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Diez años de cultura de inteligencia en España

La imagen que los ciudadanos solemos tener de los Servicios de Inteligencia (SI) oscila, entre la idealización, la seducción, la admiración que nos transmiten el cine y la literatura y, por otra parte, la que recibimos de los medios de comunicación cuando informan sobre ellos. En muchos casos, se trata de informaciones sobre actividades que dejan mucho que desear y que llevan al ciudadano a dudar y a desconfiar de la actuación y de la finalidad de sus SI.

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¿Por qué y para qué necesitamos la Inteligencia en un mundo en el que la información más sofisticada está al alcance de cualquiera? ¿Cuál es el valor añadido que justifica la existencia de un servicio de inteligencia (SI)? ¿Por qué necesitan el secreto y poderes especiales los SI? ¿Por qué tiene el ciudadano que confiar en que sus SI actúan legal y éticamente en beneficio de la estabilidad democrática? ¿No es suficientemente maduro democráticamente el ciudadano español para que en España aún no se haya producido una reforma que permita la desclasificación de documentación de los SI?

De todas las instituciones que conforman el organigrama del Estado, una de las menos conocidas es la de los servicios de inteligencia, de los que se desconoce prácticamente todo: su funcionamiento, sus competencias y controles en un Estado de Derecho, es decir, en una democracia.

En España esta carencia se ha tratado de solventar a través de la denominada "cultura de inteligencia" con la creación de la Cátedra Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos, fruto de un convenio de colaboración entre el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, en mayo 2005.

La imagen que los ciudadanos solemos tener de los SI oscila, entre la idealización, la seducción, la admiración que nos transmiten el cine y la literatura y, por otra parte, la que recibimos de los medios de comunicación cuando informan sobre ellos. En muchos casos, se trata de informaciones sobre actividades que dejan mucho que desear y que llevan al ciudadano a dudar y a desconfiar de la actuación y de la finalidad de sus SI. Muchas veces con razón. Sin embargo, muy pocas veces, hasta recientemente, se informa sobre la verdadera contribución de estos organismos a garantizar la estabilidad y la seguridad de las democracias.

Esta imagen, al menos en nuestro país, no provocó hasta ese 2005 una reflexión y un debate público sobre los SI como organizaciones imprescindibles para la democracia pero difícil de entender por una ciudadanía que desconfía de sus instituciones y que cada vez más exige transparencia, eficacia y credibilidad. Se hace difícil hablar de lo que no se conoce, al menos de una manera responsable.

Es fundamental que el ciudadano tome conciencia de la necesidad que tienen las democracias de contar con SI, de su utilidad así como de la responsabilidad de los Gobiernos en la utilización de esta herramienta fundamental del Estado de Derecho.

Todas estas cuestiones hacen necesario un nuevo relato sobre cómo funcionan y se relacionan los SI con la sociedad. Conceptos como transparencia, secreto, confianza y reputación van a ser claves en esta nueva cultura que va calando en nuestro país.

Desde la Cátedra Servicios de inteligencia y Sistemas Democráticos, en colaboración con otros expertos y centros universitarios hemos tratado de dar respuesta a estos y otros interrogantes de la sociedad española respecto a su SI.

Durante estos diez años hemos trabajado para que desde la universidad española se potencien y se consideren las cuestiones relacionadas con el mundo de la Inteligencia como una disciplina más de investigación y de estudio.

Para ello nos hemos centrado en las tres grandes líneas de trabajo universitarias: formación, investigación y publicaciones, sin olvidar la divulgación.

Respecto a la formación, destaca la puesta en marcha en 2009 del Máster Interuniversitario en Analista de Inteligencia. El análisis constituye la pieza clave del proceso de producción de Inteligencia y aporta el valor diferencial que transforma la información en conocimiento. Sin un buen análisis no se toman decisiones acertadas y si no se toman decisiones acertadas no se progresa. En estos 10 años hemos formado a más de doscientos analistas de Inteligencia, que pasarán a formar parte de unidades de análisis en el sector público y privado, dando respuesta a una carencia fundamental del mercado laboral español.

En segundo lugar, hemos liderado la creación de un pensamiento español en materia de Inteligencia, que ha tenido su principal expresión a través de Inteligencia y Seguridad: Revista de Análisis y Prospectiva, primera publicación científica de Inteligencia en español y que desde su puesta en marcha en 2006 ha publicado dieciséis números con el objetivo de convertirse en un canal de comunicación y de reflexión entre el mundo de la Inteligencia y la Academia.

En paralelo y a través de una serie de publicaciones, se está creando una doctrina de Inteligencia en español; baste citar el Diccionario LID de Inteligencia y Seguridad y la puesta en marcha de varias colecciones editoriales sobre la materia. Los cuatro Congresos Internacionales de Inteligencia constituyen el foro de encuentro de los expertos de esta materia y buscan atraer y concienciar a jóvenes investigadores.

En todas las actividades se ha buscado y se ha contado con la colaboración de una red de expertos nacionales e internacionales del máximo prestigio, permitiendo un intercambio de ideas y una constante actualización de contenidos. La globalización ha llegado también a los estudios de Inteligencia.

No podemos dejar de mencionar la importancia de la Inteligencia Competitiva para el desarrollo económico y empresarial, y más en nuestras actuales circunstancias. La Cátedra ha sido siempre muy sensible a este tema, hasta llegar a la creación del capítulo español de la Asociación internacional de profesionales de Inteligencia Competitiva y Estrategia - SCIP (Strategic and Competitive Intelligence Professionals).

Lo conseguido en estos 10 años es mucho, pero en ningún caso suficiente, quedarnos en esta etapa sería una irresponsabilidad por nuestra parte. La complejidad de nuestro mundo y los campos que aún nos quedan por abordar, los sectores a los que aún tenemos que llegar e incorporar a nuestras actividades, nos obligan a un aprendizaje constante, a no despreciar ningún campo de conocimiento y a estar dispuestos a cambiar nuestras preguntas para conseguir respuestas acordes a los problemas de nuestro tiempo.

Desde la Cátedra nos comprometemos a seguir en esta línea de trabajo, aportando una mirada serena y rigurosa que contribuya a entender mejor el mundo en que vivimos y por tanto a que éste sea más seguro y más libre.