Pasa seis días sin comida, móvil y con la pierna rota en la montaña y sobrevive gracias a su ingenio y un pañuelo
Cuando despertó, se dio cuenta de que su teléfono había desaparecido y su botella de agua se había perdido en el golpe.

Lo que debía ser una caminata solitaria para disfrutar de los paisajes de Folgefonna, uno de los parques nacionales más espectaculares de Noruega, terminó convirtiéndose en una pesadilla para Alec Luhn. Tal y como relata la crónica exhaustiva de The New York Times, el periodista estadounidense, de 38 años, pasó seis días atrapado en una montaña, sin comida, sin agua y con lesiones graves, hasta que un helicóptero de rescate lo localizó milagrosamente.
Luhn, que vive en Inglaterra junto a su esposa, había viajado a Noruega de vacaciones familiares. Fascinado por la proximidad al tercer glaciar más grande del país, decidió prolongar su estancia para emprender una ruta de mochilero en solitario. El 31 de julio partió desde el pueblo de Odda, con la idea de regresar el 4 de agosto para tomar un vuelo a Inglaterra.
Pero pronto comenzaron los problemas. La suela de una de sus botas se despegó al inicio de la caminata y, en lugar de regresar a por un reemplazo, decidió improvisar con cinta adhesiva. Esa decisión redujo la tracción y, sumada a la fatiga, le jugó una mala pasada: al atravesar un terreno empinado de noche, resbaló y rodó decenas de metros montaña abajo. La caída le provocó fracturas en el fémur, la pelvis y varias vértebras, además de heridas en la cabeza y las manos.
Cuando despertó, se dio cuenta de que su teléfono había desaparecido y su botella de agua se había perdido en el golpe. Apenas podía moverse. “Voy a tener que aguantar hasta que alguien se preocupe por mí”, pensó. Para sobrevivir, recurrió a medidas extremas: bebió su propia orina, chupó sangre de una ampolla y, más tarde, aprovechó una tormenta para recolectar agua de lluvia con su esterilla y un pañuelo.
Su esposa dio la voz de alarma cuando no regresó a tiempo para tomar el vuelo. Entonces comenzó un amplio operativo en el que participaron más de 50 rescatistas de la Cruz Roja Noruega, con perros, drones y equipos de escaladores. El mal tiempo complicó la búsqueda durante dos días, hasta que finalmente un helicóptero divisó su pañuelo rojo ondeando como señal de auxilio.
Trasladado a un hospital de Bergen, Luhn fue operado y permanece en recuperación, todavía con secuelas en los pies por congelación. Pese a la dura experiencia, asegura que volverá a practicar senderismo, aunque con más precaución: “He animado a mucha gente a salir a caminar. Solo hay que hacerlo bien preparado. Y, por supuesto, ahora le debo a mi esposa unas vacaciones en un lugar cálido y sin glaciares”.
