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El colonialismo no ha muerto: los territorios controlados y las metrópolis que quedan en el mundo

El colonialismo no ha muerto: los territorios controlados y las metrópolis que quedan en el mundo

Este 14 de diciembre, Día Internacional contra el Colonialismo en Todas sus Formas y Manifestaciones, declarado por la ONU, permite recordar que aún hay restos del pasado y nuevas dominaciones en el planeta, sobre todo en cuanto a recursos. 

Un administrador belga, portado por ciudadanos del Congo, en 1950.
Un administrador belga, portado por ciudadanos del Congo, en 1950.Getty Images / El HuffPost

El colonialismo fue un fenómeno dual: tuvo efectos perniciosos para las sociedades que los sufrieron y efectos maravillosos para los colonizadores. En ambos casos, profundos y duraderos, hasta explicar lo que cada uno es en hoy, pleno siglo XXI. Una suma de recursos y mano de obra barata, destrucción de culturas y lenguas, creación de jerarquías raciales, violencia, guerras, torturas, enfermedades, marginación, fronteras artificiales y dinero, mucho dinero. Sólo para algunos. 

En este 14 de diciembre, Naciones Unidas conmemora el Día Internacional contra el Colonialismo en Todas sus Formas y Manifestaciones para recordar al mundo lo que no se puede volver a repetir y, sin embargo, aún ocurre: quedan restos directos del pasado colonial y a ellos se suman nuevas formas de aplicarlo, sin necesidad de un título unilateral de propiedad. Más sutil, igual de efectivo. Este año, el pasado 5 de diciembre, se aprobó la resolución A/RES/80/106 que instaura esta jornada, que "reafirma los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, haciendo hincapié en la necesidad de poner fin de manera rápida e incondicional al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones".

¿Era necesario algo así o es cosa de otro siglo? La ONU lo tiene claro: más de 60 años después de la adopción de otra resolución, la 1514, que abrió las puertas a la descolonización del planeta, "el colonialismo en sus diversas formas siguen existiendo, lo que socava los principios de la Carta de las Naciones Unidas y repercute en el desarrollo social, cultural y económico". Por eso, erradicarlo es "una prioridad fundamental para las Naciones Unidas" y a ello ha dedicado el Cuarto Decenio Internacional para la Eliminación del Colonialismo (2021-2030).

Según la organización de naciones, actualmente quedan 17 "Territorios No Autónomos", como los llama, o sea, colonias, donde menos de dos millones de personas aún viven bajo administración de potencias coloniales. En el Capítulo XI de la Carta de las Naciones Unidas se definen formalmente como "territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio".

Estos espacios gozan de cierto nivel de autogobierno local, pero la autoridad final en asuntos cruciales como defensa y política exterior recae en la potencia administradora. La metrópolis, como se decía en el siglo XX.

En los casos que aún restan, hay dos que afectan a España: el Sáhara Occidental y Gibraltar.

Las principales potencias administradoras y sus territorios son:

ÁFRICA

  • Sáhara Occidental, en la lista desde 1963. Con 266.000 kilómetros cuadrados y 612.000 habitantes reconocidos. Marruecos quiere añadirlo a su territorio, pero la potencia colonial aún reconocida es España, que lo abandonó en 1975.

ATLÁNTICO Y CARIBE

  • Anguila, reconocido desde 1946. Metrópoli: Reino Unido. De 96 kilómetros cuadrados y  15.899 habitantes. 
  • Bermudas, en la lista desde 1946. Metrópoli: Reino Unido. 53,35 kilómetros cuadrados y 63.982 residentes. 
  • Islas Vírgenes Británicas, desde 1946. Metrópoli: Reino Unido. 153 kilómetros cuadrados y 33.595 vecinos. 
  • Islas Caimán, desde 1946. Metrópoli: Reino Unido. 264 kilómetros cuadrados y 71.105 residentes. 
  • Islas Malvinas (Falkland Islands), también desde 1946. Metrópoli: Reino Unido. Extensión de 12.173 kilómetros cuadrados y 3.662 habitantes. 
  • Montserrat, desde 1946. Metrópoli: Reino Unido. De 103 kilómetros cuadrados y 4.433 residentes. 
  • Santa Elena, desde 1946 en la lista de la ONU. Metrópoli: Reino Unido. 310 kilómetros cuadrados y 5.146 vecinos. 
  • Islas Turcas y Caicos, desde 1946. Metrópoli: Reino Unido. 948,2 kilómetros cuadrados y 49.309 habitantes. 
  • Islas Vírgenes de los Estados Unidos, territorio no autónomo desde 1946. Metrópoli: EEUU. De 352 kilómetros cuadrados y 105.413 censados. 

EUROPA

PACÍFICO

  • Samoa Americana, desde 1946. Metrópoli: EEUU. 200 kilómetros cuadrados de extensión y 49.710 personas. 
  • Polinesia Francesa, de 1946-1947 y desde 2013. Metrópoli: Francia. 3.600 kilómetros cuadrados de extensión y 279.550 residentes. 
  • Guam, desde 1946. Metrópoli: EEUU. 540 kilómetros cuadrados y 153.836 habitantes. 
  • Nueva Caledonia, 1946-1947 y desde 1986. Metrópoli: Francia. De 18.575 kilómetros cuadrados de extensión y 268.500 vecinos. 
  • Pitcairn, desde 1946. Metrópoli: Reino Unido. 35,5 kilómetros cuadrados y apenas 42 habitantes.
  • Tokelau, desde 1946. Metrópoli: Nueva Zelanda. 12,2 kilómetros cuadrados y 1.647 personas censadas. 
Mapa de los Territorios No Autónomos, a diciembre de 2025.
Mapa de los Territorios No Autónomos, a diciembre de 2025.Naciones Unidas

Las nuevas formas

Más allá de los territorios listados por la ONU, numerosos académicos y analistas utilizan el término "neocolonialismo" para describir formas contemporáneas de control del territorio y los recursos. Este tipo de influencia no implica una ocupación territorial directa, sino que se manifiesta a través de diversas vías, empezando por el control económico, por el que países más poderosos ejercen una influencia dominante sobre las economías de naciones menos desarrolladas. Que Guinea Ecuatorial o la República Democrática del Congo, dos de los países más pobres del mundo, sean también dos de los lugares con mayor cantidad de reservas petrolíferas de todo el continente africano habla por sí mismo. Hoy la gran pelea es por los recursos naturales

Por supuesto, es innegable también la influencia política, la intervención o presión para alinear las apuestas o acciones de un país con los intereses de una potencia externa. Todos tenemos varios nombres en la cabeza, desde EEUU a Rusia, pasando por China. 

En el caso del dominio cultural, la ONU alerta de la imposición de normas, valores e idiomas culturales de las potencias dominantes. No se opone a que se extiendan tendencias a comportamientos en un mundo globalizado, porque eso sería poner puertas al campo, sino en cómo las poderosas aniquilan a las que no lo son. 

Por último, se habla también del "colonialismo de asentamiento", un proceso continuo en el que una población colonizadora se asienta y desplaza a la población indígena, lo que se ha aplicado a varios conflictos en todo el mundo. Israel y Palestina es el caso que más titulares acapara, pero no el único, porque son muy polémicos -en otra dimensión- los de EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, donde los pueblos indígenas denuncian sometimiento; Taiwán, con su historia de colonización nacionalista por parte de la China continental, y territorios como Puerto Rico, en resistencia contra estructuras coloniales contemporáneas.

Para entender que la mentalidad colonizadora no ha desaparecido, sino que se ha transformado, existen hoy autores de referencia como el historiador belga David Van Reybrouck, autor de Congo o Revolución, que expone que el neocolonialismo no es sólo una fase histórica sino "una continuación de la dinámica del poder colonial, que exige nuevas formas de responsabilidad y comprensión, especialmente a medida que las antiguas colonias surgen como actores globales y enfrentan nuevas formas de dependencia, como la económica o la ecológica". 

"Luchamos contra los símbolos de las injusticias del pasado mientras aceptamos las estructuras de las injusticias del presente", resume. Y pone el acento en la llamada "justicia postcolonial", la que incluye la petición de perdón y la reparación a las víctimas de aquella colonización masiva de hace décadas, una digestión que sólo recientemente están haciendo naciones como la propia Bélgica, Países Bajos o Francia. Ahora, el presidente galo, Emmanuel Macron, dice incluso que el colonismo fue un "crimen de lesa humanidad", como dijo hace seis años refiriéndose a Argelia. 

Por todo esto siguen haciendo falta días que nos recuerdan el pasado y nos avisan del presente. Este domingo es uno de ellos. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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