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Putin impone siete condiciones para el fin de la guerra que alejan la paz

Putin impone siete condiciones para el fin de la guerra que alejan la paz

"Un compromiso con Putin que respete también los intereses de Kiev y sus aliados es, en principio, imposible".

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, asiste a un desfile que conmemora el Día de la Marina en San Petersburgo, el 31 de julio de 2022.MAXIM SHEMETOV / REUTERS

Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en los círculos políticos y diplomáticos se ha empezado a hablar sin descanso de negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania que podrían iniciarse este mismo año. Esta misma madrugada, el republicano ha enfatizado que está teniendo "conversaciones muy constructivas" con las dos partes para allanar el terreno. 

Varios países de la OTAN están considerando también enviar fuerzas de paz a Ucrania una vez finalizadas las hostilidades o establecer zonas desmilitarizadas en ese país. Los detalles de lo que puede venir no dejan se servir de especulaciones y carne de análisis. 

Pero "todo esto parece prematuro, en el mejor de los casos", escribe Boris Bondarev, un diplomático ruso que dimitió en protesta por la invasión de Ucrania en 2022. En una tribuna en The Moscow Times, Bondarev insiste en que "la guerra aún no ha terminado" y "el presidente Vladimir Putin no ha logrado sus objetivos", por lo que es un poco precipitado ir hablando de paz y de condiciones. Todo está demasiado abierto, avisa. 

El "alboroto occidental" por el "mantenimiento de la paz" transmite, a su juicio, "su falta de una estrategia sensata para poner fin a la guerra". En los últimos tres años, "nadie ha propuesto una estrategia que comprenda la futura arquitectura de seguridad en Europa y el mundo", denuncia. Además, la "falta de acción decisiva de Occidente para apoyar a Ucrania ha creado un vacío que Moscú estará encantada de llenar".

Antes de entablar negociaciones internacionales sobre esta contienda, que el mes que viene cumple tres años, es establecer de qué se tratará. "Poner fin a la guerra", dice, es "un buen lema para ganar votos", pero es "demasiado vago para entender cómo podría ser en la vida real". ¿Cómo se pondrán fin a las hostilidades? ¿Cuáles serán las posiciones de las partes en conflicto? ¿Quién controla qué regiones? ¿Qué medidas se implementarán para garantizar la paz y quién debería hacerlo? Etc. Hay docenas y docenas de preguntas de este tipo, pero "incluso estas preguntas son prematuras", dice el autor.

En primer lugar, escribe Bondarev, cualquier negociador o facilitador debe comprender de qué se trata la guerra y cuáles son los objetivos de cada parte. "Aquí vemos un peligroso abismo en el pensamiento de Occidente, donde los políticos sostienen que Putin quiere algunas ganancias territoriales. Esto no puede estar más lejos de la verdad".

Putin y su entorno, añade, "priorizan su supervivencia política, que depende de la preservación del régimen de poder establecido". Dado que toda oposición y resistencia al régimen dentro del país "ha sido reprimida con éxito", el Kremlin ve a Occidente, principalmente a Estados Unidos, "como la principal amenaza, que, según la élite de Putin (en su mayoría oficiales del KGB que se aferran a su mentalidad de Guerra Fría), busca destruir el régimen de Putin y la civilización rusa, que, según ellos, es el último bastión contra el dominio desenfrenado de Estados Unidos en el mundo".

Moscú considera que la única manera de protegerse de las actividades estadounidenses "es dividir el mundo en esferas de influencia aisladas". Putin busca "imponer su soberanía personal al menos sobre el espacio postsoviético y, preferiblemente, sobre el antiguo Pacto de Varsovia, logrando que Washington reconozca sus derechos exclusivos sobre la región". Con ello, ahonda, "espera poner a los hegemonistas estadounidenses en su lugar y preservar su poder".

Por eso el Kremlin decidió repetir la anexión de Crimea de 2014 en una escala mayor, organizando una "pequeña guerra victoriosa" con Ucrania. "La conquista de este país daría a Putin el estatus de un verdadero recolector de tierras rusas, un gobernante grande e invencible, consolidando su popularidad para los años venideros", indica. 

"Lo más importante es que demostraría al mundo entero que ni Estados Unidos ni la OTAN –la mayor potencia militar del planeta– pueden hacer nada para detener a Rusia. La Rusia de Putin es la ganadora. Ahora son Moscú y sus aliados como China e Irán –no Occidente– quienes tienen la última palabra en la política mundial".

Así pues, la guerra que Putin ha lanzado contra Ucrania "es un ataque al orden mundial actual sin enfrentarse directamente a Occidente". No sería una exageración describir esta guerra como "la primera fase de una nueva guerra mundial destinada a rediseñar el mapa político de nuestro planeta". Moscú ha hablado abiertamente de su plan para "corregir" lo que considera un error histórico que dejó a Rusia al margen de la escena internacional.

Desde el pasado enero, el ejército ruso avanza muy lentamente y sufre enormes pérdidas. Conseguir una victoria sólo por medios militares será muy difícil. Por ello, la estrategia actual de Moscú "es tomar Ucrania por desgaste", lanzando constantes ataques contra la infraestructura civil y energética y tratando de sembrar la discordia en Occidente para socavar la unidad necesaria para seguir apoyando militarmente a Ucrania.

"Putin espera que con el tiempo, la fatiga de la guerra se extienda tanto a la sociedad ucraniana como a los países occidentales, especialmente a Europa, lo que conducirá a una reducción o incluso al fin del apoyo militar a Kiev", señala la tribuna.

El líder ruso está dispuesto a aprovechar cualquier intento de Occidente para llevar a Rusia y Ucrania a la mesa de negociaciones. Si se llega a un acuerdo, aunque sea temporal, "Putin exigirá concesiones importantes que servirán de base para someter a Ucrania mediante una creciente presión política y militar".

Como la iniciativa de las negociaciones no procede del Gobierno ruso, sino de EEUU, "Moscú decidirá qué es aceptable y qué no". "Putin siempre puede rechazar cualquier sugerencia, ya que espera tener éxito en algún momento si aplasta a Ucrania", dice el diplomático.

Según augura, "Putin se opondrá categóricamente a cualquier remota posibilidad de admisión de Ucrania en la OTAN, así como a cualquier envío de tropas de la OTAN a Ucrania para ser estacionadas en una zona de amortiguación desmilitarizada, lo que significaría de facto que Ucrania estaría bajo la protección de la OTAN".

"Ningún acuerdo de alto el fuego, ni siquiera temporal, podrá firmarse sin el compromiso de levantar todas o al menos parte de las sanciones a Moscú: ésta será una de las principales condiciones de Putin", expresa.

A juzgar por las declaraciones anteriores del Kremlin, un acuerdo que Moscú consideraría aceptable sería el siguiente, con siete puntos irrenunciables

  • Ucrania y los países occidentales reconocen la anexión de “nuevos territorios”, incluidas las provincias de Zaporizhia y Kherson, así como Crimea, Donetsk y Luhansk;
  • La retirada de las fuerzas ucranianas de la región rusa de Kursk;
  • Ucrania reducirá sus fuerzas armadas y sus capacidades de defensa según las exigencias rusas, como se anunció en el comunicado de Estambul de 2022. Esta desmilitarización se produciría junto con una limpieza política interna bajo el lema de la "desnazificación", de modo que los puestos importantes los ocupen secuaces prorrusos;
  • Un acuerdo final sólo será posible después de que Ucrania haya elegido un gobierno que el Kremlin considere legítimo;
  • Estados Unidos y la UE levantarán todas las sanciones sectoriales y personales que han impuesto previamente a Rusia y sus ciudadanos;
  • También tendrán que celebrar negociaciones sobre las compensaciones por los daños que ha sufrido Rusia a causa de las sanciones;
  • Estados Unidos y la OTAN deberán volver a discutir el “ultimátum” del 15 de diciembre de 2021 y concluir los proyectos de tratados sobre garantías de seguridad propuestos por Moscú en ese momento.

"Un acuerdo de estas características difícilmente puede considerarse un acuerdo equitativo y mutuamente beneficioso". En virtud de esas condiciones, "Putin debilitará a Ucrania hasta el punto de que perderá su independencia y demostrará al mundo la incapacidad de la OTAN y, en particular, de los Estados Unidos para resistir sus ambiciones. A los ojos de la comunidad internacional, esto simbolizará un mayor declive del poder occidental".

"Un acuerdo de estas características difícilmente puede considerarse un acuerdo equitativo y mutuamente beneficioso"

"Humillar" a EEUU

La "enorme" superioridad militar y económica de Estados Unidos y la OTAN sobre Rusia "se revelará como un espejismo, ya que no están dispuestos a utilizar su influencia". "Así, el mundo verá que Occidente es débil y no merece ocupar la cima de la jerarquía mundial", dice.

Esta debilidad demostrada hará que cualquier paz sea "efímera". Moscú y otros revisionistas se aprovecharán de ello para atacar los intereses globales de Occidente, entiende el autor. "Es obvio que cualquier solución temporal a la cuestión –un alto el fuego o una tregua– causará más problemas a Ucrania y a Occidente".

El objetivo de Putin no es tanto ganar como "humillar a Estados Unidos". La idea de que ambas partes puedan beneficiarse de un acuerdo siempre ha sido ajena al pensamiento político ruso.

Si Ucrania y sus aliados occidentales rechazan un acuerdo de ese tipo, "se les acusará de belicismo, mientras que Putin sonreirá y dirá que hizo lo que pudo". "La propaganda rusa se pondrá furiosa y pintará al bando occidental con los colores más oscuros, mientras las tropas rusas siguen combatiendo y bombardeando rutinariamente", previene.

De ahí la conclusión del texto: "un compromiso con Putin que respete también los intereses de Kiev y sus aliados es, en principio, imposible". ¿Por qué? Pues porque "Putin nunca estará satisfecho a menos que su enemigo se vea debilitado. No hay puntos en común. Una de las partes debe reconocer la superioridad de la otra".

La conclusión que se puede sacar de todo esto es sencilla: "este conflicto ya está configurando los contornos de un nuevo mundo". "No se puede negociar el desafío. Se necesita una estrategia sabia y minuciosa para detener la guerra sin invitar a otros posibles revisionistas a seguir jugando a este juego. La cuestión que se plantea ante Occidente es sencilla: ganar o perder".

"No hay manera de que ambas partes salgan de estas discusiones en posiciones más fuertes", concluye.