Así funciona la 'Cúpula de Hierro', el escudo antimisiles de Israel para frenar la respuesta de Irán
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Así funciona la 'Cúpula de Hierro', el escudo antimisiles de Israel para frenar la respuesta de Irán 

Es un elemento esencial de defensa.

La Cúpula de Hierro, interceptado cohetes lanzados desde Gaza en la ciudad de Ashkelon, en una imagen de archivoMostafa Alkharouf / Anadolu Agency via Getty Images

Irán ha cumplido su amenaza y ha lanzado su respuesta contra Israel con una lluvia de misiles contra distintos puntos del país. El régimen iraní ha asegurado que se trata de una represalia tras el ataque iniciado por las fuerzas hebreas contra la industria nuclear y militar de Teherán, ante los cuales ha prometido "abrir las puertas del infierno" al "enemigo sionista".

A lo largo del viernes, Irán ha llevado a cabo alrededor de 150 lanzamientos de misiles contra Israel, pero apenas unos pocos han impactado contra los objetivos previstos, al quedar la inmensa mayoría interceptados por el sistema de defensa israelí conocido como 'Cúpula de Hierro'.

Precisamente la Cúpula de Hierro, se ha convertido, desde que comenzó a usarse hace diez años, en un elemento primordial en la defensa de Israel. Es un escudo que cubre el cielo a base de puestos fijos -monolitos de hormigón que contienen la estructura de las lanzaderas de proyectiles- o móviles -una especie de enormes carretillas con ruedas que los portan donde sea necesario-, activados cuando un radar lanza un aviso. Puntos que se encuentran desplegados sobre todo en el centro del país,, con unos pocos soldados que activan el disparo y, mientras, esperan.

¿Cómo funciona?

La Kipat barzel, como se llama en hebreo, tiene un doble papel vital: el de la detección y rastreo de cohetes y el de aviso, porque al saber hacia dónde va uno puede lanzar un aviso para que la población se ponga a salvo -Israel cuenta con refugios blindados en las calles y, también, hay orden de edificar reservando siempre una habitación como shelter, revestida de chapas protectoras, con puerta y ventanas especiales-. Obviamente, con esa sensibilidad, también detecta aviones, helicópteros o drones.

El sistema detecta proyectiles que son lanzados en un rango de cuatro a 70 kilómetros y responde disparando un misil Tamir que intercepta los cohetes entrantes en el territorio israelí. La Cúpula está especialmente reforzada en Tel Aviv, la capital, y sus alrededores, hasta llegar al sur y a la frontera con Gaza, pues son las zonas más expuestas por distancia y por volumen de población que albergan. También hay un despliegue especial alrededor de lugares estratégicamente importantes, como la central nuclear de Dimona, en el centro.

Primero entra en juego el radar, que detecta un misil entrante y transmite la información al lugar amenazado, alertando a la población sobre la emergencia. Esa alerta puede llegar a la población con hasta un minuto de anticipación, pero en otras ocasiones es de unos segundos apenas. Pero el Iron Dome se compone de dos elementos más: un sistema de control de armas y gestión de batalla (BMC, por sus siglas en inglés) y una unidad de disparo de misiles (MFU, por sus siglas en inglés).

“El radar detecta el lanzamiento de un cohete y transmite información sobre su trayectoria al centro de control, que calcula el punto de impacto previsto”, explica el ejército israelí. “Si esta ubicación justifica una interceptación, se dispara un misil para interceptar el cohete. La carga útil del misil interceptor explota cerca del cohete, en un lugar que no se espera que cause lesiones”.

Cada sistema móvil o batería está compuesto por un radar para identificar objetivos, un sistema de control y un lanzador de misiles portátil. Los misiles miden aproximadamente tres metros de largo y 15 centímetro de diámetro, y pesan 90 kilos, según la ficha técnica suministrada por el Gobierno en 2012. El sistema es fácil de transportar, y solo se necesitan unas pocas horas para reubicarlo y configurarlo. Además, funciona haga buen o mal tiempo.

Por qué se ideó

Israel comenzó a desarrollar el sistema de defensa en febrero de 2007, completó su serie de pruebas en julio de 2010 y fue declarado operativo en 2011, con un enorme artificio mediático. Se estrenó con éxito un 7 de abril de ese año, tras la neutralización de un primer misil lanzado desde la Franja de Gaza hacía la ciudad israelí de Ashkelon.

En sus inicios, interceptaba el 70% de los cohetes lanzados desde Gaza, una capacidad que se puso a prueba en la primera en 2012. “Quedó claro que la necesitábamos. Fue la primera demostración de que el sur y centro estaban desprotegidos ante una amenaza que era diferente a las que podríamos tener en Cisjordania o Jerusalén Este”, explica una fuente militar a El HuffPost.

Se refiere a que en esos dos territorios lo que se producen son enfrentamientos con las fuerzas armadas y policiales de Israel, ataques con piedras, manifestaciones, choques con colonos... pero no hay milicias armadas con la capacidad de crear cohetes y lanzarlos. Gaza era el flanco a proteger.

En 2012, en la Operación Pilar Defensivo (nueve días, Israel lanzó 750 ataques y los palestinos dispararon 650 cohetes, con resultado de dos muertos en Israel y 170 en Gaza) ya se había mejorado la interceptación, subiendo al 85% de los cohetes.

Lo que cuesta

El proyecto es “costoso pero eficaz”, ha defendido siempre el primer ministro Benjamin Netanyahu. El desarrollo inicial fue realizado por Rafael Advanced Defense Systems, una empresa estatal con sede en la ciudad norteña de Haifa, pero, al fin, también ha contado con ayuda de EEUU, aliado firme de Tel Aviv.

En mayo de 2010, la Casa Blanca aprobó un plan para proporcionar 205 millones de dólares para la Cúpula de Hierro y en julio de 2012, se añadió un fondo con 70 más. “Este es un programa que ha sido crítico para dar seguridad y protección para las familias israelíes”, dijo el entonces presidente, Barack Obama, para justificar el gasto. “Es un programa que ha sido revisado y ha prevenido ataques de misiles en Israel”, añadía. Desde entonces y con datos de octubre de 2024, Estados Unidos ha proporcionado 1.600 millones de dólares

No sólo es el dinero, es que EEUU pidió además ser copropietario de la tecnología y entrar en su producción en 2011, algo recogido igualmente por el Congreso norteamericano. En marzo de 2014, ambos Gobiernos firmaron un acuerdo de coproducción para permitir la fabricación de los componentes del sistema de la Cúpula en Estados Unidos, al mismo tiempo que se le proporcionaba a la Agencia de Defensa de Misiles de los Estados Unidos (MDA, por sus siglas en inglés) acceso completo a la tecnología patentada inicialmente por Rafael.

De acuerdo a datos de 2024, el precio del sistema asciende a 50 millones de dólares y lo más costoso son los misiles, porque cada uno cuesta 62.000 dólares.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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