Anatomía de una genuflexión: ¿se ha dejado la UE menospreciar por Trump?
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Anatomía de una genuflexión: ¿se ha dejado la UE menospreciar por Trump?

El acuerdo arancelario y la imagen de varios presidentes europeos escuchando al norteamericano frente a su escritorio evidencian para muchos una relación de desigualdad entre EE.UU. y Europa: "Somos un imperio económico, pero sin dientes ni uñas. Y también un enano geopolítico con una inexistente capacidad militar".

Líderes de la UE y Rutte escuchan a Donald Trump en la Casa BlancaTHE WHITE HOUSE

Si una imagen vale más que mil palabras, ¿qué pueden decir dos? Por un lado, la fotografía de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen estrechando la mano al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, después de haber apalabrado en un campo de golf de Escocia - propiedad del segundo - un acuerdo comercial que impone un arancel general del 15% a la mayoría de importaciones europeas que acaben en el mercado de Estados Unidos. 

Por el otro, la instantánea difundida por la Casa Blanca - es decir, por Trump - de varios de los líderes europeos alrededor de la mesa del despacho Oval escuchando atentamente las indicaciones del presidente nortamericano sobre cómo deben llevarse las negociaciones con Rusia para el fin de la guerra en Ucrania. Y todo después de que la OTAN - formada principalmente por países europeos - aceptara (casi) sin rechistar aumentar un 5% el gasto en defensa a petición de Trump y la UE se comprometiera a comprar más energía, chips y material militar a Estados Unidos por valor de 750.000 millones de dólares.

 

La sucesión cronológica de todos estos acontecimientos ha dejado un balance más que evidente: la correlación de fuerzas entre dos teóricas potencias como son Estados Unidos y la Unión Europea ha resultado ser desigual en favor de los norteamericanos. Y además, para muchos, supone toda una humillación de Europa ante el 'amo Trump'. 

El acuerdo arancelario, que este pasado jueves se puso negro sobre blanco bajo las premisas que ya acordaron Von der Leyen y Trump, ha abierto un cisma dentro de la propia UE por su evidente desequilibrio. Y es que para algunos líderes europeos no ha sido fácil tragar con duras tasas sin recioprocidad y compromisos de gasto e inversión astronómicos sólo a cambio de la satisfacción del presidente estadounidense. "Lo respaldo, pero sin ningún entusiasmo", se limitó a decir en su momento el presidente del gobierno, Pedro Sánchez. "Es un día oscuro en el que una alianza de pueblos libres se resigna a la sumisión", señaló por su parte el primer ministro francés, François Bayrou. La parte alemana, más pragmática, y la propia Comisión Europea defendieron el acuerdo al señalar que así se evitaba una guerra comercial cuyas consecuencias habrían podido ser mucho peores. 

Pero la UE no sólo pierde en la parte comercial. El liderazgo de Trump en las negociaciones con Zelenski y Putin para poner fin al conflicto bélico entre Ucrania y Rusia también ha reducido el papel de la UE en el marco de la diplomacia y las relaciones internacionales. A los líderes europeos que acompañaron a Zelenski el pasado lunes en la Casa Blanca - entre ellos, la italiana Meloni, el francés Macron o el alemán Merz - sólo les quedó celebrar que, en esta ocasión, el presidente ucraniano no salió humillado de su cita con Trump, a diferencia de su anterior visita en febrero. “No solo se han cumplido mis expectativas, sino que se han superado”, declaró Merz tras las conversaciones, pese a que la batuta de la negociación sigue en manos de Trump para intentar coordinar una posible reunión Putin - Zelenski en la que la UE, en caso de celebrarse, previsiblemente tampoco tendrá gran protagonismo.

El rol secundario de la UE en todos estos campos ha disparado los temores de una nueva ola de euroescepticismo, una corriente crítica o de desconfianza hacia el proceso de integración europea y sus instituciones que va creciendo poco a poco en casi todos los países miembros. En España, por ejemplo, el 27% de los jóvenes de 18 a 24 años ya sería partidario de que nuestro país salga de la UE. Porque, ¿de qué sirve una Europa que no resuelve la desigualdad económica, el estancamiento de salarios o el problema de la vivienda, y a su vez es incapaz de plantar cara a los chantajes de un líder como Donald Trump? Sin embargo, también cabe preguntarse: ¿pero es que acaso tenía la UE alternativa?

"Somos un imperio económico, pero sin dientes ni uñas. Y también un enano geopolítico con una inexistente capacidad militar", dice sobre Europa Frédéric Mertens de Wilmars, profesor de relaciones internacionales. Según el experto consultado por El HuffPost, la UE ha tenido que doblegarse ante Trump por su dependencia militar. "Si  hubiéramos hecho en el pasado una mayor inversión en defensa, quizá no se habría producido esa imagen de Trump como profesor dictando a sus alumnos Macron, Meloni o Merz lo que pretende hacer con Ucrania", explica. 

Con ese encuentro en la Casa Blanca y con los aranceles, el norteamericano estaría lanzado un mensaje "más político que económico", basado en que Estados Unidos es y será la primera potencia y no va a permitir que otro país trate de sustituirlo, en referencia directa a China. "Puede parecer sorprendente que la primera potencia económica, que es Europa, no sea capaz de tutear a la primera potencia mundial. Pero es que ambas son conscientes de que hay una tercera que está creciendo en ambas facetas, tanto en la parte militar como en la dimensión económica", añade Mertens de Wilmars.

Emilio Ordiz, periodista especializado en la UE, ve muy diferente el balance que puede hacerse del acuerdo arancelario con respecto al encuentro con Zelenski en Washington. "El pacto comercial es malo, sin duda. No puedes estar llenándote la boca de autonomía estratégica cinco años para luego aceptar las condiciones de EE.UU., tanto en términos de defensa como en comerciales", asegura. 

 

Sin embargo, sobre la reunión en la Casa Blanca, Ordiz sí cree que la UE consiguió arrancar la idea de que tiene margen de maniobra en las negociaciones y que no va a dejar solo a Zelenski. "La foto de los líderes europeos escuchando a Trump es muy rimbombante y al norteamericano siempre busca esa imagen de salvapatrias, pero no creo que la instantánea se corresponda con la situación real de las cosas", detalla. 

El exeurodiputado y militante de Anticapitalistas Miguel Urbán también cree que, para Trump, la simbología y los gestos son muy importantes. "El acuerdo con von der Leyen se alcanza en un un campo de golf de Escocia que es de su propiedad. Es decir, Trump hace ver que para él no hay una separación entre lo público y lo privado. Y sobre Ucrania primero se reúne con Putin y luego con Zelenski y los líderes europeos. O lo que es lo mismo, primero se reúnen los hermanos mayores y luego los pequeños", asegura. 

Según Urbán, Trump quiere trasladar esta imagen de una "Europa sumisa y postrada" a su público para intentar apaciguar los problemas domésticos que le preocupan, como los escándalos derivados de la lista Epstein o las presiones conspiranoicas del grupo MAGA. "Usa la agenda internacional para satisfacer la primacía nacional y hacer a América grande otra vez, como prometió", asegura. 

El exeurodiputado confirma que parte de la Comisión Europea, a puerta cerrada, está disgustada con el acuerdo arancelario alcanzado. "Hay una verdadera desorientación en la UE por la posición que ha mostrado la comisión de von der Leyen, porque es a todas luces un acuerdo de sumisión económica y política. Se carga de un plumazo la autonomía estratégica de la UE, que ahora queda supeditada a los intereses de Estados Unidos. Y lo peor de todo, sin prestar ningún atisbo de batalla por esa mentalidad de subordinación o de imperio periferia. Nos hemos convertido en un vasallo comercial", insiste.

Ordiz y Urban no piensan, sin embargo, que la relación desigual establecida con Estados Unidos pueda favorecer una nueva ola de euroescepticismo. "Creo que puede generar una corriente de apatía. Y que la gente se pregunte de nuevo para qué sirve la Unión Europea. Hasta hace poco, figuras como Trump y Putin se utilizaron por la propia UE como aceleradores externos para construir una unidad europea. Su amenaza legitimaba el proyecto europeo. Ahora, eso se ha perdido porque has quedado como un vasallo", señala el exeurodiputado. 

"El euroescepticismo no surge a base de chispazos, sino que se va macerando en función de eventos concretos. Antes del Brexit hubo una ola de euroescepticismo que la pandemia taponó, pero ahora estamos de nuevo en la dinámica previa al referéndum. Los gobiernos de los diferentes países están virando hacia posiciones euroescépticas y se están cometiendo errores importantes desde Bruselas. Como por ejemplo, no tener una política exterior coherente al plantear diferentes posturas con Rusia e israel. Además, tienes a los agricultores mosqueados, los jóvenes están empezando a votar a derecha radical o ultraderecha, la crisis de la vivienda es transversal pero la UE no tiene competencias para soliucionarlo... Falta congruencia y coherencia cuando se toman las decisiones. Y todo ello va genernado un caldo de cultivo favorable al euroesceptismo que, quizá, pueda verse de forma más nítida en las próximas elecciones europeas, en 2029", concluye. 

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Soy jefe de Hard News en El HuffPost España. Coordino la cobertura de actualidad política con la misión de explicar lo que pasa en España y en el mundo de una manera directa, clara y comprometida para una audiencia exigente y crítica como la nuestra. Puedes contactar conmigo a través de un correo a javier.escartin@huffpost.es

 

Sobre qué temas escribo

Me dedico a informar sobre la actualidad política en España, poniendo el foco en las decisiones del Gobierno, los movimientos de la oposición y el funcionamiento tanto del Congreso de los Diputados como de los partidos políticos. Creo que la política no es algo lejano, sino que influye directamente en la vida de cada persona: desde la aprobación de una ley de vivienda hasta una reforma laboral. Por eso trato de contar la vorágine política de una manera clara y accesible, sin perder la profundidad que exige cada asunto. Me interesa especialmente abordar temas que despiertan inquietud ciudadana, como la corrupción, la vivienda o la transparencia de las instituciones, y hacerlo siempre con una mirada crítica y social. Entiendo el periodismo político no como una mera narración de lo que ocurre, sino como un ejercicio de contexto y responsabilidad que ayude a la gente a entender por qué esas decisiones afectan a su día a día. Y como todo el mundo tiene su lado freak también me gusta mucho el Festival de Eurovisión, que llevo cubriendo para diferentes medios desde el año 2009. Quizá, algún día, pueda contar la victoria de España en el certamen...

 

Mi trayectoria

Nací en Zaragoza, pero en 2005 me mudé a Madrid para estudiar periodismo en la Universidad Carlos III. Antes de El HuffPost, trabajé nueve años en ABC, cuatro en COPE y un año en Mediaset. Previamente, de una manera más aficionada, escribí sobre cine y la temporada de premios en Hollywood e hice una serie documental sobre el Camino de Santiago que se llamó "Diario de un peregrino".

 


 

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