Prohíben los relojes inteligentes en escuelas de Nueva York y los alumnos no saben dar la hora: "Es una fuente de frustración"
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Prohíben los relojes inteligentes en escuelas de Nueva York y los alumnos no saben dar la hora: "Es una fuente de frustración"

“Constantemente me preguntan: ‘Señora, ¿qué hora es?’”.

Un reloj inteligente en una imagen de archivoGetty Images

La prohibición de relojes y teléfonos inteligentes en las escuelas de Nueva York ha revelado un problema inesperado: muchos estudiantes no saben leer la hora en relojes analógicos. Lo que parecía una medida para mejorar la concentración y reducir distracciones se ha convertido en un todo un reto para docentes y alumnos.

“Constantemente me preguntan: ‘Señora, ¿qué hora es?’”, comenta Maddy Morhineg, profesora de inglés en Manhattan a newsbomb. “Llegué al punto de pensar: ‘¿Dónde está el puntero grande y dónde el pequeño?’”, añade, reflejando la frustración que sienten muchos educadores al ver que habilidades básicas se han perdido.

Según los profesores, la mayoría de los alumnos aprendió a leer relojes en primaria, pero con los años la práctica desapareció. “Siempre teníamos los teléfonos a mano, así que ya no lo necesitamos”, admite Cheyenne Francis, de 14 años, estudiante de secundaria. La dependencia de la tecnología ha hecho que conceptos tradicionales como “y cuarto”, “y media” o “exactamente” se olviden casi por completo.

Aun así, la medida tiene efectos positivos. Los docentes señalan que los estudiantes están más concentrados en clase, socializan mejor durante los recreos y se mueven con mayor fluidez por los pasillos. Paradójicamente, a pesar de no poder leer todos los relojes, los alumnos incluso llegan puntuales a clase.

El Departamento de Educación de la ciudad asegura que enseñan la hora desde los primeros grados y reconoce la importancia de mantener estas habilidades tradicionales. Isla Gething, portavoz oficial, subraya que “a medida que los jóvenes crecen en un mundo digital, no se deben dejar atrás las habilidades básicas como decir la hora”.

Nueva York enfrenta ahora un curioso efecto secundario de la era digital: una generación que puede manejar aplicaciones y notificaciones, pero no un reloj de manecillas. Mientras los profesores buscan soluciones, los relojes analógicos vuelven a convertirse en una herramienta de aprendizaje indispensable.

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