Una 'Segunda Nakba': qué supone para los gazatíes poder salir por el paso con Egipto

Una 'Segunda Nakba': qué supone para los gazatíes poder salir por el paso con Egipto

Rafah, al sur de Gaza, es la esperanza de entrada de ayuda humanitaria y de escapar de los ataques de Israel pero, ¿hay camino de vuelta? ¿Qué vida pueden tener los palestinos fuera de su casa? El temor a repetir otro 1948 está muy presente. 

Un grupo de palestinos espera en el paso de Rafah entre Gaza y Egipto para poder salir de la franja, este lunes.Hatem Ali / AP

La esperanza está al sur. El miedo, también. El paso de Rafah que une Gaza con Egipto es el único no controlado por Israel y, por tanto, el único por el que los gazatíes pueden escapar de la franja bombardeada en represalia por el ataque múltiple de Hamás del pasado 7 de octubre. Los ciudadanos se acumulan por una valla pequeña, por la que en el mejor de los tiempos no pasaban ni mil personas al día, dañado además por los ataques de Israel, a la espera de que surja el milagro: que dejen entrar ayuda humanitaria, que dejen salir a civiles inocentes. 

El problema es lo que van a encontrar al otro lado, entre el recelo de El Cairo por tener a desplazados en su territorio y por el propio estatus de estos gazatíes. ¿Otra vez refugiados? Según Naciones Unidas, de los 2,3 millones de personas que ahora mismo viven en la franja, al menos 1,4 millones son ya refugiados de las guerras con Israel de 1948. La Nakba o catástrofe, esa que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, dice que se va a repetir ahora. 

Egipto lleva colaborando en el cerco de Gaza desde que Israel lo implantó, en 2007, tras la victoria electoral de Hamás. No ha puesto fáciles las cosas, ni por el paso de personas ni por el acceso de bienes, y ha habido temporadas largas en las que el paso ha estado totalmente cerrado. Los palestinos que desearan utilizar ese cruce fronterizo, antes de la guerra, debían registrarse ante las autoridades palestinas locales con dos a cuatro semanas de antelación y aún podían ser rechazados por las autoridades palestinas o egipcias, sin previo aviso o explicación. 

Según la ONU, en agosto de 2023, las autoridades egipcias permitieron 19.608 salidas de personas de Gaza y negaron la entrada a 314 personas. La mayoría de las personas nacidas en el territorio nunca han abandonado los 365 kilómetros cuadrados que lo componen, por lo difícil que es obtener permiso para salir.

La semana pasada, el Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio dijo que estaba dirigiendo vuelos de ayuda internacional para Gaza al aeropuerto de al-Arish, en el norte del Sinaí, y decenas de camiones que transportan combustible y artículos humanitarios están estacionados cerca del cruce de Rafah, esperando que los dejen pasar. Vienen de Jordania, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Cruz Roja y están a las puertas, esperando el permiso de ayudar. 

Y a la espera de un acuerdo estable de apertura, que al menos deje entrar la ayuda y salir a los extranjeros residentes en Gaza -serán los beneficiarios en una primera fase, según agencias como Reuters y EFE-, Israel se niega a ceder ese hueco porque quiere impedir que los militantes de Hamás puedan salir de Gaza. Se plantea inspeccionar todos los camiones que viajan a la franja para asegurarse de que no portan armas, además. 

En el caso de Egipto, aunque sus autoridades parecen estar cooperando con otros países en la negociación de la reapertura de la frontera aunque sea parcial -la presión es mucha por parte de Estados Unidos, sobre todo, pero también de la Unión Europea- hay preocupación por un posible éxodo de palestinos al Sinaí y por eso poco probable que quiera abrir la frontera a cualquiera, a todos los residentes de Gaza que quieran huir. Un millón ha bajado ya del norte al sur, para evitar las bombas o el inicio de la ofensiva terrestre

No sólo asusta el despliegue humanitario que semejante volumen de desplazados necesita, sino la posibilidad de que militantes islamistas entren en el país, cuna de los Hermanos Musulmanes, esos en los que Hamás se inspiró al nacer y derrocados de El Cairo. Desde que en 2013 comenzó un período de intensificación del conflicto entre el ejército egipcio y los yihadistas en la península del Sinaí, Egipto ha restringido enormemente el movimiento a través del cruce y ha prohibido la entrada de organizaciones de ayuda y periodistas al norte del Sinaí.

Egipto teme un bloqueo si llegan cientos de miles desde Gaza. Hablando en una ceremonia de graduación militar el jueves pasado, el presidente Abdel Fattah el-Sisi comparó la situación en su país con una casa solitaria en un vecindario en llamas. Dijo que los rumores acerca de que Egipto no busca ayudar a sus vecinos palestinos son falsos, un reproche muy extendido en el mundo árabe. "Nos estamos asegurando de que la ayuda, ya sea médica o humanitaria, en este momento difícil, llegue a la franja", dijo.

Sin embargo, advirtió que la capacidad de Egipto para ayudar tiene límites. "Por supuesto que nos solidarizamos. Pero tengan cuidado, aunque simpatizamos, siempre debemos usar nuestra mente para alcanzar la paz y la seguridad de una manera que no nos cueste mucho", defendió, añadiendo que Egipto ya acoge a nueve millones de inmigrantes. Los grupos más grandes de la población migrante del país provienen de Sudán, Siria, Yemen y Libia, según un informe de 2022 de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU (OIM).

Exteriores de Egipto advirtió también el viernes contra el llamamiento de Israel a la evacuación, "una grave violación del derecho internacional humanitario" que pondría en peligro la vida de más de un millón de palestinos. Sus funcionarios, junto a equipos jordanos, están aplicando "presión diplomática y política sobre el Gobierno israelí para permitir el paso seguro de la ayuda a Gaza a través del cruce de Rafah", pero por ahora sin especiales avances, dice la CNN

Luego está la presión interna. Los medios de comunicación egipcios han hecho sonar las alarmas sobre la perspectiva de permitir la entrada de refugiados palestinos al país puede llevar a desplazamientos forzosos de personal. Sisi se hizo eco de esos sentimientos en su misma intervención del jueves. "Existe un peligro" cuando se trata de Gaza, dijo, "un peligro grande porque significa el fin de esta causa [palestina]... Es importante que el pueblo [de Gaza] permanezca en pie y en su tierra". "No habrá indulgencia ni despilfarro de la seguridad nacional de Egipto bajo ninguna circunstancia", concluyó.

El líder del brazo político de Hamás, Ismail Haniyeh, dijo este fin de semana algo similar, que "no habrá migración de Gaza a Egipto". Egipto "da la bienvenida al pueblo palestino, pero no sobre la base de una migración o un éxodo", afirmó.

Los temores de que Israel o sus socios internacionales puedan presionar a Egipto para que acepte que millones de palestinos se establezcan en el Sinaí no son nuevos para El Cairo: ya el presidente Hosni Mubarak dijo en 2007 que  la premier de Reino Unido, Margaret Thatcher, había planteado en 1983 reasentar a los palestinos exiliados en el Líbano en la península, y que Netanyahu, en 2010, había hecho lo propio. Varios políticos israelíes han propuesto la creación de un Estado palestino alternativo en el Sinaí a lo largo de las décadas, una idea que el país vecino se niega siquiera a contemplar.

Egipto también está inmerso en una importante crisis económica, incluida la devaluación de su moneda, lo que hace que la perspectiva de aceptar refugiados sea un desafío extra que le hace temblar. Habría que ver, si esto pasa, qué le da Occidente para que acepte. 

¿La historia se repite?

El rey Abdullah de Jordania, tras verse el viernes con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken advirtió, contra "cualquier intento de desplazar a los palestinos de cualquier territorio palestino o provocar su desplazamiento". Y es que la gran mayoría de los residentes actuales de Gaza son refugiados palestinos de zonas que cayeron bajo control israelí en la guerra árabe-israelí de 1948. Esa contienda marcó la creación de Israel, s un motivo feliz para ese bando, pero en el lado palestino se llamó Nakba, el horror por el que más de 700.000 palestinos fueron expulsados u obligados a huir de sus hogares en lo que hoy es Israel. Son datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA)

Decenas de miles de palestinos que venían de la costa mediterránea se refugiaron en Gaza, que quedó bajo control egipcio después de dicha guerra. Israel capturó el territorio de Egipto más tarde, en la Guerra de los Seis Días, en 1967, y comenzó a asentar judíos allí. Al fin, retiró sus tropas y a sus colonos en 2005, con Ariel Sharon como primer ministro. 

El presidente palestino, Abbas, avisó el domingo de que el "desplazamiento" de los habitantes de Gaza a raíz de la orden de evacuación planteada por las autoridades israelíes podría provocar una "Segunda Nakba” como la de entonces, que provocó una diáspora de población palestina por el mundo que hoy llega a los cinco millones. Es el mayor éxodo de un pueblo en todo el planeta. 

Abbas plantea, en cambio, la necesidad de "detener de inmediato la agresión israelí" contra el pueblo palestino, protegerlo y permitir la creación de corredores humanitarios en la Franja de Gaza para la entrega de suministros médicos, agua, electricidad y combustible.

¿Puede haber un reasentamiento de más de dos millones de gazatíes en suelo egipcio y que la historia se repita? Es complicado, sería un desplazamiento forzoso de población permanente que es un crimen de guerra y tampoco parece que Israel vaya a atacar con la intención de ocupar Gaza de nuevo, sino de acabar con Hamás, por más que se lleve de todo por el camino, a su paso. El exprimer ministro israelí Ehud Barak dijo recientemente en una entrevista con El País que quizá el ejército podría ocupar Gaza unos meses y otorgar luego el mando a una fuerza árabe multinacional que transfiera el control de la Franja a la Autoridad Nacional Palestina. Nadie sabe los planes del actual premier, Benjamin Netanyahu. 

Ir temporalmente a suelo egipcio supone establecerse en una zona en mal estado, muy olvidada por las autoridades de El Cairo, donde se han destrozado casas y tierras de cultivo, para crear lo que Egipto describió como una "zona de amortiguación". El ejército, que controla la zona, ha impedido que los civiles regresen a sus hogares. 

La perspectiva de un apoyo financiero a largo plazo para los palestinos si se tienen que instalar en Egipto tampoco parece clara, en tiempos de ayuda a otros frentes como Ucrania, cuando las donaciones que reclama la ONU para emergencias no se cubren ni al 60% cada año. Atrapados, los gazatíes luchan cada hora por sobrevivir tras 75 años de conflicto que parece inacabable y que nadie tiene especial interés en resolver.