Alegres o solemnes, ruidosas o silenciosas, de recuerdo o de olvido... Cada fiesta es un mundo rico en el que adentrarse, siempre con la misma premisa: la memoria sigue viva.
Los menores, de 14 a 17 años, fueron asistidos por deshidratación, crisis de ansiedad y desvanecimiento, y dos de ellos requirieron traslado hospitalario.
Cuatro apasionados de esta fiesta cuentan por qué les gusta tanto y qué responden a las críticas de que está americanizada o que falta el respeto a los muertos.