Como una especie de bomba de relojería que nadie quiere escuchar ni ver, se configura la ya muy próxima crisis de los cuidados o el gran problema que para muchas sociedades, entre ellas la española, va a ser: la atención a las personas dependientes, especialmente a los dependientes adultos.
Estamos ante el drama de una sociedad que le dice a los desempleados de cuarenta y tantos o cincuenta años que ya no son útiles, que no encajan en una economía y un mercado laboral cada vez más cambiante. Una sociedad que idealiza la juventud y desaprovecha la experiencia de estos trabajadores de más edad.
La población mundial no para de crecer y, desde mediados del siglo pasado, casi se ha triplicado. Está muy extendido el temor a una futura sobrepoblación insostenible de nuestro planeta. Pero las extrapolaciones simplistas son una causa frecuente de fallos de predicción. Estos mecanismos desmienten las visiones más catastrofistas.