Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Polonia, ¿la chispa adecuada?: cuál puede ser la respuesta de Varsovia y la OTAN a la entrada de los drones rusos

Polonia, ¿la chispa adecuada?: cuál puede ser la respuesta de Varsovia y la OTAN a la entrada de los drones rusos

La violación del espacio aéreo polaco por 19 drones del Kremlin plantea la pregunta de si fue un error o una agresión intencionada y, también, de hasta dónde puede y debe llegar la escalada. Es la peor crisis, dice Tusk, desde la Segunda Guerra Mundial.

Soldados y bomberos polacos trabajan en una casa alcanzada por un dron ruso, el 10 de septiembre de 2025, en Wyryki-Wola.Kacper Pempel / Reuters

Las guerras tienden a explotar o a intensificarse de dos maneras: intencionada o accidentalmente. A veces, en caliente, la diferencia suele ser borrosa. A veces, también, ya no hay marcha atrás, porque el tiro está dado. Ese miedo es el que recorre el este de Europa desde que Rusia lanzó su "operación militar especial" sobre Ucrania, el 24 de febrero de 2022. Pánico a la internacionalización de la guerra, a una tercera guerra mundial, incluso. Todos esos fantasmas viejos han cobrado fuerzas en las últimas horas, a causa de la violación masiva del espacio aéreo de Polonia por parte de 19 drones rusos. ¿Será esta la chispa adecuada?

Polonia derribó parte de la andanada que accedió a sus cielos desde su frontera con Ucrania y Bielorrusia. Otros UAV sí impactaron, sin causar grandes daños. Estas incursiones se producen en un momento en que Rusia ha lanzado algunos de sus mayores ataques con drones y misiles hasta la fecha en su guerra contra Ucrania y cuando el proceso negociador, que parecía haber cobrado fuerza con la reunión entre el ruso Vladimir Putin y el norteamericano Donald Trump en Alaska, el 15 agosto, se ha estancado, con el Kremlin ganando tiempo y terreno en el campo de batalla.  

Todo son incógnitas en este momento. Es posible que las aeronaves rusas se desviasen de sus rutas de vuelo originales, en el frente de Ucrania, o que indiquen una nueva y agresiva estrategia de asedio a amigos de Kiev y miembros de la OTAN como Polonia, ordenada por el presidente Putin. Lo que es cierto es que se trató de la prueba más audaz de las defensas aéreas atlánticas hasta la fecha y la primera vez que una fuerza aliada ha tenido que disparar a un enemigo en espacio aéreo común.  

Sin perder tiempo, Polonia ha solicitado activar el Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte, que exige consultas entre los aliados para su protección. Lo que no se sabe aún es cuál será su respuesta, la de Varsovia y la de Bruselas. El riesgo es doble: pasarse en la réplica y multiplicar el conflicto o quedarse corto y ampliar así la impunidad de Putin. 

Por el principio: por qué esta vez es distinto

No es la primera vez que Rusia se cuela en el espacio aéreo de un país aliado de Ucrania y miembro de la OTAN. Es algo que ocurre ocasionalmente desde que comenzó la invasión de Ucrania, de lo que se llevan quejando tres años y medio sobre todo Polonia y los países bálticos, pero también Rumanía, por ejemplo. Hay casos muy recientes: hace un mes, un dron ruso explotó en el este de Polonia y hace tres días, Estonia denunció que un helicóptero de ataque ruso Mi-8 había violado su espacio aéreo en el mar Báltico: era la tercera vez este año. En la incursión de ayer, que penetró en territorio polaco hasta 250 kilómetros, los drones obligaron al cierre de cuatro aeropuertos durante la noche, generando una distorsión importante, que es uno de los objetivos esenciales de la llamada guerra híbrida, una especialidad del Kremlin. 

La enorme diferencia, esta vez, es que la agresión puso en marcha a los aliados, osea, que la OTAN, con la fuerza multinacional que ha ido acumulando en la zona ante el expansionismo ruso, tuvo que actuar ante el riesgo de daño: parte del lanzamiento de drones del que hablamos acabó en Ucrania y dejó 29 muertos. Poca broma. Por eso Trump habló de una "provocación a gran escala". 

Liana Fix y Erin D. Dumbacher, investigadoras del Council on Foreign Relations (CFR), exponen que estamos ante un episodio distinto ese papel de la OTAN y por "la cantidad de drones, así como la profunda incursión en territorio polaco", que hacen del episodio "una provocación mucho más grave y probablemente deliberada por parte rusa". Un ataque con aviones no tripulados baratos, a 10.000 euros la unidad, mucho menos de lo que le ha costado a la Alianza el armamento con el que los ha neutralizado. Drones que Rusia es capaz de producir a cientos cada día. 

Recuerdan que el ejercicio militar estratégico conjunto ruso-bielorruso Zapad, que empieza este viernes, ya había suscitado preocupación en el país debido a la posibilidad de una escalada de violencia en la frontera común, ya que discurre junto al corredor de Suwalki, el paso estrecho entre Kaliningrado y Bielorrusia que une Polonia y Lituania. Este puede ser un primer paso. 

El incidente también se produce en un momento delicado de las negociaciones con Ucrania. Moscú considera la cumbre de Alaska una victoria, mientras que EEUU se muestra reacio a aumentar la presión sobre Rusia para que negocie directamente con Ucrania y abandone algunas de sus exigencias maximalistas. "Todo esto da motivos para creer que esta intromisión forma parte de una estrategia rusa para poner a prueba la alianza de la OTAN y, en especial, el compromiso de Estados Unidos con el Artículo 5", detallan las expertas. 

El 4, el que tenemos ahora entre manos, sólo contempla una consulta al más alto nivel, entre todos los socios, para decidir qué tipo de respuesta darán como bloque. El 5, que está en la mente de todos pero nadie ha citado por ahora, habla de tomar "todas las acciones que se consideren necesarias" y, entre ellas, pero tampoco forzada e inmediata, está la acción armada.

El Kremlin se queja de que se le acuse "a diario" y niega que sus maniobras con el satélite bielorruso de Alexander Lukashenko busquen dañar a un tercero, pero los restos hallados en los casos anteriores le señalan. El Ministerio de Defensa ruso ha afirmado que sus drones no tienen alcance suficiente para entrar en territorio polaco y Minsk ha insinuado que quizá se perdieron. 19 eran. La OTAN está investigando si se trata de una incursión deliberada o accidental, "el número de drones, las rutas de vuelo y las pruebas fotográficas de drones Shahed, diseñados en Irán y utilizados por Rusia, en campos agrícolas polacos, sugieren que existen buenas razones para ser escépticos ante las afirmaciones de Bielorrusia y Rusia", sostienen las analistas del tanque de pensamiento norteamericano. 

Un dron ruso yace en un campo tras caer en la aldea de Czosnowka, al este de Polonia, el 10 de septiembre de 2025.Dariusz Stefaniuk via REUTERS

Los motivos

Si nos ponemos en el mejor de los casos, el del despiste, no hay que olvidar que Rusia es responsable de su guerra de Ucrania y, por lo tanto, de cualquier incursión en territorio de la OTAN. Es una vía no descartable, pero que evidencia que se siente impune ante las consecuencias. La supuesta imprudencia, además, coincide con un drástico aumento de los ataques rusos contra Ucrania, incluyendo objetivos previamente vedados, muchos de ellos civiles. Las cifras de muertos se han incrementado notablemente en los dos últimos meses y hasta ha alcanzado a una oficina de la Unión Europea (UE) en Kiev. "Esto podría indicar que Moscú siente que tiene poco que temer de Estados Unidos y Europa tras la cumbre de Alaska", resumen Dumbacher y Fix. 

A su entender, el suceso hay que enmarcarlo en la dinámica rusa de mandar "fuertes señales a las capitales europeas para que abandonen cualquier plan de despliegue de tropas europeas en Ucrania, insinuando en las últimas semanas que esto sería una línea roja". "El incidente del dron, de confirmarse como deliberado, encajaría en este patrón".

Es la misma opinión de Aaron Korewa, director de la Oficina de Varsovia del Atlantic Council, quien afirma que "el Kremlin sabía exactamente lo que hacía". "No es casualidad", sino una "provocación". "La mayoría de los polacos entienden claramente de qué se trata: no se trata de una declaración de guerra por parte de Rusia, sino de otro intento del Kremlin de enviar una señal política de que apoyar a Ucrania conlleva un riesgo", afina. "Rusia espera que, con ello, dé argumentos a quienes abogan por un fin rápido de la guerra en sus propios términos". Por ahora, ha inoculado ya la duda: ¿cómo va a defender la OTAN a su aliado polaco? ¿Valdrán sus promesas o serán papel mojado? "Es sabido desde hace tiempo que la debilidad provoca a Rusia, y la firme determinación la disuade", advierte el experto.

El presidente estadounidense Donald Trump y el ruso Vladimir Putin, en su rueda de prensa en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage (Alaska), el 15 de agosto de 2025.Jeenah Moon / Reuters

Daniel Fried, exembajador de EEUU en Polonia, expone, consultado por el mismo think tank de Washington, que es posible que Putin "busque intimidar a sus aliados de la OTAN para que acepten un debilitamiento de facto de la seguridad de la OTAN para Polonia y otros miembros de la Alianza, como los países bálticos y Rumanía, que Rusia aún considera dentro de su legítima zona de control", el anhelado mundo ruso. Su idea sería la de crear una especie de "zona gris" de inseguridad, todo lo más a Occidente que lleguen sus fuerzas. 

"Busca la aquiescencia occidental a sus pretensiones de dominar Ucrania ahora. Pero otorgarle a Putin el dominio de Ucrania sería un mero preludio a una extensión hacia Occidente de esa dominación rusa", advierte en politólogo, recordando las ansias expansionistas del mandatario ruso, una visión en la que Polonia ha sido de los países que han hecho más énfasis, por las consecuencias futuras que le puede deparar.

"No se trata de una declaración de guerra por parte de Rusia, sino de otro intento del Kremlin de enviar una señal política de que apoyar a Ucrania conlleva un riesgo"

La respuesta hasta ahora

Polonia, hasta donde se conoce, hizo exactamente lo que la Alianza Atlántica necesitaba ante la agresión rusa: dio una respuesta rápida, decisiva y multinacional para proteger la integridad territorial de la OTAN. En el cuartel general aliado, en Bruselas, sus funcionarios se felicitan por el buen trabajo de Varsovia y, también, de Kiev, porque el nivel de alerta del país invadido es mucho mayor incluso y ayudó enviando alertas. Donald Trusk, el primer ministro polaco, ha informado de que apenas tres o cuatro drones fueron derribados, una proporción baja y muy por debajo de lo que Kiev logra. Sólo en la noche del ataque, la fuerza aérea ucraniana informó haber eliminado el 93% de sus amenazas (386 de 415). Sin embargo, si la OTAN tuviera que enfrentarse a la cantidad de drones que Ucrania destruyó esa misma noche, estaría en una posición mucho más difícil.

En los últimos tres meses, Moscú ha mejorado enormemente la maniobrabilidad de sus drones, probablemente con la ayuda de tecnología china. Los drones rusos están mejorando su capacidad para evadir contramedidas y defensas aéreas, lo que los hace más letales. Y sigue teniendo el apoyo inestimable de Irán y su industria a pleno rendimiento, como parte de la estructura de guerra que ha disparado el presupuesto. 

Por tanto, es un éxito que los drones que Polonia consideró más peligrosos fueran derribados, que no haya muertos y que apenas se hayan contabilizado daños en una casa de Wyryki (Lublin Voivodeship). Tusk afirma que no derribaron todos los UAV, sino que quizás priorizaron aquellos que no eran señuelos y que tenían cargas útiles de armas, que no fue tanto falta de capacidad. Quizá sea sólo uso racional de los recursos de defensa aérea.

Sin embargo, lo cierto es que la mayor parte de la alerta temprana sobre estas amenazas provino de Ucrania. Esto demuestra que la OTAN en su conjunto, incluido Estados Unidos, debe ser más proactiva en la colaboración con Ucrania para desarrollar suficiente guerra electrónica, incluyendo sistemas de alerta temprana y otras contramedidas para derrotar a las armas que son cada vez más parte integral del espacio de batalla moderno.

Lo más nuevo fue la entrada en acción de aviones de combate F-35 holandeses, que volaron junto a los F-16 polacos, apoyados por sistemas de defensa aérea Patriot alemanes y aviones de radar móvil AWACS italianos. No es la primera vez que F-35 de aliados tienen que apoyar a Polonia en defender su espacio aéreo desde el inicio de la guerra rusa en Ucrania y el Mando Operativo polaco envía regularmente aviones al cielo durante un ataque ruso contra la parte occidental del país vecino, pero una cosa es prevenir e intimidar. "Fue un gran logro. Eso es lo que significa la defensa común en la práctica", dicen,  firmes, las especialistas del CFR. 

Este jueves, Polonia ha impuesto restricciones de tráfico aéreo en su frontera oriental con Bielorrusia y Ucrania hasta el 9 de diciembre, según informó este jueves la Agencia Polaca de Servicios de Navegación Aérea (PANSA), por precaución. Las autoridades polacas han prohibido los vuelos nocturnos y la operación de drones civiles a cualquier hora del día en la zona EP R129, que abarca la franja oriental del país que limita con Bielorrusia y Ucrania.

En lo diplomático, se ha pedido también una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, del que Rusia forma parte de manera permanente y con derecho de veto. No se esperan avances ni actuaciones, por tanto, por ese flanco, pero será muy interesante ver el debate y los argumentos. 

La respuesta por venir

El antiguo embajador Fried entiende que, de tanto estirar la cuerda y de probar a lanzar y lanzar, "Rusia podría estar extralimitándose". ¿Y a eso cómo se responde? Para empezar, crees que es "una excelente noticia "que los cazas F-35 holandeses hayan despegado en esta ocasión y que otras unidades aliadas "hayan entrado en combate", porque eso han hecho: no han repelido, como en el pasado, sino que han interceptado. "El ataque ruso podría haber sido una prueba de esa reacción. Si los aliados occidentales actúan con determinación, Putin podría fracasar y, de hecho, es probable que fracase si Occidente despliega sus fuerzas", expone .

Los aliados de la OTAN y los miembros de la Coalición de la Voluntarios (26 países que han mostrado su disposición de enviar tropas a Ucrania una vez que acabe la guerra, como garantía de seguridad para los de Volodimir Zelenski) "deberían determinar qué fuerzas adicionales, si las hubiera, se necesitan para defender a los miembros de la OTAN. También deberían considerar si se requiere una defensa avanzada (por ejemplo, defensa aérea en Ucrania y sobre Ucrania) para hacer frente a este último ataque ruso", añade.

Su apuesta es que Occidente debería contraatacar, "y no sólo con palabras". "Rusia ha estado involucrada en sabotajes y asesinatos en Europa y contra Europa. Ahora no es el momento de intentar pactar, como quienes hace cincuenta años intentaron rescatar la distensión con una URSS agresiva, sino de hacer realidad la «paz mediante la fuerza", concluye.

EEUU y toda la OTAN, coinciden los analistas, tienen que subir la apuesta, apretar más a la Federación Rusa para que ceda en la mesa de negociaciones, visto que militarmente esta guerra no tiene visos de acabar (ni para unos ni para otros, pese a que la posición rusa sea hoy más ventajosa, con un 20% de territorio ocupado). Mientras Putin crea que puede salir victorioso de su "operación militar especial", el riesgo de más incidentes o despistes o ataques deliberados se mantiene y, con el contexto dado, se amplifican.  

Ian Brzezinski, investigador residente del Centro Scowcroft para Estrategia y Seguridad, es especialmente contundente al pedir una intervención clara. No habla en tono belicista, pero pide asfixia, poner a Rusia entre la espada y la pared, en un momento en el que Trump hasta ha llegado a discutir el levantamiento de sanciones. Fue antes de darse cuenta del juego dilatorio de Putin. "Si Occidente no responde con contundencia a este ataque, Putin habrá asestado un doble golpe estratégico. Su objetivo es crear una crisis de confianza que podría socavar la unidad de la OTAN y la credibilidad de su estrategia de disuasión. De tener éxito, habrá debilitado profundamente la seguridad de Ucrania", defiende.

"Si Occidente no responde con contundencia, Putin habrá asestado un doble golpe estratégico. Su objetivo es crear una crisis de confianza que podría socavar la unidad de la OTAN"

El que fuera subsecretario de Defensa de EEUU para Europa y la OTAN habla de un doble golpe: "uno que refuerce su propia postura disuasoria y la defensa de Ucrania". Y pone sobre la mesa pasos concretos. A saber: los aliados de la OTAN y sus socios deberían imponer un conjunto de sanciones severas diseñadas para desestabilizar la economía rusa", para empezar. En el ámbito militar, deberían "reforzar su presencia en los estados de primera línea de la OTAN, incluyendo capacidades tanto defensivas como ofensivas". Dicha coalición "debería extender sus operaciones de defensa aérea al espacio aéreo ucraniano, aunque sólo sea para defender el territorio de la OTAN".

Se deben realizar esfuerzos, también, para "aumentar el flujo de equipo militar a Ucrania, incluyendo la reanudación de las transferencias de equipo" financiadas por Washington, paralizadas desde la entrada de la Administración Trump y que se ha dejado en los bolsillos europeos. "Estados Unidos debería reconstituir y ejecutar operaciones de información dirigidas al pueblo ruso para socavar el régimen de Putin y sus violentas ambiciones hegemónicas", suma.

Hasta ahora, ha habido, dice, "respuestas graduales" que llevaron a Putin a concluir que "puede demostrar que Occidente carece de la voluntad de defenderse". Una lectura justificada por la desunión occidental en ciertos movimientos y su lentitud, todo sea dicho. "Es necesario tomar medidas decisivas para cambiar esa percepción y convencer a Putin, producto del imperialismo soviético, de que la correlación de fuerzas se ha vuelto en su contra. De no hacerlo, sólo se intensificarán los esfuerzos de Putin por derrotar no solo a Ucrania, sino también a la OTAN", concluye Brzezinski.

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, con el primer ministro polaco, Donald Tusk, en la Cancillería de Varsovia, el 26 de marzo de 2025.Jaap Arriens / NurPhoto via Getty Images

Coincide Marek Magierowski, investigador del Centro Europeo del Atlantic Council y antiguo embajador de Polonia en EEUU e Israel. Consultado por el tanque de pensamiento, añade a esa reflexión una más sutil y honda: "No se trata sólo de reforzar las capacidades militares de los países del flanco oriental, aumentar la preparación para el combate de las unidades de la OTAN y desplegar los cazas aliados", como decía su colega. "También se trata de vocabulario. Los rusos deben entender que no les tememos, y en caso de una conflagración importante en esta parte de Europa, no sólo sus drones serían interceptados y derribados, sino que también destruiríamos las bases aéreas desde las que se lanzan, atacaríamos las fábricas donde se ensamblan y eliminaríamos a sus operadores. Este es el mensaje que debemos enviar a Moscú ahora".

"Los rusos deben entender que no les tememos, y en caso de una conflagración importante (...), también destruiríamos las bases aéreas desde las que se lanzan, atacaríamos las fábricas donde se ensamblan y eliminaríamos a sus operadores"

Fix y Dumbacher también dan su opinión sobre lo que es mejor hacer ahora para mejorar la seguridad en la zona. "Se debería invertir en redes de sensores ampliadas en las fronteras con Polonia y el Báltico antes de asegurarse de contar con las capacidades necesarias para detener cualquier invasión rusa de su espacio aéreo. Esto implica desplegar diversas estrategias de defensa aérea", dicen, desde otro ángulo.

La OTAN también "necesita sistemas en la frontera con un bajo coste por disparo", visto además lo barato que produce Rusia. "No tiene sentido que la OTAN responda con misiles que podrían costar un millón de dólares o más por disparo, ni con aviones de combate que podrían costar 50.000 dólares por hora de vuelo", algo de lo que se ha tenido que felicitar internamente Vladimir Purtin. Esto implica, dicen, "redoblar los esfuerzos en investigación, desarrollo y despliegue de métodos pasivos y activos para neutralizar a los drones, como los inhibidores de interferencias o la energía dirigida". 

Los líderes de la OTAN podrían considerar una amplia variedad de respuestas militares. "Podrían buscar respuestas con escaso potencial de escalada, como aumentar las patrullas aéreas y reforzar la defensa aérea en el flanco oriental. También existe la opción de una respuesta más contundente, como apoyar un ataque ucraniano contra las plantas de producción de drones rusos". En el plano diplomático, una respuesta conjunta puede incluir el endurecimiento de las sanciones contra Moscú, que ya se están debatiendo en Washington y Bruselas, insisten. 

Finalmente, y como apuesta de fondo, se puede aprender de los invadidos, porque los ucranianos han estado luchando contra los drones en el frente durante años, sorprendiendo al mundo con su ingenio. Los ejércitos OTAN "necesitan, como mínimo, seguir aprendiendo y desarrollando las soluciones que los ucranianos ya han encontrado".

Un reto importante para abordar la situación "la más cercana a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial" en Polonia, como la ha descrito Tusk. 

¡Mantente al día con El Huffpost! Sigue todas las noticias desde tu móvil en nuestra APP. Puedes descargarla tanto para Android como iOS.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

Cómo contactar conmigo: