Las tropas rusas han estrenado una nueva forma de infiltración en el frente: buzos de combate que se cuelan por ríos y canales sin dejar rastro térmico. La unidad ucraniana Gostry Kartuzy ha publicado un vídeo en el que se ve cómo un dron bombardero localiza y revienta a uno de estos soldados justo después de cruzar un obstáculo acuático. No era un infante cualquiera. Llevaba traje de neopreno y formación avanzada, lo que le permitía moverse durante horas sin ser detectado por sensores convencionales.

Según la web especializada Militarny, este tipo de operaciones supone un quebradero de cabeza para los defensores ucranianos. Las cámaras térmicas, que hasta ahora eran claves para vigilar la zona, no sirven bajo el agua. El Kremlin ha empezado a aprovechar esa brecha para colar a sus efectivos de manera silenciosa y evitar las rutas clásicas, ya demasiado peligrosas por culpa de los drones ucranianos.

La escena no es una excepción. En los últimos meses, las unidades rusas han intentado alcanzar posiciones ucranianas por agua, pero los métodos tradicionales han caído en desgracia. Las motos acuáticas y las lanchas rápidas han pasado de ser una solución a convertirse en blancos fáciles. Las costas bajo control de Kiev se han vuelto un matadero para todo lo que flote.

De la moto de agua al sigilo submarino

Los rusos han tenido que cambiar de táctica a la fuerza. Usaban motos acuáticas y lanchas rápidas para acercarse a las orillas, pero las unidades FPV ucranianas han afinado tanto la puntería que ese método ya no es viable. El resultado: o cambian, o no llegan. Así que Moscú ha tirado por la vía del sigilo. Los buzos permiten mover tropas sin llamar la atención, pero también sirven para algo más.

Además del asalto directo, estos soldados pueden transportar suministros —comida, munición o material técnico— en contenedores sellados. También podrían realizar tareas de reconocimiento de ingeniería, allanando el terreno para futuros desembarcos o ataques coordinados. Todo esto sin levantar una sola gota de espuma en la superficie.

Militarny sostiene que el alto mando ruso estaría intentando acumular este tipo de efectivos poco a poco. No busca un impacto inmediato, sino preparar el terreno para algo mayor. Una guerra subterránea, pero en versión acuática.