se destaca.

Para el responsable de la FAO, "se necesitan medidas urgentes" y "adecuadas para hacer frente a la situación".

Respecto a los factores que impulsan la inseguridad alimentaria, se indica que "son complejos, están interrelacionados y se refuerzan mutuamente, creando una espiral de efectos negativos sobre la inseguridad alimentaria aguda y la nutrición", con los conflictos y las crisis económicas como el principal motor.

Los conflictos y la inseguridad fueron el factor más significativo en 19 países, con 117 millones de personas, mientras que las causas económicas, incluidas las repercusiones de la guerra en Ucrania y de la COVID-19, se convirtieron en el principal impulsor en 27 países con 83,9 millones de personas, frente a los 30,2 millones de personas en 21 países en 2021.

Y superaron a los conflictos como principal causa de inseguridad alimentaria aguda en tres países aún afectados por crisis prolongadas: Afganistán, Siria y Sudán del Sur.

Mientras que los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos son responsables del hambre en 12 países con 56,8 millones de personas, frente a 23,5 millones en ocho países en 2021.

Las conclusiones del informe también confirman el impacto negativo de la guerra en Ucrania. Tras alcanzar su punto máximo en el primer semestre de 2022, los precios de los alimentos han bajado, pero la guerra sigue afectando indirectamente a la seguridad alimentaria, sobre todo en los países de renta baja que dependen de las importaciones y "cuya fragilidad se ve agravada por el conflicto".