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Gaza, el test de humanidad no superado

Gaza, el test de humanidad no superado

La amenaza de una muerte masiva de niños por hambre en la franja palestina ha movilizado ligeramente a Occidente esta semana. Han llegado anuncios, palabras, pero pocos hechos. Esperanzador e insuficiente. La crisis es brutal y va a más. 

Familiares y seres queridos de palestinos asesinados en un ataque de Israel lloran a sus difuntos en el Hospital Nasser, en Khan Yunis (Gaza), el 21 de mayo de 2025.Abed Rahim Khatib / Anadolu via Getty Images

Los test de estrés son una prueba de resistencia que ayuda a conocer límites, a averiguar capacidades de respuesta y grados de preparación cuando vienen mal dadas, sea el ámbito que sea. La ofensiva de Israel sobre Gaza es un formidable test de estrés sobre la humanidad, la decencia y la empatía del mundo. Un examen no superado. Los líderes de los países y bloques que pueden hacer algo para frenar la guerra no lo intentan, sólo observan. Así van 17 meses. 

En esta semana, sin embargo, algo se ha movido. Nada, si se le cuenta a un niño desnutrido, de esos 14.000 bebés que pueden morir de forma inminente si no entra ayuda rápida y adecuada. No poco, si lo comparamos con los tiempos de la historia y la diplomacia y las inercias y las alianzas. 

Las imágenes de niños famélicos, mientras Tel Aviv redoblaba su ofensiva y amenazaba con tomar toda Gaza, ha llevado hasta al reticente Estados Unidos a reclamar la entrada de ayuda humanitaria, que ha empezado a entrar con cuentagotas, ridícula a todas luces. También ha hecho que Reino Unido haya impuesto sanciones a colonos y haya congelado sus conversaciones para un nuevo acuerdo comercial con Israel, mientras que la Unión Europea (UE) revisará el Acuerdo de Asociación con el país. Francia y Canadá estudian sanciones nacionales, mientras Suecia pide que haya europeas, en bloque. Anuncios, palabras, pero pocos hechos. Esperanzador e insuficiente. La crisis es brutal y va a más. "Un desafío a la decencia, la humanidad y la ley", como resume Jonathan Whittall, responsable de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA).

La crisis humanitaria

Desde los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 que dejaron 1.200 muertos israelíes y 215 secuestrados, más de 53.700 palestinos han perdido la vida en los ataques en Gaza, que un día debería formar parte del Estado palestino si se cumplen las resoluciones de Naciones Unidas. Más de 16.500 de esos muertos son menores de edad, pierden la vida unos 27 por día, de media. Se estima que 100.000 heridos requieren atención actualmente, incluidos 20.000 que necesitan tratamiento urgente en países de la región y que no tienen permiso para ello.

Entre la hambruna, la destrucción de infraestructuras, el desplazamiento masivo de civiles y los muertos y heridos, la situación humanitaria continúa deteriorándose en el territorio. El pasado día 19, y tras reconocer un toque de atención desde Washington, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció una reapertura parcial de los pasos, que está siendo, en realidad, extremadamente limitada. No entró nada el prime día y en los tres siguientes, no superaron los 200, cuando antes de la contienda entraban entre 500 y 600, un flujo también controlado por Tel Aviv, que impone un cerco de Gaza por tierra, mar y aire desde que Hamás llegó al poder, en 2007. Si eso era lo que se necesitaba sin bombas, es fácil imaginar lo que suponen 200 apenas tras estos meses de asedio y sus consecuencias. 

"Dado el contexto, ya no es apropiado hablar simplemente de una crisis humanitaria. Asistimos a una crisis de humanidad, pues cada vez hay más pruebas técnicas y argumentos jurídicos que apuntan a un genocidio", denuncia Jean-François Corty, presidente de Médicos del Mundo e investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), en Francia. "Prácticamente toda la población ha sido desplazada en los últimos 18 meses y ahora vive bajo condiciones de asedio que han sustituido al bloqueo vigente durante 17 años, tras las atrocidades del 7 de octubre de 2023". Gaza era una prisión a cielo abierto y ahora, además, está destrozada.  

"El asedio actual no sólo restringe el acceso, sino que también ha provocado la destrucción a gran escala de infraestructura vital. En los últimos 18 meses, el sistema sanitario ha colapsado. Cientos de centros de salud y docenas de hospitales han sido destruidos. De los 36 que funcionaban antes del 7 de octubre, sólo entre 10 y 15 operan ahora de forma limitada, sufriendo una grave escasez de medicamentos, personal agotado y falta de combustible para alimentar los generadores y garantizar el suministro eléctrico", expone Corty en IRIS. Ha habido dos meses y medios de bloqueo total de alimentos, combustible o medicinas, impuesto por Israel por el fracaso en las conversaciones para un nuevo alto el fuego, que es lo que ha puesto al límite la paciencia incluso de sus aliados occidentales de siempre. 

Organizaciones benéficas distribuyen comidas calientes a palestinos en la zona de Al-Mawasi, en Khan Yunis (Gaza), el 12 de mayo de 2025.Abed Rahim Khatib / Anadolu via Getty Images

Médicos del Mundo ha publicado un informe que demuestra una "fuerte correlación entre el aumento vertiginoso de las tasas de desnutrición, especialmente entre mujeres embarazadas y lactantes, y niños de seis meses a cinco años, y la efectividad del asedio". Entre julio de 2024 y abril de 2025, de una cohorte de 10.000 mujeres y niños monitoreados por los equipos médicos de la organización, la desnutrición aguda aumentó a casi el 18 % en noviembre de 2024 (frente al 0,8 % en 2023). 

Esta cifra se redujo al 2-3 % durante el alto el fuego a principios de 2025, pero hoy en día, la desnutrición afecta al menos al 20 % de las personas que acuden a los centros de salud de Médicos del Mundo. "La población civil padece hambre y sed", constata su presidente. Va más allá de los bebés. Son 2,3 millones de personas en riesgo. No es sólo el hambre, ya que la desnutrición aguda aumenta el riesgo de muerte por infecciones debido al debilitamiento del sistema inmunitario, especialmente en niños pequeños.

"El hambre, la sed y la destrucción de casi el 80% de la infraestructura y las viviendas se utilizan como armas de guerra en una campaña para aniquilar a la población civil atrapada y confinada en la Franja de Gaza. La situación es ampliamente conocida, y las propias autoridades israelíes han reiterado formalmente su intención de reinvertir masivamente en Gaza a largo plazo", denuncia. Pone el acento también en las complicaciones para la entrega de la ayuda. La ONU denunció que, cuando entraron los primeros camiones, a su personal no se le dejó acceder a las mercancías y proceder a su distribución, lo que es igual a nada. 

"La cantidad de ayuda que Israel está permitiendo entrar en Gaza es totalmente insuficiente y constituye una mera cortina de humo para fingir que el asedio ha terminado (...). Su decisión sólo responde a un objetivo: evitar que les acusen de estar matando de hambre a la población de Gaza, pero lo cierto es que les están matando poco a poco, de muy diferentes maneras", enfatiza igualmente Isabel Grovas, coordinadora médica de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Gaza, que salió el martes de la franja palestina. "Las autoridades israelíes están asfixiando de forma deliberada a la población de Gaza y están aniquilando su sistema de salud. Insisto: estamos presenciando una campaña de limpieza étnica ante nuestros propios ojos y sin que nadie ni nada parezcan dispuestos a ponerle fin", añade, indicando que en sólo una semana "más de 20 instalaciones médicas" han sido diana de Israel y "muchas de ellas han quedado parcial o totalmente fuera de servicio".

También hay profundas dudas sobre el cómo se va a repartir esa asistencia esencial, por dos razones. Una es que el propio Netanyahu ha anunciado que ha a evitar a la ONU y sus agencias y va a dejar esa distribución en manos de agencias privadas norteamericanas, con las que ya se están firmando convenios. Otra es que los trabajadores humanitarios que pueden hacer mientras este trabajo no tienen especial seguridad en sus movimientos, porque "hasta la fecha, casi 400 trabajadores humanitarios", recuerda el experto galo. 

"Por lo tanto, este anuncio es en gran medida simbólico. Netanyahu ha reafirmado el objetivo militar y político del Gobierno israelí de reocupar Gaza a gran escala", denuncia. Se viene lo nunca visto, dice su Ejército. "En el contexto de esta ocupación a gran escala y a largo plazo, dos millones de personas serán 'concentradas" (término empleado por las autoridades israelíes) en el sur, cerca de Rafah, aunque no se han tomado medidas para alojarlas. Los planes incluyen cuatro o cinco centros humanitarios y mecanismos logísticos para la distribución de alimentos, con un flujo diario de entre 50 y 60 camiones que entran por el mismo cruce", detalla. Y todo esto estaría gestionado por esas empresas privadas, "mercenarias", bajo supervisión militar israelí y beneficio estadounidense.

"Esto refleja una privatización y militarización de la ayuda que socava por completo los principios fundamentales del humanitarismo: imparcialidad, independencia y neutralidad. Representa un rechazo total del marco humanitario internacional, lo cual es profundamente alarmante", dice el cooperante, quien además recuerda que "plantea un grave dilema para los actores humanitarios y la ONU, quienes corren el riesgo de convertirse en cómplices de lo que cada vez se asemeja más a la deportación forzosa de dos millones de personas, un posible crimen de guerra". En paralelo, se va a producir de inmediato un bloqueo a la actuación de las ONG internacionales que llevan desde el 7-O incansables ayudando, con personal local y extranjero. "A las organizaciones críticas con la política israelí se les podría denegar el registro o incluso prohibirles operar", lo que "limita aún más el espacio humanitario y contradice los valores democráticos que Israel y sus aliados occidentales afirman respetar".

La respuesta internacional

Las potencias occidentales, en particular EEUU y Europa, invocan con frecuencia el derecho internacional humanitario en su gestión de conflictos. El ejemplo más claro es su respuesta a la guerra en Ucrania, imponiendo sanciones a Rusia y apoyando a la Corte Penal Internacional (CPI), que emitió rápidamente una orden de arresto contra su presidente, Vladímir Putin. Un año exacto después del inicio de la invasión. 

Sin embargo, en el caso del Gobierno de Netanyahu, sustentado sobre la ultraderecha nacionalista, hasta ahora no se ha tomado ninguna medida concreta. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) destacó el riesgo plausible de genocidio en Gaza en tres ocasiones en 2024. Según la Convención sobre el Genocidio de 1948, adoptada tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, todos los Estados signatarios están legalmente obligados a prevenir el genocidio. Sin embargo, estas obligaciones se están ignorando, en buena medida porque las potencias occidentales se niegan a usar este término, una posición que ya se está resquebrajando estos días hasta en la reticente Bruselas. La ONU tiene dos informes publicados en los que señalan este delito con esa palabra

Algunos Estados, como Canadá, Francia y el Reino Unido, han cambiado su tono retórico, afirmando que podrían adoptar una postura más firme si la situación no mejora. Hasta Alemania, que arrastra una posición histórica complejo por el régimen nazi y la persecución de los judíos, se ha ablandado. El Gobierno de Keir Starmer ha convocado a la embajadora de Israel en el Reino Unido, ha anunciado nuevas sanciones en respuesta a la violencia ejercida por los colonos israelíes en Cisjordania y ha suspendid las negociaciones para un acuerdo comercial con Tel Aviv por su "política atroz" en Gaza.

Londres, igualmente, apunta a más sanciones, como Francia y Canadá, que en un comunicado conjunto lamentaron la "desproporcionada" nueva ofensiva de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y amenazaron con tomar "medidas concretas" de respuesta. "Están en el lado malo de la humanidad", les acusó Netanyahu. No han ido más allá, ni siquiera han apuntado a si serían sanciones económicas, comerciales, armamentísticas... Francia, por ejemplo, podría denegar el derecho de sobrevuelo a las aeronaves de Netanyahu, sobre todo porque está siendo investigado por la CPI y Francia está obligada a cooperar en sus procedimientos, apunta Corty. En España, esta semana, el Congreso también ha dado el primer paso para adoptar una ley que determine un embargo al comercio de armas y material de defensa a Israel, aunque le queda mucho tiempo para estar en vigor

La Comisión Europea, que lleva ya 17 paquetes de asistencia a Ucrania con sanciones contra Rusia y sus intereses, ha eludido en todo este tiempo la posibilidad de sancionar a Israel por Gaza e, incluso, de revisar el gran acuerdo de asociación que regula sus relaciones desde el año 2000. Lo que no han podido antes ni los paramédicos asesinados y enterrados en una fosa ni la niña atacada en su coche mientras esperaba una ambulancia, los ataques mortales masivos a hospitales o los propios rehenes israelíes -que tienen más posibilidades de salir con vida de su cautiverio con un armisticio-, lo ha podido el hambre. Europa, dijo el martes, va a estudiar si se está violando el pacto, ya que en su artículo 2, claramente, se vincula su mantenimiento en el tiempo al respecto a los derechos humanos

"De las democracias occidentales, este flagrante doble rasero socava la credibilidad del derecho internacional humanitario, convirtiéndolo de una herramienta de justicia en una herramienta de dominación geopolítica", lamenta el presidente de MDM. El camino de Palestina en estos meses ha sido el de la soledad porque, más allá de las sanciones, había otros pasos que dar: ruptura de relaciones militares, académicas, deportivas o culturales (todo el mundo piensa en Eurovisión esta semana); defensa de los organismos de la ONU como su agencia para los refugiados palestinos, UNRWA, atacada por Tel Aviv y Washington; un reconocimiento masivo de Palestina como estado de pleno derecho (que España aprobó hace casi un año); más apoyo a la Autoridad Nacional Palestina (ANP)... 

El fracaso ha sido doble, a los dos lados del Atlántico: ni se ha parado la guerra ni se ha establecido un sistema administrativo serio que garantice la gestión autónoma de Palestina. Estados Unidos, por ejemplo, ha echado mano de esta inacción del mundo para justificar planes como el de vaciar Gaza, llevar a sus pobladores a países árabes como Egipto y Jordania, limpiar todo lo roto en la guerra y levantar de nuevas un resort en la esquina oriental del Mediterráneo, frente a importantes bolsas de gas, además. 

Decía Mike Waltz, asesor nacional de Seguridad Nacional de EEUU hasta hace tres semanas, que "el hecho de que nadie tiene una solución realista y que el presidente pone sobre la mesa unas ideas muy audaces y novedosas no creo que deba ser criticado de ninguna manera", recordando que los estados árabes tampoco están ayudando en esta crisis, paralizados por las represalias de la Casa Blanca, divididos y preocupados. 

Si a eso se suma una ONU en la que Israel está blindado por EEUU y que han fallado los sistemas de prevención, de freno y de rendición de cuentas, queda un escenario desolador, en un mundo que atraviesa una crisis de valores y de certezas. "Gaza es una profecía de la barbarie del futuro, como lo fue la Guerra Civil española en el siglo XX", como denuncia el novelista y ensayista Pankaj Mishra en su obra El mundo después de Gaza.

Hay que recordar que, además, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional define la inanición de civiles como crimen de guerra cuando se utiliza deliberadamente como método de guerra. "Los Relatores Especiales de la ONU ya han advertido que las acciones de Israel podrían constituir genocidio. El bloqueo de la ayuda, los ataques a la infraestructura sanitaria y la destrucción sistemática de los sistemas de alimentación y agua no son consecuencias lamentables de la guerra. Son la estrategia (...). Esta no es una hambruna causada por una sequía o un desastre. Es un hambre artificial: un acto de guerra intencional y sostenido. Y el mundo observa", se duele Sudha S. Reddy es miembro del Consejo Asesor de la Fundación para la Gobernanza Global y la Sostenibilidad (FOGGS). 

Su mirada no es para hoy solamente, sino para el futuro "Gaza tiene una de las poblaciones más jóvenes del mundo. Más de la mitad son niños. No son víctimas colaterales, sino los objetivos principales (...). Son sus cuerpos los que sufren el peso de este asedio. Estos niños no conocen una vida sin drones, sin sirenas, sin hambre. Su futuro se está destrozando antes de comenzar. Estos niños crecen sin comida, sin seguridad y sin padres. Sus nanas son ataques aéreos. Su futuro ha quedado sepultado bajo los escombros", escribe.

"Una niña que no ha comido en tres días no puede soñar. No puede aprender, resistir ni recuperarse. Apenas sobrevive gracias a sus instintos. No se trata sólo de cuerpos destruidos. Incluso les han arrebatado la supervivencia"

"Una niña que no ha comido en tres días no puede soñar. No puede aprender, resistir ni recuperarse. Apenas sobrevive gracias a sus instintos. No se trata sólo de cuerpos destruidos. Incluso les han arrebatado la supervivencia. Para quienes sobreviven a las bombas y la hambruna, el trauma permanecerá de por vida. Estas heridas -mentales, físicas y generacionales- no se pueden sanar solo con ceses al fuego. Son futuros robados".

En cualquier caso, ahora que los europeos han levantado el dedo amenazador, tienen que empezar a hacer cosas, a tomar decisiones. Con la "revisión" y la "profunda preocupación" todo sigue igual. Todo es todo, como los disparos contra diplomáticos por parte de soldados de Israel en Cisjordania o el atentado contra los dos diplomáticos israelíes asesinados en Washington. Violencia, se llama. 

Protesta en Tel Aviv contra Benjamin Netanyahu, su política en Gaza y la destitución del jefe del Shin Bet, el 22 de marzo de 2025.Eyal Warshavsky / SOPA Images / LightRocket via Getty Images

La brecha en Israel

Si por algo destaca también esta semana es por la desconocida oposición a Netanyahu en su propio país. El líder de los Demócratas, Yair Golán, dijo que Israel "va camino de convertirse en un Estado paria si no vuelve a comportarse como un país sensato" por la matanza diaria de palestinos y niños en Gaza. En una entrevista, el lunes, señaló que un "Estado sensato no libra una guerra contra civiles, no mata bebés por afición, ni se fija objetivos como la expulsión de una población". 

"as Fuerzas de Defensa de Israel son el ejército más moral del mundo y nuestros soldados están luchando en una batalla por nuestra propia existencia. Condeno enérgicamente la salvaje incitación de Yair Golán contra nuestros heroicos soldados y contra el Estado de Israel", respondió Netanyahu. 

Golán, el líder de las principales formaciones de la izquierda israelí, no ha sido el único en levantar la voz por encima de lo habitual. El exprimer ministro, Ehud Olmert, denunció que las acciones israelíes rozaban el nivel de crímenes de guerra. Quien fuera premier entre 2006 y 2009, describió el conflicto actual como "una guerra sin propósito, una guerra sin posibilidad de lograr nada que pueda salvar las vidas de los rehenes". Por eso ha sido fuertemente criticado por los comentarios de políticos de ultraderecha.

Estas declaraciones se han completado con recurrentes protestas de familiares de los rehenes que siguen secuestrados en Gaza, que insisten en que la salida a este conflicto ha de ser un alto el fuego negociado, estable y duradero, que permita a los suyos salir con calma y acabar su pesadilla. Pese al peso moral de estas protestas, cada vez más masivas, está la encuesta del Canal 13 de la televisión israelí que indica que el 53% de los entrevistados no quiere dejar entrar siquiera ayuda humanitaria a Gaza. Ese es el nivel de apoyo con el que cuenta esta guerra. Un 34% sostiene que sí la dejaría entrar, más un 13% que no sabe o no contesta. 

No hay réplica tan grande como para que su gabinete cambie sus políticas, pese a las críticas iniciales a Netanyahu por no ver venir los atentados de Hamás o verlos y no actuar en consecuencia. Desde Israel no va a venir el vuelco. Si además las Convenciones de Ginebra se convierte en un mero texto ceremonia y el derecho internacional se aplica sólo cuando conviene políticamente, no hay esperanza. "La historia no nos preguntará cuán complicada era la situación. La historia no nos preguntará cuán compleja era la política. Nos preguntará si alzamos la voz, si actuamos, si nos importamos y quién miró hacia otro lado", dice Reddy.

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.