La caída en varios actos del expríncipe Andrés Mountbatten-Windsor: los privilegios y el dinero que no pierde y un posible destino que recuerda a otro 'royal'
El que fuera duque de York ha caído definitivamente en desgracia por su relación con Epstein y las acusaciones de abuso sexual. Lo ha perdido casi todo.
Era un héroe de guerra por su participación en la de las Malvinas, el hijo favorito de Isabel II, el príncipe que en los años 80 levantaba pasiones. Todo parecía ir a su favor. En los 80 era un ídolo. Sin embargo los 90 marcaron el comienzo de su declive. Su escandalosa ruptura con Sarah Ferguson, la madre de sus hijas y con la que estuvo casado seis años, y sobre todo sus malas decisiones, el ser tan arrogante como orgulloso, creerse intocable y el rey del mambo, un segundón con ínfulas, hicieron el resto.
Ha tardado mucho y ha ido por etapas, pero Andrés ha caído definitivamente y lo ha perdido casi todo, incluso lo que pensaba que era su derecho de nacimiento o lo que creía que estaba seguro. Pero no, todo lo ocurrido en el otoño de 2025 ha dejado claro que el que fuera hijo predilecto de la reina Isabel II ha perdido todos los apoyos.
En público ya no tiene ninguno. En privado, sus hijas Beatriz y Eugenia siempre estarán ahí para él, mientras que su hermano Carlos III le ha quitado todo lo que podía, pero no va a dejarle sin techo. En cuanto a Sarah Ferguson, con la que formó la pareja de divorciados más feliz del mundo, o eso decía ella, tiene que demostrar que seguía a su lado por convicción y no por tener casa gratis en el Royal Lodge.
Todo comenzó mucho tiempo atrás, con el inicio del siglo XXI. El entonces duque de York siempre estuvo ávido de riquezas. Pese a haber nacido en un palacio y tener a su alcance una buena posición, no tardó en darse cuenta de que no era lo mismo ser el heredero que el segundón. Se relacionaba con personas con una cartera tan grande como su maldad como Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell. Él fue un depredador sexual y ella su cómplice.
En cuanto al príncipe Andrés, se hizo buen amigo de los dos y el criminal se encargó de que le debiera favores gracias a la ayuda económica que proporcionó a Sarah Ferguson, siempre necesitada de dinero por su talento para vivir por encima de sus posibilidades. Epstein y Maxwell se pasearon alegremente por residencias reales a las que Andrés tenía acceso como un miembro relevante e importante de la familia real británica que era. Eso estuvo mal, pero lo verdaderamente grave fue lo que contó Virginia Giuffre y que Andrés ha jurado y perjurado que no ocurrió y que nunca conoció a esa persona. Pero ya llegaremos a esa parte.
La entrevista que le hundió
Las cosas empezaron a ponerse feas para Andrés cuando Epstein fue señalado. El 30 de junio de 2008 fue condenado a 18 meses de prisión tras declararse culpable de un cargo de prostitución de menores. El 22 de julio de 2009 ya salió en libertad condicional. El hijo de Isabel II dijo haberse distanciado de Epstein, lo mismo que Sarah Ferguson, pero no lo hicieron ni el uno ni la otra.
La justicia dejó en paz a Epstein durante un tiempo, pero fue finalmente detenido. No permaneció mucho tiempo bajo custodia policial porque en agosto de 2019 se suicidó en su celda. Todos los ojos se posaron sobre Andrés, al que se le iluminó la bombilla y pensó que conceder una entrevista para limpiar su nombre era buena idea, y que sus respuestas le iban a exonerar. Error.
El duque de York abrió Buckingham Palace al equipo de Newsnight de BBC, ofreció una serie de excusas poco creíbles, se mostró tan arrogante como de costumbre y no lamentó su amistad con Epstein. Su falta de empatía hacia las víctimas, su altivez y sus débiles coartadas que fueron desmontadas pocas horas después, generaron el efecto contrario. La imagen del Príncipe Andrés estaba hundida, y fuera a ser investigado o no, el escándalo era demasiado grande y grave para que todo se quedara como está.
Y entonces comenzó la caída. La reina Isabel consultó con Carlos, el entonces príncipe de Gales, sobre qué hacer con el príncipe Andrés. La decisión tomada fue que el duque de York tenía que retirarse de los actos oficiales, pero se le permitió hacerlo él mismo a través de un comunicado en el que señalaba que había hablado con la reina, que dejaba sus obligaciones oficiales por voluntad propia, mostraba su pesar por el dolor de las víctimas y se ofrecía a colaborar con la investigación. ¿Cumplió con lo primero? Qué remedio. En cuanto a lo segundo, nunca lo hizo.
El acuerdo que le salvó de ir a juicio
Pero la víctima, Virginia Giuffre, quería justicia. Ya que no podía hacer nada contra Epstein, sí podía ir contra Andrés. Al que acusó de haber abusado sexualmente de ella en tres ocasiones cuando tenía 17 años y había sido captada por Epstein y Ghislaine Maxwell. Le demandó, pero no llegaron a juicio porque alcanzaron un acuerdo por el que él, o mejor dicho Isabel II, pagó una cantidad que no bajó de los 12 millones y emitió un comunicado en el que reconocía que Giuffre era una víctima de Epstein y se arrepentía de haber sido amigo del delincuente sexual.
Previamente Andrés había asumido más pérdidas. Ante la posibilidad de juicio, la casa real británica le retiró los honores militares y sus patronazgos reales, recalcó que jamás volvería a representar a la Casa Real Británica y que debía defenderse por sí mismo.
Nuevamente era humillado donde más le dolía. Además, tampoco podía utilizar el tratamiento de Alteza Real, aunque en ese momento legalmente le seguía perteneciendo, perdió la seguridad pagada por los contribuyentes y la asignación que recibía primero de su madre y después de su hermano.
El duque de York perdió posición, pero seguía siendo el hijo favorito de Isabel II y acudía a los actos públicos familiares. Se evitó su presencia en el Jubileo de Platino en 2022 por un conveniente positivo en COVID-19, pero fue particularmente sangrante que fuera el acompañante de su madre en el homenaje al duque de Edimburgo en el primer aniversario de su muerte. Si el orgulloso Andrés pensaba que ahí acababa todo, volvía a estar muy equivocado.
Andrés lo perdió (casi todo) tras dos comunicados
En abril de 2025 Virginia Giuffre se suicidó, pero antes de morir le dio tiempo a dejar una biografía que supondría el final de Andrés. En septiembre se filtró un correo electrónico de Fergie enviado al pedófilo Jeffrey Epstein en 2011 en el que llamó amigo y lamentó haber renegado de él. Después llegó otro correo de Andrés fechado el 28 de febrero de 2011, un día después de que viera la luz la foto en la que aparecía con Virginia Giuffre y con Ghislaine Maxwell en 2001. En esta comunicación indicaba a Epstein que estaban juntos en esto, que tendrían que superarlo y que seguirían en contacto. Andrés había dicho que su amistad se había roto antes de ese mensaje. Mintió una vez más.
Y entonces llegó el libro póstumo y fue la gota que colmó el vaso. Contó con pelos y señales cómo fueron sus encuentros sexuales con Andrés, lo que sucedió en tres ocasiones. Todo explotó y llegó la caída definitiva del hermano de Carlos III en dos etapas. El 17 de octubre de 2025 Andrés renunció al ducado de York, el condado de Inverness y la dignidad de Barón Killyleagh.
Lo cierto es que suyos siguen siendo porque no se han eliminado, lo que necesitaría una ley parlamentaria, y en principio el gobierno prefiere que las cosas de palacio las arreglen ellos y poder mantenerse al margen. También fue expulsado de la Orden de la Jarretera, que no tardó en retirar su estandarte, y de la Real Orden Victoriana.
Esto no fue suficiente y el 30 de octubre el comunicado fue más duro. "Su Majestad ha iniciado hoy un proceso formal para retirar el tratamiento, los títulos y los honores del Príncipe Andrés. El Príncipe Andrés pasará a partir de ahora a llamarse Andrés Mountbatten-Windsor. Hasta la fecha, su contrato de arrendamiento de Royal Lodge le ha brindado protección legal para continuar residiendo allí. Se le ha notificado formalmente la rescisión del contrato y deberá trasladarse a otra vivienda privada. Estas medidas se consideran necesarias, a pesar de que continúa negando las acusaciones en su contra. Sus Majestades desean dejar claro que sus pensamientos y su más sentido pésame han estado, y seguirán estando, con las víctimas y los supervivientes de cualquier forma de abuso".
¿Rumbo a Norfolk o Abu Dabi?
De este modo, Andrés perdía incluso su título, su derecho de nacimiento como hijo de una monarca, a lo que se aferraba. Además debía dejar el Royal Lodge, residencia real de 30 habitaciones en Windsor a la que también se aferraba con uñas y dientes y que era objeto de escrutinio público. ¿Qué hacía allí todavía y cómo podía pagarlo? Entre un comunicado y otro, Andrés negoció una salida con Buckingham.
Aparentemente pidió Frogmore Cottage, mientras que Sarah Ferguson quiso Adelaide Cottage. No consiguieron ni una ni la otra. Asimismo, The Times descubrió que el señor Mountbatten-Windor había pagado 1 millón de libras para arrendar la propiedad en 2003 y otros 7,5 millones en reformas, pero que su alquiler para los 75 años de contrato que tenía era simbólico. Es decir, con esa entrada y las reformas parecía suficiente. Vamos, otro escándalo.
Andrés deja el Royal Lodge para irse a una propiedad real en Sandringham, en Norfolk, sin que se haya especificado cuál exactamente salvo que no será Wood Farm, donde residió el duque de Edimburgo en la etapa final de su existencia. Parece que el que se encargará de los gastos de la mudanza y de mantenimiento de la propiedad es Carlos III. En el caso de Fergie la pregunta es si se mudará con él o se acabará su supuestamente idílica relación de felices divorciados.
Por otro lado, The Sun ha indicado que la familia real de Abu Dabi habría ofrecido alojamiento a Andrés si no estuviera a gusto en su nuevo hogar o si la presión en Reino Unido fuera insoportable para él. Mohamed bin Zayed Al Nahyan lo considera un gesto de gratitud por lo amable que fue el ya no príncipe cuando fue representante especial de Comercio e Inversión del Reino Unido, un cargo hecho a medida para él del que sacó mucho provecho durante la década en la que lo ejerció. De aceptar, Andrés viviría en Abu Dabi a cuerpo de rey en un lugar en el que le haría compañía el rey Juan Carlos, exiliado allí desde 2020.
Eso está en el aire, lo que parece cierto es que se acabaron los títulos y los honores de Andrés. Está fuera de la casa real británica, le han quitado los honores militares, los patrocinios, las órdenes de caballería, el Royal Lodge, el uso del tratamiento de Alteza Real que tanto le gustaba y tampoco puede utilizar los títulos nobiliarios que le concedió Isabel II en 1986 con ocasión de su boda con Sarah Ferguson.
Tampoco es ya príncipe de Reino Unido, sino que tan solo es Andrés Mountbatten-Windsor, haciendo uso del apellido de los descendientes de Isabel II y el duque de Edimburgo aprobado por el Consejo Privado en 1960, justo el año de nacimiento de Andrés. En este caso el título de príncipe queda anulado por orden de Carlos III al Lord Canciller vía Patente Real.
El monarca cuenta con las llamadas Cartas Patentes para retirar las dignidades principescas, aunque no suele ser habitual. Para ello hay que retrotraerse a 1917 con las patentes reales de Jorge V con las que dictaminó quién podía ser príncipe y quién no, a lo que sumó la Ley de Privación de Títulos de 1917 con la que se retiraron dignidades británicas a familiares alemanes del rey.
En aquel tiempo Alemania era enemiga de Reino Unido en la I Guerra Mundial. Se usó por ultima vez en 1919. En el caso de Andrés, el 3 de noviembre de 2025 se emitió una Patente Real que declara que "Andrew Mountbatten-Windsor ya no tendrá derecho a ostentar ni disfrutar del tratamiento, título o atributo de Alteza Real ni de la dignidad titular de Príncipe".
Línea sucesoria y una pensión para el expríncipe Andrés
¿Qué le queda? Para empezar, la libertad. No ha sido juzgado, ni condenado, y aunque se dice que podría ser investigado, por el momento no parece que vaya a tener que enfrentarse a la Justicia. También tiene casa gratis financiada por su hermano, o si lo prefiere mansión en Abu Dabi. El ducado de York y los otros dos títulos subsidiarios todavía existen, aunque no puede usarlos. Carlos III no se los puede retirar, sino que hacía falta la intervención parlamentaria, algo que no va a ocurrir. El ducado de York morirá con Andrés.
El gobierno tampoco tiene planes para eliminar al hermano de Carlos III de la línea de sucesión al trono. Al nacer era el segundo, mientras que en el momento de la pérdida de su título principesco era octavo. A nivel honorífico es ya lo que le queda, y conociendo a Andrés, tan orgulloso de su posición, es importante conservar al menos esto.
De todos modos aquí juega a su favor la complejidad, porque si él no renuncia el proceso parlamentario no es sencillo y resulta mucho esfuerzo para alguien tan alejado del trono. En ese sentido fuentes gubernamentales aseguran que el parlamento británico debe trabajar para mejorar la vida de la gente y no perder el tiempo en algo así.
Lo que sí le quiere retirar el gobierno, porque esto ya es fácil, es el rango de vicealmirante de la Royal Navy, concedido en 2015 como reconocimiento a su servicio en la Marina, en la que permaneció de 1979 a 2001. Así lo confirmó a BBC el ministro británico de Defensa, John Healey. Pero su paso por la Marina si le dejó algo que ha conservado todo este tiempo y que va a permanecer con él: una pensión de 20.000 libras anuales. También va a conservar la Medalla de las Malvinas, un honor que mantiene porque le fue concedida por su servicio al país durante la guerra entre Reino Unido y Argentina en 1982 y no por ser miembro de la familia real británica.
Algo que también le queda, aunque sea como consuelo, es que sus desgracias no afectan a sus hijas Beatriz y Eugenia. Tanto una como la otra seguirán siendo princesas con tratamiento de Alteza Real. Además, la princesa Beatriz conserva un apartamento en St James Palace, mientras que la princesa Beatriz puede seguir disponiendo de Ivy Cottage. Andrés ha caído y se ha llevado con él a Sarah Ferguson, pero no a sus hijas. Y lo más importante, tampoco a la monarquía, al menos de momento.