El jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania señala que Rusia se está "resquebrajando" y le augura un futuro similar al de la URSS
Para el ucraniano, los paralelismos con el pasado soviético son claros: al igual que la URSS antes de su disolución en 1991, Rusia estaría mostrando las primeras grietas de un poder que ya no es tan firme como aparenta.

El jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania, Andriy Yermak, ha afirmado que Rusia está viviendo un proceso de debilitamiento interno que podría terminar en un colapso parecido al de la Unión Soviética. En declaraciones a RBC-Ucrania, Yermak ha señalado que la guerra ya no se limita a territorio ucraniano y que incluso dentro de Rusia crece la sensación de vulnerabilidad.
Según explicó, "cualquier imperio, cualquier dictadura, se basa en la violencia", y aunque muchas personas obedecen por miedo o conveniencia, ese miedo "inevitablemente se debilita" cuando el sistema comienza a tambalearse. "Empiezan a surgir escenarios completamente inesperados, y ese momento no está lejos", señaló el funcionario, convencido de que el poder ruso atraviesa una fase crítica.
Yermak también ha descrito a la Federación Rusa como una especie de versión deformada de la antigua URSS. Según dijo, la idea de una unión voluntaria entre sus distintas regiones es más una ilusión que una realidad. "Formalmente, la Federación Rusa se supone que es una unión voluntaria de naciones. Pero ¿cuán voluntaria es realmente? No todos se unieron voluntariamente, y no todos están contentos allí. La Federación Rusa es una parodia de la URSS. Y no descartaría que pudiera seguir el mismo camino hacia el colapso", ha sentenciado.
El funcionario ha agregado finalmente que, aunque Moscú intenta proyectar una imagen de amistad con otros países, la mayoría del mundo "ya entiende el verdadero valor de esa amistad". Según él, incluso China es consciente de los riesgos que supondría una Rusia con poder ilimitado.
Por su parte, el jefe de inteligencia militar de Ucrania, Kyrylo Budanov, ha reconocido hace unos meses que una eventual fragmentación de Rusia es posible, aunque poco probable a corto plazo. Aun así, advirtió que el sistema político del Kremlin es resistente y está diseñado para mantener el control sin importar quién esté al mando.
Para Yermak, los paralelismos con el pasado soviético son claros: al igual que la URSS antes de su disolución en 1991, Rusia estaría mostrando las primeras grietas de un poder que ya no es tan firme como aparenta.
