Europa rica, Europa pobre
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Europa rica, Europa pobre

Alemania necesitará a medio y largo plazo 200.000 trabajadores cualificados, la mayoría ingenieros, médicos y enfermeros, que piensa reclutar en los empobrecidos países del sur de Europa: ya hay cerca de medio millón de portugueses, italianos, griegos y españoles ganándose la vida en Alemania. Y el éxodo de los jóvenes españoles no cesa, aunque las estadísticas no recogen a los que subsisten con minijobs o echando mano de las ayudas sociales.

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En Rungsted, en plena milla de oro danesa, frente al estrecho de Oresund, una emocionante visita a la casa museo de Karen Blixen -la autora de Memorias de África- acaba con un jarro de agua helada: el que me lanza un taxista danés, sin pelos en la lengua, que se siente tan moralmente superior como para decirme lo vagos que son los trabajadores españoles, y lo bien que nos vendría aprender... ¡de los chinos! (y lo dice después de cobrar la carrera: un perfecto maleducado, pero no idiota del todo).

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El puerto de Rungsted, Dinamarca

Los daneses tienen razones para mirar por encima del hombro a casi todo el resto del planeta: acaban de revalidar la triple A concedida por Fitch por "la estabilidad macroeconómica del país, sus saneadas cuentas públicas, la mejora del sector bancario y la solidez de su economía e instituciones públicas". Dinamarca, junto con Finlandia y Nueva Zelanda, encabezan el ránking de países menos corruptos del mundo, según la ONG Transparencia Internacional (menos mal que el taxista no sabía nada de Bárcenas, EREs y demás corruptelas made in Spain). Desde que hace más de un año un Gobierno de coalición liderado por la socialdemócrata Helle Thorning-Schmidt acabara con una década de ejecutivos conservadores, Dinamarca intenta equilibrar las cuentas de la austeridad con paquetes de medidas de estímulo a la economía, especialmente en infraestructuras y energías renovables -los daneses son una potencia en energía eólica-, al tiempo que es uno de los cuatro países de la UE que ha superado el compromiso de donar ayuda al desarrollo por encima del 0,7% de su presupuesto.

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La ONG One en su campaña por el 0,7%: "Si en Europa hubiera 27 Helles..."

Helle Thorning hizo otra declaración de principios cuando tomó posesión como primera ministra: romper la imagen de un país ensimismado y ultradefensivo de su envidiable estado del bienestar. Como en el resto de los países escandinavos, Dinamarca cuenta con un sólido sistema de protección social que ha tenido que adelgazar desde el comienzo de la crisis, pero que sigue siendo una joya común: los daneses están dispuestos a seguir pagando más de un 50% de impuestos para sostenerlo. Los sindicatos, a los que están afiliados el 80% de los trabajdores, forman una parte activa y sustancial del engranaje económico: la flexiseguridad en Dinamarca contempla el despido libre, porque es el Estado quien se hace cargo de subsidiar al parado, al tiempo que se ponen en marcha todo tipo de programas y mecanismos para que el desempleado vuelva al mercado laboral. Pero de momento, ese mercado -no llegan a seis millones de habitantes- sigue siendo casi exclusivamente para daneses.

Nada que ver con los vecinos alemanes, que acaban de desvelar que a medio y largo plazo necesitarán 200.000 trabajadores cualificados, la mayoría ingenieros, médicos y enfermeros, que esperan reclutar en los empobrecidos países del sur de Europa: hay cerca de medio millón de portugueses, italianos, griegos y españoles ganándose la vida ya en Alemania. El éxodo de los desempleados españoles, ante un mercado laboral interno famélico, no cesa: en diciembre pasado había registrados más de 50.000 trabajadores españoles en Alemania, casi un 17% más que el año anterior. Unas estadísticas que no recogen a otros miles de españoles que subsisten con minijobs o echando mano de las ayudas sociales: los ha retratado en sus posts el periodista Octavio Caraballo:

"Hay ingenieros españoles trabajando en la fábrica de Airbus en Hamburgo, enfermeros en Wuppertal, camareros y un sinfín de artistas en Berlín, hoteleros en Colonia o profesores en Leipzig. Pero también hay muchos que se ven atrapados en el bucle de los minijobs por los que apenas perciben 400 euros al mes y otros que han terminado su sueño alemán en un centro de acogida y en comedores sociales."

Alemania no siempre es ElDorado para los jóvenes parados españoles, como tampoco lo es ya España para los inmigrantes que llegaron en masa a nuestro país durante la última década. La OCDE alerta sobre los efectos de la crisis y el riesgo de marginalización de los más vulnerables: los jóvenes inmigrantes o hijos de inmigrantes, que sufren con mayor crudeza aún los latigazos de la crisis. Por eso son más necesarias y urgentes que nunca políticas activas para encauzar a los más jóvenes en el mercado laboral; y por eso resulta inexplicable el mínimo debate sobre la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven, que pretende incentivar cada año, hasta 2016, 400.000 contratos de menores de 30 años sin experiencia laboral previa, o parados de larga duración, y que la ministra Fátima Báñez explicó el martes en el Congreso. Báñez tuvo que afrontar una oposición que le restregaba los calamitosos resultados que ha arrojado hasta ahora la reforma laboral del gobierno, pero tenía razón al apelar a todas las administraciones, empresas, partidos y sindicatos a buscar soluciones al paro juvenil, como una tarea que debe implicar a toda la sociedad.

Mientras tanto, en la Europa rica sigue abonándose una opinión pública despectiva con los países del sur, caldo de cultivo de los movimientos ultranacionalistas que hacen cada día más difícil la construcción de la Europa solidaria que queremos, y necesitamos, para seguir creyendo en ella.

Postdata ciclista: En Dinamarca un tercio de la población se desplaza en bicicleta: sólo en Copenhague hay 350 kilómetros de carriles bici, algunos con sus propios semáforos. Cuando el Gobierno de Thorning-Schmidt fue a palacio a presentarse ante la Reina, buena parte de los ministros acudieron a Amalienborg en sus propias bicicletas. Y no, nadie usa casco. Un dato a tener en cuenta ante la inminente obligatoriedad del uso del casco en nuestras ciudades, muy protestada por los ciclistas urbanos.