Los periodistas Andrzej Poczobut, de Bielorrusia, y Mzia Amaglobeli, de Georgia, Premio Sajarov 2025
Los dos informadores, actualmente en prisión por denunciar la pérdida de libertades en sus países, se han impuesto en la votación a los trabajadores humanitarios y reporteros de Gaza y a los jóvenes que se levantaron contra la corrupción en Serbia.
El Parlamento Europeo ha concedido este martes el premio Sájarov a la libertad de conciencia a los periodistas Andrzej Poczobut, de Bielorrusia, y Mzia Amaglobeli, de Georgia, ambos encarcelados en este momento.
Al anunciar a los galardonados en el hemiciclo, a mediodía de este miércoles, la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, ha declarado que, con este galardón, se honra "a dos periodistas cuyo coraje es un faro para quienes se niegan a ser silenciados. Ambos han pagado un alto precio por decir la verdad al poder, convirtiéndose en símbolos de la lucha por la libertad y la democracia. El Parlamento los apoya y apoya a todos aquellos que siguen exigiendo libertad".
Andrzej Poczobut es periodista, ensayista, bloguero, músico y activista de la minoría polaca en Bielorrusia. Conocido por sus críticas abiertas al régimen de Aleksander Lukashenko, el dictador más longevo del viejo continente, y sus escritos sobre historia y derechos humanos, ha sido arrestado en numerosas ocasiones. Detenido desde 2021, fue condenado a ocho años de prisión.
Bielorruso de nacimiento y de ascendencia polaca, encabezó en 2005 el Consejo de la Unión de Polacos en Bielorrusia, que no fue reconocido por las autoridades bielorrusas, que designaron a nuevos dirigentes de la organización de la minoría polaca, la segunda mayor en Bielorrusia después de la rusa. Desde 2006 era corresponsal del polaco 'Gazeta Wyborcza', el segundo rotativo más leído de Polonia, tras una larga carrera en diversos medios y, también, en el anarcopunk, del que fue un pionero en su país. En 2011 recibió el Premio Andrzej Wojciechowski, que se otorga desde 2005 al mejor trabajo periodístico que haya tenido un impacto significativo en la conciencia de los polacos. Ese mismo año, un juez le condenó a tres años de cárcel por "insultar" y "calumniar" a Lukashenko, pero finalmente fue absuelto y puesto en libertad.
Diez años después fue arrestado de nuevo en Grodno e ingresó en el Centro de Detención Preventiva n.º 1 de Minsk. El 8 de febrero de 2023, el Tribunal Regional de Grodno le condenó a 8 años de prisión por atentar contra la seguridad nacional e incitar "a la discordia nacional, religiosa y social". Entre los agravantes, se consideró el hecho de que se refirió a la invasión soviética de Polonia en 1939 como un acto de "agresión". Ese mismo año, el Ministerio del Interior incluyó a Poczobut en la "Lista de ciudadanos bielorrusos, ciudadanos extranjeros o apátridas involucrados en actividades extremistas".
Su salud se ha deteriorado desde entonces, pero, a pesar de no recibir la atención médica que necesita, sigue luchando por la libertad y la democracia, como denuncia Human Rights Watch. Se desconoce el estado de salud actual de Poczobut y no se permite la visita de su familia.
En una resolución adoptada el 15 de marzo de 2023, el Parlamento exigió la liberación inmediata e incondicional de Andrzej Poczobut, afirmando que los cargos en su contra tenían "motivaciones políticas" y "el objetivo de silenciar las voces independientes y reprimir la libertad de expresión y asociación".
Bielorrusia, para la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), ocupa el puesto 166 entre 180 países del mundo en su clasificación sobre libertad de prensa, o sea, en el furgón de cola. "Bielorrusia, el país más peligroso de Europa para los periodistas hasta la invasión rusa de Ucrania, prosigue su represión masiva contra los medios independientes", constata. "Los medios nunca han sido tan reprimidos por las autoridades como después de la polémica reelección de Aleksander Lukashenko como presidente del país, en agosto de 2020. Un caso paradigmático es la web informativa más famosa de Bielorrusia, Tut.by, a la que se le ha retirado su estatus de medio de comunicación, ha sido censurada, ha sufrido registros, ha sido objeto de denuncias penales y, finalmente, ha sido etiquetada como “extremista” y prohibida, como la mayoría de medios independientes. Algunos siguen publicando desde su lugar de exilio. Solo el medio del Estado BTRC sigue funcionando con normalidad y difundiendo la propaganda del régimen", resume.
Una bofetada al régimen
Mzia Amaglobeli, periodista georgiana y directora de los medios de comunicación digitales Batumelebi y Netgazeti, fue detenida en enero de 2025 por participar en las protestas antigubernamentales en Georgia. Su arresto y su denuncia se hicieron mundiales cuando abofeteó a un jefe de policía, como parte de un movimiento que se quejaba contra el aplazamiento de las negociaciones de ingreso del país en la Unión Europea (UE). "Amaglobeli es el rostro de la resistencia georgiana, además de una luchadora por la democracia, el honor y el futuro europeo", dijo entonces Salomé Zurabishvili, expresidenta georgiana.
La informadora, de 50 años y considerada la primera presa política desde la independencia de Georgia de la URSS en 1991, ya había sido premiada por el mismo motivo hace menos de dos semanas con el Premio de Derechos Humanos Vaclav Havel. "¡Libertad para Mzia!", rezan las pancartas que se pueden ver desde hace meses en las protestas opositoras en este país. Se ha convertido, por su bravura, en la figura principal del movimiento de protesta prodemocrático de su nación, oponiéndose al régimen del partido gobernante "Sueño Georgiano" desde las controvertidas elecciones de octubre de 2024.
En agosto, fue condenada a dos años de prisión por motivos políticos. A día de hoy, se encuentra en la Colonia de Mujeres número 5 de Rustavi, donde su salud se ha deteriorado significativamente, según Amnistía Internacional. Tras dictar sentencia, la jueza le propuso dirigirse al presidente del país para que le concediera el indulto, pero ésta se negó en redondo, aduciendo que fue escupida y asaltada en comisaría.
Amaglobeli es fundadora de dos periódicos de la autonomía de Adzharia, llamado Batumelebi (2001) y Netgazeti (2010), que también son muy populares en el resto del país caucásico y que fueron premiados por su lucha contra la represión y la censura, al tiempo que sus ediciones en ruso fueron bloqueadas por Moscú. Batumelebi afronta el cierre después de que el Gobierno congelara sus cuentas bancarias, informa EFE.
En este caso, en el último informe de 2025 RSF, Georgia cayó 26 puestos y se ubica en la posición 103. El dosier destaca el deterioro de la libertad de prensa, debido a agresiones verbales y físicas frecuentes a periodistas, incluso por parte de representantes estatales. "Las injerencias de las autoridades socavan los esfuerzos emprendidos para mejorar la libertad de prensa. El contexto sigue siendo hostil para los medios independientes y cercanos a la oposición, con un número creciente de agresiones verbales y físicas contra los periodistas. Además, la aprobación de leyes sobre la “influencia extranjera” y los “valores familiares” margina a los profesionales de los medios, los amenaza de censura y reduce el espacio de la libertad de expresión", ahonda la ONG.
El pasado 16 de octubre, el Parlamento Europeo ya seleccionó a los finalistas del galardón entre los que, aparte del premiado ahora conocido, estaban también los trabajadores humanitarios y periodistas presentes en Palestina, así como a los estudiantes que iniciaron las protestas contra la corrupción en Serbia como finalistas del premio Sájarov a la libertad de conciencia. Las candidaturas que finalmente se han impuesto, las de los dos informadores europeos, fueron planteadas por los grupos del Partido Popular Europeo (PPE) y de los Conservadores y Reformistas (ECR), en el caso del bielorruso, y por la parlamentaria lituana del PP Rasa Jikneviciene, en el caso de la georgiana.
El ganador del premio, que otorga cada año la Eurocámara y está dotado con 50.000 de euros, será anunciado el próximo 23 de octubre durante la sesión plenaria en Estrasburgo y entregado el 16 de diciembre en una ceremonia también en la ciudad francesa.
Qué y por qué
El Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, concedido por primera vez en 1988 a Nelson Mandela y Anatoli Marchenko, es el máximo homenaje rendido por la Unión Europea a la labor en el ámbito de los derechos humanos. Es la expresión del reconocimiento a personas, grupos y organizaciones por su contribución extraordinaria a la protección de la libertad de conciencia. "Con el premio y a través de la red vinculada a él, la Unión Europea apoya a los galardonados, reforzando e impulsando sus esfuerzos en la defensa de su causa", se lee en su web.
Hasta ahora, el premio ha sido concedido a disidentes, dirigentes políticos, periodistas, abogados, activistas de la sociedad civil, escritores, madres, esposas, líderes de minorías, un grupo antiterrorista, activistas por la paz, un activista en contra de la tortura, un humorista gráfico, personas encarceladas durante un largo período por motivos de conciencia, un director de cine, las Naciones Unidas como organismo e incluso a una niña que lucha por el derecho a la educación. Promueve, en particular, la libertad de expresión, los derechos de las minorías, el respeto del Derecho internacional, el desarrollo de la democracia y la aplicación del Estado de Derecho.
Cada uno de los grupos políticos del Parlamento puede proponer candidatos, al igual que los diputados, a título personal (se requiere el apoyo de cuarenta diputados como mínimo por candidato propuesto). Los candidatos propuestos son presentados en una reunión conjunta de la Comisión de Asuntos Exteriores, la Comisión de Desarrollo y la Subcomisión de Derechos Humanos, en la que todos sus miembros votan sobre la base de una lista de tres finalistas. El galardonado o los galardonados finales son elegidos cada año por la Conferencia de Presidentes, un órgano del Parlamento Europeo coordinado por el presidente y compuesto por los presidentes de todos los grupos políticos representados en el Parlamento, "lo que hace de la elección del galardonado una decisión auténticamente europea", concluye.