Un recluta pide piezas por internet y arma un dron decisivo si Rusia ataca Europa
Un joven investigador de Finlandia, en pleno servicio militar, diseña un UAV novedoso que ahora está en ajuste.

Yleisradio, la compañía de radiodifusión pública de Finlandia, ha publicado un reportaje muy novedoso en el que explica la historia de Markus Aarrejoki, un joven de 19 años que está en su última semana de servicio militar y que en estos meses de formación ha logrado montar un novedoso dron en el que su país tiene grandes esperanzas.
Lo muestra al citado medio en un campo deportivo de Santahamina, un aparato de un metro de diámetro que lo ha convertido en un investigador-recluta en la Universidad de Defensa Nacional. Durante su servicio, diseñó y construyó un UAV bajo la dirección del capitán Christian Andersson que maravilla a su Ejército.
"Diseñé sus formas en la computadora, imprimí el marco y las patas con una impresora 3D, busqué otras piezas y software en línea y luego conecté todas las piezas", explica el joven con una tremenda sencillez, desde el perdido por internet hasta el ensamblaje. Lo excepcional del dron es que tiene un cable largo que lo lleva hasta el suelo, que es de donde obtiene su energía y así puede permanecer en el cielo durante horas.
Si estallara una guerra en Finlandia -que comparte, por ejemplo, 1.300 kilómetros de frontera con Rusia-, se podrían utilizar aviones no tripulados como este para guiar a grandes grupos de personas a un lugar seguro, por ejemplo.
Jääkäri Markus Aarrejoki -que es el nombre completo de este joven inventor- es un constructor autodidacta de maquetas, drones y aeronaves. Ha completado su servicio militar de nueve meses como investigador vinculado a la Universidad de Defensa Nacional, en la que quiere permanecer.
El laboratorio de la Universidad de Defensa Nacional es una pequeña habitación sin ventanas en la zona de Santahamina. El espacio está dominado por dos cuerpos de robot terrestre Laykka. Varias impresoras 3D cuelgan de las paredes.
Según dicen profesor y alumno, la impresión 3D es especialmente conveniente en el desarrollo de productos. Las piezas se pueden fabricar a bajo precio y con rapidez. Las impresoras también pueden ser útiles en el campo de batalla.
"Las impresoras 3D se pueden utilizar para fabricar, por ejemplo, piezas de repuesto temporales para equipos de combate. Permiten sacar un tanque, un vehículo o un cañón de una situación de combate y ponerlos en reparación", destaca Andersson.
Según el capitán, también es importante que el equipo de combate impreso en 3D sea razonablemente barato. Se puede enviar un robot terrestre a lugares demasiado peligrosos para los humanos: por ejemplo, para evacuar a sus propios soldados o activar una trampa colocada por el enemigo. "La vida humana siempre tiene un valor incalculable, pero estos son sacrificios", resume Anderson.
El dron diseñado por Aarrejoki aterrizó de forma un tanto imprudente y ganó alas durante sus dos últimos vuelos de prueba. Tan sólo un día antes de este último vuelo, dos de los motores del dron se rompieron y el fuselaje se rompió en varios lugares. No todo es perfecto y necesita ajuste, pero es un gran avance igualmente. Aarrejoki dice que llevó el dron “en una camilla al laboratorio” y pasó una larga tarde imprimiendo piezas de repuesto y volviendo a montar el dron.
Ahora el UAV está operativo nuevamente. Se desprende del césped artificial del campo deportivo, esparciendo nieve, en un nuevo ensayo ante los medios; esta vez el cable se libera de su carretel suavemente. En el vuelo anterior, las dificultades se debieron al lento funcionamiento del carretel.
"Diez metros, 13, 29, 35… el dron se eleva sobre las copas de los árboles y se posa allí, flotando firmemente, a pesar de las ráfagas de viento que giran sobre Santahamina", explica la emisora. "Hasta 40 metros, parar ahí, mantener la altitud. ¡Parece estable, excelente todo el mundo!", el capitán Andersson elogia el dron y al piloto que lo pilota, Aarrejoki.
El dron crea una red de área local sobre el campo deportivo, pero su enlace de datos no funciona. El capitán Andersson le ordena a Aarrejoki que baje el dron del cielo para inspeccionarlo. Entonces algo sale mal...
El regreso a casa de Markus Aarrejoki no se debe al fracaso del último vuelo de prueba. Es eso, una prueba, y habrá más, hasta ajustarlo. La sala de descanso del tercer piso de la Academia Militar ha sido acondicionada con café y tres tipos de bollos en honor a la fiesta de despedida de los investigadores conscriptos. Simplemente, les toca irse, han cumplido su tiempo.
"Le damos a Markus un diez por todo lo que ha hecho aquí como investigador. El dron aún no está listo, pero hemos aprendido de nuestros errores y al menos hemos demostrado que la gravedad todavía funciona", elogia el capitán Christian Andersson a su protegido con un brillo en el rabillo del ojo.
El dron averiado se coloca en un estante del laboratorio a la espera de nuevas medidas. La carrera de Markus Aarrejoki conduce a la Universidad Aalto en otoño. Tiene previsto abandonar su trabajo en el taller. "Seguramente seguiré trabajando en nuevos proyectos. Construiré más aviones de ala fija o drones", avanza el inventor. Su país confía en él en estos tiempos inciertos.