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Trump y sus aranceles: lo que sí, lo que no, a quién, cuándo y con qué consecuencias
Economía

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Trump y sus aranceles: lo que sí, lo que no, a quién, cuándo y con qué consecuencias

El presidente de EEUU lanza su "Día de la Liberación", que más parece un día de furia y odio hasta para sus aliados: habrá tasas del 20% a las importaciones de la UE, 34% a China y un 10% a todos los países. Los coches suben de precio desde hoy. 

Donald Trump, con la orden ejecutiva por la que impone nuevos aranceles mundiales, en la Rosaleda de la Casa Blanca, el 2 de abril de 2025.Leah Millis / Reuters

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no tiene razón cuando dice que los aranceles bajarán los precios en su país, multiplicarán los empleos y estabilizarán la economía, pero sí tiene razón en una cosa: el mundo ya va recordar, sin duda, el 2 de abril de 2025, porque el millonario ha hecho historia.

Ese llamado "Día de la Liberación" se ha convertido en la jornada en la que el republicano ha asestado con sus nuevos aranceles un golpe extraordinario y desconocido al comercio mundial, al multilateralismo y a las relaciones ordenadas y engrasadas entre naciones. Todo el mundo es ahora un enemigo, salvo algún tirano

"No vamos a quedarnos quietos mientras nos imponen reglas que benefician a sus industrias a costa de la nuestra. Esto se acabó", aseveró durante su intervención, tan teatral. 

¿Pero qué es lo que ha ordenado finalmente el magnate? ¿A quién afecta? ¿Desde cuándo? ¿Y con qué consecuencias? Vamos a tratar de explicarlo.

Tarifa base del 10%

En las horas previas a la comparecencia de Trump en la Casa Blanca se había filtrado que quería imponer un arancel "de base" a todas las importaciones a Estados Unidos. Así ha sido y la tasa, al final, se fijará en el 10%. Entrará en vigor el 5 de abril.

Son las empresas que importan mercancías extranjeras a EEUU las que tienen que pagar el impuesto al Gobierno, aunque esto podría tener repercusiones para los consumidores, fuera y dentro del país, como han avisado esta madrugada los empresarios. 

La Mesa Redonda de Negocios, que agrupa a directores ejecutivos de grandes empresas, advirtió en un comunicado de que los aranceles "corren el riesgo de causar graves daños a los fabricantes, trabajadores, familias y exportadores estadounidenses". "El daño a la economía estadounidense aumentará cuanto más tiempo se mantengan los aranceles y podría verse exacerbado por medidas de represalia", agregó la asociación.

Antes de que Trump detallara sus aranceles, la Cámara de Comercio de Estados Unidos advirtió que la imposición de gravámenes a las exportaciones "elevarán los precios para los consumidores estadounidenses y perjudicarán la economía". "Instamos a los responsables políticos a que, en cambio, centren sus esfuerzos en acelerar la agenda a favor del crecimiento", declaró en un comunicado.

Después del anuncio del presidente, la Fabricación Nacional de Minoristas advirtió de que los aranceles generarán "mayor incertidumbre para las empresas y los consumidores estadounidenses". "Los aranceles no los pagan países ni proveedores extranjeros, sino los importadores estadounidenses", apuntó.

Para la Asociación de Distribuidores y Minoristas de Calzado de Estados Unidos, la decisión del mandatario es algo "catastrófico para las familias estadounidenses”. “Esperábamos que el presidente adoptara un enfoque más específico, pero estos aranceles tan amplios solo incrementarán los costos, reducirán la calidad de los productos y debilitarán la confianza del consumidor”, declaró.

Entre los países que sólo pagarán la tasa base del 10% se incluyen:

  • Reino Unido
  • Singapur
  • Brasil
  • Australia
  • Nueva Zelanda
  • Perú
  • Colombia
  • Argentina
  • El Salvador
  • Emiratos Árabes Unidos
  • Arabia Saudita

Aranceles aduaneros para los "peores infractores"

Sin embargo, también se plantean aranceles recíprocos específicos a aproximadamente 60 de los "peores infractores", como los llama el gabinete Trump. Son estados con los que la balanza está, a su entender, menos equilibrada, pero partiendo de cálculos equivocados, toda vez que, por ejemplo, se toma el IVA como un castigo a Washington. 

Los funcionarios de Trump dicen que estos países cobran aranceles más altos a los productos estadounidenses, imponen barreras "no arancelarias" al comercio estadounidense o han actuado de maneras que, en su opinión, socavan los objetivos económicos estadounidenses. 

Los principales socios comerciales sujetos a estas tarifas arancelarias personalizadas, que entrarán en vigor el 9 de abril, incluyen a:

  • China: 54% (porque incluye aranceles anteriores)
  • Vietnam: 46%
  • Tailandia: 36%
  • Japón: 24%
  • Camboya: 49%
  • Sudáfrica: 30%
  • Taiwán: 32%
Trabajadores cargan un contenedor en un buque atracado en un puerto industrial de Tokio, (Japón), el 3 de abril de 2025.Kim Kyung-Hoon / REUTERS

Sin aranceles adicionales para Canadá y México

La citada base del 10% no se aplica a Canadá y México, ya que fueron objeto de medidas durante la presidencia de Trump, los primeros países, junto a China, en convertirse en su diana. 

La Casa Blanca dijo que trataría con ambos países utilizando un marco establecido en las órdenes ejecutivas anteriores de Trump, que impusieron aranceles a ambos países como parte de los esfuerzos de la administración para abordar la entrada de fentanilo a EEUU y los problemas fronterizos.

Trump había establecido previamente esos aranceles en un 25% para todos los bienes que ingresan desde ambos países, antes de anunciar algunas exenciones y retrasos .

25% a las importaciones de automóviles desde ya

Los aranceles del 25 % para los automóviles, camiones ligeros y autopartes importados por EEUU han sido los más rápidos, pues entraron en vigor este mismo jueves. Son los que más claros estaban en el paquete. 

Los componentes fabricados por México y Canadá quedan exentos de los aranceles, mientras los fabricantes de vehículos japoneses, surcoreanos y alemanes están entre los más afectados por la medida. 

La Casa Blanca asegura que esta medida sobre los vehículos atraerá inversiones de capital extranjero y fomentará la manufactura nacional, pero también puede provocar una subida de precios para los consumidores estadounidenses (hay estudios que hablan de incrementos de precio en los coches de entre 2.500 y 20.000 dólares), además de recrudecer aún más la guerra comercial que Washington ha decidido librar con varios de sus principales socios comerciales, que se preparan a su vez para presentar medidas punitivas correspondientes.

México y Canadá, dos de los países que más vehículos exportan a la primera economía mundial, resultarán también afectados, lo mismo que los tres grandes fabricantes estadounidenses, GM, Stellantis y Ford, que producen parte de sus coches precisamente en los dos países vecinos y que además emplean en todos sus vehículos piezas fabricadas fuera de Norteamérica. Sin embargo, el alcance del impacto para estos actores no está claro aún por lo compleja que resulta la orden ejecutiva firmada por Trump el pasado 26 de marzo.

El decreto establece que el impuesto aduanero afectará a autopartes clave, como motores, componentes del sistema eléctrico o transmisiones, igualmente.

Coches de Volkswagen en el puerto de Emden (Alemania), listos para salir, en una imagen de 2018.Fabian Bimmer / Reuters

Lo que aún no

Donald Trump ha cumplido con sus amenazas... pero únicamente en parte. Se olvidó de algunas de sus promesas arancelarias. Hace semanas aseguró que iba a imponer gravámenes a otros productos como el vino español, aceite o bebidas alcohólicas procedentes de la Unión Europea.

"EEUU impondrá un arancel del 200% a todos los vinos, champanes y productos alcohólicos procedentes de Francia y otros países representados por la UE. Esto será excelente para los negocios del vino y el champán en EEUU", llegó a asegurar Trump el 13 de marzo, en respuesta al gravamen planteado sobre el whisky estadounidense.

De haberse puesto en marcha esta tasa, la situación podría haber sido crítica para muchos países de la Unión Europea. Según cifras oficiales de comercio, EEUU exporta a España alcohol por valor de unos 135 millones de dólares al año, mientras que importa apenas 22 millones. Las mayores importaciones europeas de alcohol a Estados Unidos provienen de Francia, Reino Unido, Irlanda e Italia.

Sin embargo, esa promesa parece haber caído en saco roto y únicamente se ha centrado en imponer aranceles a la Unión del 20%, lo que no es moco de pavo, teniendo en cuenta que es el doble del impuesto base que ha declarado la Casa Blanca. 

Trump también llegó a enfadarse con Rusia y con su líder, Vladímir Putin. El presidente norteamericano amenazó con imponer aranceles al petróleo de su rival si las negociaciones no se relajaban. "Si Rusia y yo no logramos un acuerdo para detener el derramamiento de sangre en Ucrania, y si considero que fue culpa de Rusia -lo cual puede que no sea, pero si creo que lo fue-, voy a imponer aranceles secundarios al petróleo, a todo el petróleo que salga de Rusia", avisó.

Además, se mostró muy tajante en sus palabras asegurando que "si compras petróleo a Rusia, no puedes hacer negocios en Estados Unidos". Por el momento, esas palabras han quedado para el recuerdo, pero sin más. Tampoco se ha ido a por Corea del Norte o Cuba, porque dice Washington que ya arrastran muchas sanciones. Está por ver si Trump retoma el aviso a Moscú en el marco de las negociaciones de paz sobre Ucrania, en vigor. 

A la espera del contraataque y las consecuencias

Nadie puede predecir con exactitud cómo se desarrollará esta táctica, pero los países afectados por la andanada de Trump están diciendo, en cadena, que van a responder. Suponiendo que se implementen todos los aranceles y no haya excepciones de última hora –una posibilidad que no se puede ignorar dados los reveses anteriores de Trump–, el mundo se prepara para una guerra comercial a gran escala y EEUU tendrá que sufrir las consecuencias del quid pro quo.

El tono, en general, es prudente, dejando la puerta abierta a negociaciones que rebajen las tasas o impidan su entrada en vigor, en el caso de las que aún tienen días para ello. En el caso más cercano, el de la Unión Europea, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha remarcado que el bloque está "preparado para responder" y que está trabajando en nuevas medidas en respuesta. La alemana dice que "hay un camino alternativo" y que "no es demasiado tarde para abordar los problemas mediante negociaciones", pero si no fructifican, responderán. "Europa tiene lo que necesita para superar la tormenta", defiende.

Los líderes extranjeros están tan sujetos a factores políticos como Trump. Y estarán bajo una fuerte presión para contraatacar. Es difícil pensar en un aliado más leal de Washington que Australia, pero ahí está su primer ministro, Anthony Albanese, avisando: "Esto no es un acto de amigo". Las represalias extranjeras podrían generar una escalada de tensión y hacer que Trump, quien siempre quiere tener la última palabra, sienta que no tiene más opción que responder. Nadie sabe de qué manera. 

El presidente no ha explicado en su comparecencia -en la que se ha rodeado de trabajadores de sectores afectados supuestamente por la hoja de ruta del comercio actual, emocionados y agradecidos- por qué tenía sentido que la economía más poderosa del mundo iniciara una guerra comercial con naciones pequeñas y en dificultades como Camboya con un arancel del 49%. Ni por qué es buena idea complicar aún más la vida a los países en desarrollo de África. ¿Y realmente va a librar guerras económicas con los pingüinos? La lista de aranceles de la Casa Blanca incluye las diminutas Islas Heard y McDonald, allá en la Antártida,  afectadas por una tasa del 10%, a pesar de ser poco más que un refugio para las aves marinas y focas. 

El otro gran riesgo político de su nuevo enfoque –que destruye el sistema global de libre comercio que Estados Unidos dedicó décadas a construir– es la improbabilidad de que Trump obtenga un beneficio político a corto plazo de su apuesta.

Muchos analistas creen que es una fantasía que los fabricantes decidan construir nuevas fábricas y cadenas de suministro en Estados Unidos, como Trump promete. Pero incluso si lo hicieran, las probabilidades de que esto ocurra durante su mandato –o incluso en el tercer mandato que insinúa a pesar de las prohibiciones constitucionales– son muy escasas.

Los aranceles recaudarán cientos de miles de millones de dólares para el Tesoro estadounidense, eso es innegable, más de 600.000 millones de dólares anuales sólo con los recíprocos, pero no está claro si los votantes aceptarán su afirmación de que todos serán compensados por los precios más altos –un nuevo impuesto efectivo– en su prometido proyecto de ley de recortes de impuestos. Y todo apunta a que, de aprobarse, la medida favorecerá proporcionalmente a los muy ricos. Algo no casa con la realidad. 

El impacto en España

España afronta los aranceles del 20 % impuestos por EEUU a la Unión Europea con un balanza comercial negativa respecto a este país (se importa más de lo que se exporta), después de que en 2024 el déficit aumentara un 6,9 %, hasta 10.013,5 millones de euros. 

España exporta al año productos por 2,3% del PIB al país de Trump, lo que suponen ventas por más de 36.800 millones en un destino que en los últimos años ha centrado la estrategia de las empresas españolas en la energía verde o la infraestructuras. En el nuevo escenario comercial mundial, el producto español más afectado por los aranceles de la Administración de Donald Trump será el aceite de oliva, lo más vendido a EEUU en 2024, según datos oficiales del Ministerio de Economía difundido por EFE. 

Sin embargo, dentro de la imagen general España no sale tan mal parada. Según la Cámara de Comercio, citada por El Mundo, el 2,3% del PIB en ventas a EEUU está por debajo de la media de los países de la Unión. Concretamente, España exporta de forma relativa la mitad, ya que los 27 estados miembro exportan de media un 4,6% de sus productos interiores brutos.

La trascendencia: hablan los expertos

El Atlantic Council, un tanque de pensamiento de Washington, ha creado un tariff tracker, un rastreador de aranceles, para ver claramente qué afecta a quién. Y lo ha acompañado de un análisis poco optimista para los planes de Trump. Se espera menor crecimiento de la economía global y, para los inversores, en principio, caídas en el corto plazo para los mercados de acciones y de bonos.

Sus especialistas constatan la trascendencia histórica de las medidas anunciadas ayer, eso va de suyo. "Estados Unidos afirmó que el sistema de comercio global que ayudamos a crear ya no nos funciona", dice Josh Lipsky, director del Centro de Geoeconomía del think tank y exasesor del Fondo Monetario Internacional (FMI). Señala que estos nuevos gravámenes elevarían los aranceles estadounidenses a más del 20%, su nivel más alto en un siglo, superando incluso la era de la Ley Smoot-Hawley de la década de 1930, que es una especie de gran fantasma nacional para cualquier experto. 

Los anuncios arancelarios de Trump subrayan que el empresario -porque lo es, ya que no se ha desvinculado de sus negocios ni por ética, estando en la Casa Blanca- "ve el mundo menos en términos de aliados y adversarios que en términos de países que tienen déficits comerciales con EEUU versus países que tienen superávits comerciales", añade. 

Lipsky señala que Japón tendrá aranceles mucho más altos que Irán, por ejemplo, muestra de la locura presidencial. "Estas decisiones no se basan en sistemas de Gobierno, alianzas militares ni relaciones históricas. Se basan en una nueva fórmula: el comercio es el principio rector de la relación de Trump con el mundo", indice. 

"Estas decisiones no se basan en sistemas de Gobierno, alianzas militares ni relaciones históricas. Se basan en una nueva fórmula: el comercio es el principio rector de la relación de Trump con el mundo"
Josh Lipsky, director del Centro de Geoeconomía del Atlantic Council y exasesor del FMI

Daniel Mullaney, investigador del Centro Europeo y del Centro GeoEconomía, y exrepresentante comercial adjunto de Estados Unidos, indica también en el análisis global que la diferencia en la tasa asignada a cada país "sugiere que los aranceles están motivados, en realidad, por la percepción de desequilibrios en las relaciones comerciales", más que por un simple deseo de "erigir un muro arancelario alrededor de EEUU". 

Por ejemplo, señala que la Unión Europea, que tiene un déficit comercial de bienes de 200.000 millones de dólares con Estados Unidos, fue gravada con aranceles mucho mayores que el Reino Unido, que no tiene ninguno. 

Barbara C. Matthews, también investigadora del Centro de Geoeconomía y exagregada del Tesoro de Estados Unidos ante la Unión Europea, explica que la orden ejecutiva adicional que cierra las exenciones arancelarias para productos de bajo valor procedentes de China subraya, a su vez, las preocupaciones de seguridad nacional que motivaron la imposición de aranceles. El Gobierno justificó la medida "con el argumento de que esas importaciones de bajo valor facilitan el comercio de fentanilo".

Sobre China, Lipsky señala que sus aranceles son "especialmente altos", una de las principales razones de la reacción negativa del mercado a los anuncios, ya que el 54 % supera con creces lo que Pekín puede gestionar mediante maniobras cambiarias. Posibles socios comerciales alternativos del Sudeste Asiático, como Vietnam, también se vieron gravemente afectados. "Desde los AirPods hasta las Air Jordan, cientos de productos que los estadounidenses usan a diario van a encarecerse", afirma.

"Desde los AirPods hasta las Air Jordan, cientos de productos que los estadounidenses usan a diario van a encarecerse"

Mullaney se atreve con un consejo a los líderes europeos, mientras reflexionan sobre cómo responder. "Es inútil castigar a Estados Unidos por imponer aranceles" y luego prometer "contraatacar" contra objetivos políticamente sensibles, como el bourbon de Kentucky y el zumo de naranja de Florida. Argumenta que "una reacción más constructiva" sería "reequilibrar" las obligaciones comerciales transatlánticas, adoptando un enfoque similar al de una disputa en la Organización Mundial del Comercio y retirando concesiones equivalentes con respecto a Estados Unidos.

Al mismo tiempo, añade, los funcionarios europeos deberían colaborar con la administración Trump para alcanzar acuerdos que sustituyan a los aranceles. Esto podría incluir, por ejemplo, la reanudación de los trabajos sobre un acuerdo sobre el acero y el aluminio, la cooperación en políticas y prácticas de economía no sujeta a las leyes del mercado y la reducción de las barreras comerciales regulatorias. "Nos encontramos en una era disruptiva y sin precedentes, pero existen vías para restablecer el equilibrio y fortalecer la relación comercial transatlántica", recuerda. 

Si bien los países pueden optar por imponer aranceles de represalia a EEUU, Matthews señala también que las tasas arancelarias son solo una parte del panorama. "Nadie gana una guerra comercial", advierte, y añade que "las negociaciones basadas únicamente en los niveles arancelarios no serán suficientes" para abordar otras preocupaciones económicas y de seguridad de la administración Trump, como el impuesto al valor agregado, la manipulación cambiaria y el narcotráfico. En cambio, afirma, las conversaciones con Washington deben abordar "una amplia gama de cuestiones geoeconómicas y de seguridad más allá de la política comercial que EEUU ha venido planteando durante años".

Todos estos anuncios arancelarios están sujetos a cambios, según las negociaciones, recuerda el trío de expertos. "Los mercados deben estar preparados para un flujo constante de volatilidad y ajustes en las políticas", afirma la especialista, "a medida que los términos de intercambio cambian para reflejar un nuevo equilibrio de poder geopolítico definido por Estados Unidos".

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.