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Con Messi hasta el fin del mundo

Messi e Inglaterra no se llevaban bien hasta ayer. El argentino era un jugador irreconocible cada vez que pisaba las islas. La historia cambió anoche y quizás para siempre. Un pase genial de Iniesta enfocó al 10, quien se plantó delante de Hart y forzó que Demichelis tuviera que derribarle por detrás.

Messi e Inglaterra no se llevaban bien hasta ayer. El argentino era un jugador irreconocible cada vez que pisaba las islas. La historia cambió anoche y quizás para siempre. Un pase genial de Iniesta enfocó al 10, quien se plantó delante de Hart y forzó que Demichelis tuviera que derribarle por detrás. La jugada provocó la ira de la parroquia local, que no vio penalti en tal acción (el agarrón se produjo fuera del área y el colegiado decidió la pena máxima cuando el delantero argentino cayó dentro). Ahora bien, no es menos cierto que estas ramas no debieran tapar el bosque que hubo detrás. El Barcelona estuvo mandón en la primera mitad y hábil y competente en la segunda. Pragmático, como reza el ideario del Tata, el equipo azulgrana fue mejor y su triunfo ratificó la propuesta de su técnico: cuatro medios para amasar el cuero, para desarticular el músculo citizen. Pellegrini se resguardó con los colosos Fernandinho y Touré Yaya, acompañados de Kolarov, dando así la razón a Gerard Piqué, quien se mostró categórico en la previa del partido afirmando que el Barça aún es un conjunto respetado en el viejo continente.

Anudado Silva por su propio equipo, el Barça desplegó un juego calculado, serio, sin imprecisiones pero sin la retórica de hace unas temporadas con Guardiola al mando. Agarrados a esos locos bajitos que tanta gloria le dieron, el Barcelona dominó el choque ante un Manchester City carente de mordiente, acomplejado por su condición de novato en estas lides y la enjundia del rival, más picardeado a estas alturas de la competición.

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El Barcelona fue superior a un Manchester City abrumado por la importancia del choque. Foto: J.M.

El equipo local, el nuevo rico que aspira a suceder en el trono al que fuera jerarca de Europa hasta hace no mucho, persiguió sombras durante buena parte de la primera parte, achantado ante la importancia del envite y sin la posesión que requería su técnico para tratar de derrotar a su oponente. El choque medía a dos conjuntos afines que se definen por la tenencia de la pelota. Sin llegar a abrumar a su rival, los chicos de Martino sí que estuvieron más cerca del gol en estos primeros cuarenta y cinco minutos.

Y, cuando más igualada estaba la contienda, Busquets le rebañó una pelota a Navas y se la cedió a Iniesta, quien encontró a Messi en profundidad y el argentino solo tuvo que enfilar la portería contraria hasta ser abatido por Demichelis. A partir de este momento, el partido se convirtió en un toma y daca constante con ocasiones para ambos contendientes. El Barça buscaba cerrar la eliminatoria y el City dejarla abierta, con vida. El que se llevó el gato al agua fue el equipo culé, en un déjà vu de la jugada de Belleti, la que significó la segunda Champions para el club catalán, ante otro equipo inglés, el Arsenal. Alves tiró una pared con Neymar, el ariete se la devolvió y el lateral, emulando a su compatriota en París en la finalísima del 2006, batió a Joe Hart por debajo de las piernas y desenchufó al City el respirador artificial. El 0-2 en las postrimerías del partido fue una losa muy pesada para los mancunianos.

Una eliminatoria que pintaba de color azul celeste allá por el mes de diciembre (cuando se realizó el sorteo) se ha teñido de color azulgrana tras el choque de anoche en Manchester.

En la ciudad de la música por excelencia, la orquesta barcelonista fue coral y no desafinó ni la cuestionada defensa. La vuelta, en el Camp Nou, ya con Agüero en el once inglés, solo debiera servir para corroborar la buena forma de un Barcelona al que las rotaciones de Martino le han transmitido el soplo necesario para afrontar con garantía la primavera, los meses decisivos del curso.