Israel dice sí a la primera fase del plan de paz para Gaza diseñado por Donald Trump
El alto el fuego entrará en vigor en las próximas 24 horas, según el Gobierno israelí, mientras Hamás asegura haber recibido “garantías de que la guerra ha terminado”.
Israel ha dado luz verde a la primera fase del plan de paz diseñado por Donald Trump para poner fin a la guerra de Gaza, un genocidio en el que el número de palestinos muertos ha superado los 67.000 en dos años, desde que el Gobierno israelí iniciase la ofensiva militar como respuesta a los atentados perpetrados por Hamás el 7 de octubre. El acuerdo que ha ratificado el gabinete de Benjamín Netanyahu, contempla un alto el fuego que entrará en vigor en 24 horas y la liberación de todos los rehenes israelíes (vivos y muertos) que aún siguen en la Franja, a cambio de la excarcelación de miles de prisioneros palestinos y una retirada parcial del Ejército israelí del enclave.
“El Gobierno acaba de aprobar el plan para la liberación de todos los rehenes”, anunciaba, en inglés, la cuenta que tiene la oficina del Primer Ministro de Israel en 'X'. Según fuentes del Ejecutivo, la liberación de los rehenes israelís comenzará las 72 horas siguientes a la entrada en vigor del alto el fuego acordado con Hamás, e impulsado por plan diseñado en Washington. Esta prevista la entrega de 20 rehenes israelíes que se cree que siguen con vida, así como los cadáveres de otros 28.
A cambio, Israel liberará a 250 palestinos que cumplen una condena de cadena perpetua y a 1.700 gazatíes detenidos tras los atentados de 2023. Además, el Ejército israelí pasará de controlar el 80% del territorio en la Franja de Gaza al 53% y se autorizará, también, que la entrada de ayuda humanitaria sea inmediata, a través de corredores supervisados por la ONU y la Cruz Roja.
La votación del gabinete israelí, celebrada tras una larga reunión a puerta cerrada, puso de relieve las tensiones que existen dentro del Ejecutivo israelí. El ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Ben Gvir, ha votado en contra del acuerdo y ha asegurado en un mensaje publicado en la red social 'X', que la liberación de los presos palestinos es “un precio insoportable a pagar” y ha vuelto a amenazar con romper la coalición del Gobierno de Netanyahu si continúa adelante con el plan de paz impulsado desde Washington. ç
Ben Gvir, categórico, ha asegurado que "bajo ninguna circunstancia" formará parte de un Gobierno que negocia con "una organización terrorista" sin haber pedido permiso y que, por otro lado, permitirá que Hamás siga gobernando un enclave que han arrasado.
Hamás y las "garantías" de EEUU
Mientras el Ejecutivo de Netanyahu mostraba sus costuras discutiendo los términos con los que se ha cerrado el pacto, el jefe político de Hamás en el exilio, Jalil al Haya, daba luz verde al acuerdo después de recibir “garantías de Estados Unidos y de otros mediadores de que la guerra ha terminado” y de que el alto el fuego será “el primer paso hacia una paz real en la región”. En su comunicado, el movimiento islamista calificó el pacto como una “victoria moral y política del pueblo palestino”, aunque evitó pronunciarse sobre el futuro de su liderazgo en Gaza o sobre las exigencias de desarme planteadas por Israel.
Según las autoridades de la Franja de Gaza, una vez entre en vigor el alto el fuego, Hamás entregará a todos los rehenes a los rehenes al Comité Internacional de la Cruz Roja. Todo, en un plazo de 72 horas y en una operación que se hará sin la presencia de cámaras ni las ceremonias públicas que acompañaron treguas anteriores, una medida con la que buscan "garantizar la seguridad del intercambio”. De hecho, el movimiento islamista ha pedido a la población gazatí que no se acerquen a los puntos de entrega para evitar incidentes con las fuerzas israelíes desplegadas en los límites del corredor humanitario.
Pese al estallido de alegría que ha invadido Gaza y al tono victorioso del discurso público del grupo armado, fuentes palestinas citadas por Reuters han advertido de que la lista de presos que Israel tiene que liberar aún no está cerrada. Hamás exige la inclusión de varios condenados de alto perfil, entre ellos ex comandantes de las Brigadas al Qassam y figuras políticas palestinas encerradas desde hace más de una década. La falta de consenso en lo que respecta a esos nombres podría retrasar la aplicación del acuerdo y, por tanto, volver a tensar la cuerda con el gabinete de Netanyahu.
¿Un Nobel de la Paz en el horizonte?
La aprobación del acuerdo supone también un triunfo político para Donald Trump, que ha seguido las negociaciones desde Washington y ha colocado el final de la guerra de Gaza como una de sus prioridades en política exterior. El presidente estadounidense celebró la ratificación del pacto y anunció que viajará este domingo a Oriente Próximo para asistir a una posible ceremonia de firma en Egipto. “Espero que este acuerdo conduzca a una paz duradera y, finalmente, a la reconciliación de toda la región”, declaró en un comunicado.
Durante la reunión del gabinete israelí en Jerusalén, Netanyahu agradeció públicamente la mediación estadounidense y el trabajo de los enviados del mandatario: el empresario Steve Witkoff y el yerno del presidente estadounidense, Jared Kushner. “No lo podríamos haber hecho sin la extraordinaria ayuda del presidente Trump y su equipo”, llegó a afirmar. Fuentes próximas a la reunión citadas por Reuters, aseguran que la presencia de ambos fue determinante para desbloquear las últimas resistencias dentro del Gobierno israelí.
La Casa Blanca ha presentado el pacto como “un paso histórico hacia el fin de la violencia en Gaza” y la primera fase de un plan de veinte puntos diseñado por el equipo de Trump para la posguerra. Entre esos puntos figuran la retirada progresiva de las tropas israelíes, la creación de un fondo internacional de reconstrucción y la discusión, aún abierta, sobre la gobernanza futura de la Franja y el desarme de Hamás. Washington confía en que la implementación de este primer acuerdo facilite una segunda ronda de negociaciones en El Cairo en las próximas semanas.
El éxito diplomático ha reactivado las especulaciones sobre una posible candidatura de Donald Trump al Premio Nobel de la Paz, una idea que ya circula entre sus asesores más cercanos y algunos aliados republicanos en Washington. La Casa Blanca, por ahora, evita alimentar el debate, aunque el propio presidente insinuó durante una comparecencia que “la historia sabrá reconocer quién trajo la paz a Oriente Próximo”.
No sería la primera vez que el comité de Oslo mira hacia la región. Barack Obama lo logró en 2009 por su “esfuerzo extraordinario” para fortalecer la diplomacia internacional, solo nueve meses después de asumir el cargo. En el caso de Trump, el contexto es distinto: su plan para Gaza llega tras dos años de guerra, decenas de miles de muertos y una presión internacional sobre Netanyahu. Aujnque hay quien ve en toda esta operación una jugada de política exterior “tan calculada como electoral”, mientras otros la interpretan como el intento más serio en años de recomponer la fractura entre Israel y el mundo árabe.
"Toda la Franja está feliz"
En Gaza, el anuncio del alto el fuego se recibió con alivio, incredulidad y un cansancio que se mide en ruinas. “Gracias a Dios por el fin de la sangre y de la muerte”, decía Abdul Majeed Abd Rabbo, vecino de Jan Yunis, mientras observaba los restos de su barrio reducido a polvo. “Toda la Franja está feliz, todo el mundo árabe está feliz”, añadió, en declaraciones recogidas por Reuters. En los mercados improvisados del sur, algunas familias salieron a comprar pan por primera vez en días; otras aprovecharon para llenar garrafas de agua antes de la esperada entrada de los camiones de ayuda humanitaria, estacionados ya en la frontera egipcia de Rafah.
En Tel Aviv, la noticia tuvo un eco distinto, más íntimo. En la plaza de los Rehenes, el lugar donde desde hace meses se concentran las familias de los secuestrados, la aprobación del acuerdo se vivió entre lágrimas, abrazos y bengalas rojas. “No puedo respirar, no puedo creerlo, es una locura”, dijo Einav Zaugauker, madre de uno de los cautivos, con la voz rota y el móvil en alto mientras sonaban las sirenas de celebración. Para muchos israelíes, la liberación de los rehenes es el único motivo capaz de justificar una tregua con Hamás, aunque el trauma de los ataques del 7 de octubre sigue abierto y se respira en cada esquina.
Pese al clima de alivio, la calma no es completa. Los bombardeos israelíes continuaron durante la noche, aunque con menor intensidad. Las autoridades gazatíes informaron de siete muertos en dos ataques antes del inicio oficial del alto el fuego, mientras testigos relataron movimientos de tropas israelíes en dirección norte y la destrucción de varias posiciones militares en desuso, un gesto que preludia la retirada parcial acordada en el pacto. En Jerusalén, las luces de las banderas de Israel y Estados Unidos se proyectaron sobre las murallas de la Ciudad Vieja. Por unas horas, las trumpetas de paz sonaron con fuerza. Falta saber cuánto tardarán en apagarse.