Cerca de 200 países han acordado una hoja de ruta para dejar atrás los combustibles fósiles, culpables de buena parte de las emisiones y el desgaste del planeta. Una transición "equitativa y ordenada" con la vista en 2050.
El texto cerrado por los 200 países presentes en Dubái supone la primera mención directa a los principales responsables de la crisis climática: petróleo, carbón y gas.
El nuevo borrador, que deberá recibir el apoyo de los 198 países participantes en las negociaciones en pleno para salir adelante, no recoge las propuestas de la UE.
Además, un 72% de ellos afirman tener un nivel de concienciación alto sobre la importancia del cuidado del medioambiente, según un informe publicado por la Fundación IE y la Fundación Cepsa.
El tono beligerante que se ha escuchado el lunes vaticina que se pueda alargar la reunión mucho más allá del plazo original estimado como punto final del encuentro.
Con la COP 28 en el tiempo de descuento y sin un borrador final del acuerdo a la vista, el secretario general de Naciones Unidas reclama "máxima ambición y máxima flexibilidad" desde Dubái.
Científicos y activistas se han encadenado y han desplegado una pancarta con el lema "Unidas frente al fracaso climático" para protestar contra "las falsas promesas y el greenwashing".
Un documento conjunto señala que los esfuerzos para generar “resiliencia” climática están “insuficientemente adaptados” a las necesidades reales y los retos que supone la crisis ambiental.
La vicepresidenta de Estados Unidos ha recordado en la COP28 que atajar la crisis climática requiere una financiación de aproximadamente un billón de dólares a lo largo de los próximos diez años.
"Aquellos que hablan o investigan la explotación de los combustibles fósiles, o los daños a la salud y al clima causados por ello, corren el riesgo de exponerse a vigilancia ilegal, arresto, detención y malos tratos", denuncia la organización.
Todas las claves de un evento entre la desconfianza y la esperanza, en el que se tiene que hacer balance de lo hecho y lo por hacer. El tiempo se acaba.
Cada vez es más normal ver fenómenos meteorológicos poco habituales a lo largo y ancho de España. Los datos recogen que la situación es alarmante, pero algunos expertos avisan de que se puede intentar controlar: "Tenemos que enfocarnos en las soluciones".