Aunque Lula da Silva haya ganado, Brasil tiene Bolsonaro para rato

Aunque Lula da Silva haya ganado, Brasil tiene Bolsonaro para rato

Existe el temor de que se produzca un episodio como el del Capitolio con la derrota de Trump en enero de 2021.

Lula abraza a su mujer tras conocer su victoria en las presidenciales de Brasil.Carla Carniel via Reuters

“Quizás Bolsonaro desaparezca de la escena política, pero el ‘bolsonarismo’ no”.

Matthieu Trouvé, profesor de Historia contemporánea en el Instituto de Estudios Políticos de Burdeos, explica que esta ideología de extrema derecha apoyada por conservadores y evangélicos ya ha ganado pese a la victoria electoral de Lula da Silva en Brasil.

El presidente saliente, Bolsonaro, consiguió forzar una segunda vuelta contra Lula da Silva, el candidato del Partido de los Trabajadores. El exjefe de Estado (2003-2011) era el favorito en los sondeos antes de la primera vuelta, el 2 de octubre, y se impuso con el 48% de los votos. Aunque Jair Bolsonaro solo quedó en segundo lugar con el 43% de los votos, la diferencia entre ambos rivales fue mucho menor de la que indicaban las encuestas.

En la segunda vuelta, la distancia entre ambos candidatos ha sido aún menor, ya que Lula da Silva se ha llevado el 50,9% de los votos, mientras que Jair Bolsonaro ha registrado el 49,1%.

Pero, pese a la derrota electoral, Bolsonaro seguirá influyendo en la política brasileña.

Además de llegar a la segunda vuelta, el presidente en funciones consiguió que muchos de sus aliados más cercanos fueran elegidos para el Parlamento el 2 de octubre. Al obtener 99 de los 513 escaños de la Cámara Baja del Congreso brasileño, el triple que en 2017, el Partido Liberal de Bolsonaro dio a la extrema derecha su mejor resultado en más de cuatro décadas.

En el Senado, el Partido Liberal de Bolsonaro obtuvo 14 escaños frente a los 8 del Partido de los Trabajadores de Lula y se convirtió en el mayor partido de la cámara alta. La extrema derecha también está ganando poder entre los gobernadores y las asambleas regionales del país.

Se está produciendo un “dominio del bolsonarismo en el sistema político brasileño”, explica Juliette Dumont, profesora de Historia contemporánea en el Instituto de Altos Estudios de América Latina. La investigadora advierte que Bolsonaro ha nombrado a numerosos militares en la alta administración federal con los que Lula tendrá que negociar para formar un nuevo gobierno.

Esta omnipresencia institucional se produce gracias a “fuerzas conservadoras muy importantes que le apoyan y que son poco menos que fanáticas”, añade Matthieu Trouvé, que señala que a Bolsonaro sus partidarios lo apodan “el mito”.

Entre sus votantes están los evangélicos, que han pasado de ser el 5% de la población a más del 30% en menos de tres décadas. Las iglesias evangélicas han alcanzado una enorme influencia política y mediática en los últimos años arraigando su moral religiosa y sus valores conservadores en la sociedad. Sobre todo teniendo en cuenta que el presidente Bolsonaro les ha dado un acceso privilegiado “a la radio y ha permitido exenciones fiscales a las televisiones evangélicas”, explica Juliette Dumont.

Además, también cuenta con el apoyo del lobby de las armas tras convertir la libertad para portar armas en una prioridad. En consecuencia, “el número de armas en circulación se ha multiplicado por cuatro en cuatro años y la idea de utilizar la violencia para defender los derechos se ha extendido en la sociedad brasileña”, continúa la historiadora. Los ganaderos y los cultivadores de soja también lo apoyan en gran medida, ya que se han visto favorecidos por el agronegocio promovido por la legislación ambiental de Bolsonaro, que facilita la deforestación.

Jair Bolsonaro también ha sido capaz de seducir al pueblo apropiándose la imagen de “presidente de los pobres” de la que se envuelve Lula, el primer jefe de Estado brasileño procedente de las clases trabajadoras, señalado por sus escándalos de corrupción. “Cultiva su imagen de hombre medio que habla mal, dice palabrotas y no es una persona formada ni culta”, analiza la investigadora. La extrema derecha también ha sabido aprovechar el descontento social, sobre todo durante las manifestaciones de 2013 contra la subida de los precios del transporte.

Esos son los ingredientes para que, a pesar de la catastrófica trayectoria del presidente saliente, marcada por recortes del gasto público, una desastrosa gestión de la crisis sanitaria y la aceleración de la deforestación, los brasileños sigan apoyándole, añade Matthieu Trouvé. “Sus partidarios están convencidos de que es el único que puede sacar a Brasil de la crisis económica y social que atraviesa el país”, confirma Juliette Dumont.

El bolsonarismo también se ha propagado entre la sociedad a través de las redes sociales. En Brasil, el 80% de la población tiene WhatsApp o Telegram, y más del 40% de los brasileños solo se informa de las noticias a través de estos medios. Esto representa “un medio para atacar e incordiar que durará más allá de la derrota de Bolsonaro”, añade la investigadora.

La victoria de Bolsonario en las elecciones habría sido “una catástrofe para Brasil y una aceleración de la ‘fascistización’ de la sociedad y la política brasileñas”, valora Juliette Dumont.

Bolsonaro aún tiene que admitir la derrota. “Lleva un año explicando que si no gana, será por la manipulación electoral”, añade, y teme que se produzca un episodio como el del Capitolio con la derrota de Trump en enero de 2021 y una escalada de la violencia en las calles.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.